Sergio Tomás Massa, 51 años, nacido en San Martín, en el conurbano bonaerense, está convencido de que puede romper una marca en el país: nunca un ministro de Economía llegó a presidente, pese a que varios lo intentaron después de haber abandonado el cargo.
El 4 de agosto de 2022, Massa asumió el ministerio de Economía, en medio de otra crisis del atribulado gobierno de Alberto Fernández. En su año y tres meses de gestión, los indicadores de actividad continuaron a la baja, la inflación anualizada superó el 140%, el salario medio siguió aplastado. Aún así, Massa venció ampliamente a Juan Grabois en la interna de Unión por la Patria, salió tercero en aquellas PASO detrás de La Libertad Avanza y Juntos por el Cambio. Y el 22 de octubre rompió ese escenario cuando se impuso por más de seis puntos a Milei. Massa quedó primero y con uno de los dos lugares en el balotaje de hoy. Algo impensado para muchos.
Hijo de familia de inmigrantes, de abuelo carpintero y padre dueño de un corralón donde de adolescente tuvo su primer trabajo (su segundo fue coordinador de viaje de egresados), Massa, de fugaz paso por el liberalismo de fines de los ochenta, empezó los noventa como militante peronista en San Martín. Allí conoció a Graciela Camaño. Colaboró con Palito Ortega en la campaña del ‘98 y fue diputado bonaerense hasta 2002, cuando quedó al frente de la ANSES designado por Duhalde, para ser ratificado en la presidencia de Néstor Kirchner. Su suegro Fernando Galmarini le ayudó a conocer el PJ bonaerense. Su matrimonio y sociedad política con Malena Galmarini continúan, al punto que ella integra el comando de campaña.
Massa se alineó con el kirchnerismo en las primeras dos presidencias; llegó a ser jefe de Gabinete de Cristina Kirchner tras la renuncia de Alberto Fernández, desgastado por la crisis de la 125 a mediados de 2008. En 2011, ya siendo intendente de Tigre, empezó a diseñar el Frente Renovador, con el que enfrentó (y venció) al kirchnerismo en las legislativas de 2013, año en que se recibió de abogado. Pero en las presidenciales de 2015, en alianza con José Manuel de la Sota, fracasó en su intento de pelear por la presidencia.
En 2017 experimentó una de sus peores derrotas. Quedó tercero detrás de Esteban Bullrich (Cambiemos) y de Cristina Kirchner (Unidad Ciudadana) en la pelea por entrar al Senado. Reconociendo sus limitaciones para armar “la vía del medio” que supere la grieta, en 2018 retomó las conversaciones con Máximo Kirchner y ‘Wado’ de Pedro para acercarse al peronismo, en el proceso que terminó con formación del Frente de Todos.
Massa, el socio minoritario del conglomerado político armado con hegemonía kirchnerista en 2019 para vencer al macrismo, cuatro años después detenta la centralidad absoluta en Unión por la Patria y tiene la posibilidad de ser presidente o de asociar su nombre a un gobierno fallido.
La misma noche de las PASO, con el tercer puesto sobre su espalda, Massa habló de la necesidad de construir “una nueva mayoría política” para converger después del 10 de diciembre en “un gobierno de unidad popular”.
Esas premisas pesaron más peso después de las generales del 22 de octubre. Massa, primero y a seis puntos de Milei, ratificó que solo sería competitivo si ampliaba los horizontes de UP, sobre todo hacia la moderación en contraste con las estridencias y desmesuras del adversario. Asumió el protagonismo absoluto de la campaña (casi como si no tuviese compañero de fórmula), y se propuso como el candidato superador de la grieta. Massa transitó la campaña del balotaje sin nombrar a Cristina Kirchner, ni a Alberto Fernández pese a ser ministro suyo.
En este tramo final, Massa aglutinó, sin fisuras, a todos los gobernadores peronistas, desde los derrotados Rodríguez Saá, Uñac, Perotti y Capitanich, hasta los reelectos Quintela, Jalil, Melella y Ziliotto. Fuera del peronismo sumó a los electos gobernadores de Neuquén, Rolo Figueroa, y de Río Negro, Alberto Weretilneck, dos líderes de partidos provinciales que derrotaron al peronismo en sus distritos.
Para este balotaje, Massa agregó a la idea de ir hacia “un gobierno de unidad nacional” a peronistas ajenos a UP como Natalia de la Sota, Alejandro “Topo” Rodríguez , el exgobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, y Roberto Lavagna.
Consiguió el apoyo del Partido Socialista. El exministro de Macri, Pablo Avelluto, fue la voz más importante de JxC, en tomar una dirección contraria a Macri y Bullrich. Horacio Rodríguez Larreta se proclamó neutral, pero dejó trascender diferencias insalvables con las propuestas de Milei.
Los históricos alfonsinistas Federico Storani, Enrique “Coti” Nosiglia, Juan Manuel Casella y Luis “Changui” Cáceres rompieron la neutralidad proclamada por la UCR. El titular partidario, Gerardo Morales, si bien no llamó a votar por Massa, advirtió que a Jujuy le resultaría imposible pagar los salarios de sus estatales y cumplir otros compromisos públicos con Milei como presidente, posición aplaudida por sus pares peronistas.
Emilio Monzó y Nicolás Massot se sumaron desde el peronismo de JxC. Margarita Stolbizer, desde el progresismo. Graciela Fernández Meijide y el editor Jorge Fontevecchia hicieron público su voto a Massa.