Los 151.383 tentáculos de una bestia llamada Estadio Gran Canaria. La afición de la UD Las Palmas se doctora en esta vuelta a la Primera División con guarismos para la historia. Tras cumplirse un tercio del campeonato –trece jornadas de LaLiga EA Sports 23-24 con seis duelos en el partenón amarillo–, la entidad que preside Miguel Ángel Ramírez ocupa el noveno puestos en la tabla de la afluencia total con los citados 151.383 espectadores. Le superan el Real Madrid (415.415), Atlético de Madrid (350.915), Athletic Club de Bilbao (313.914), Real Betis (308.683), FC Barcelona (295.485), Valencia CF (259.658), Sevilla (259.046) y la Real Sociedad (224.820) –ver cuadro del margen inferior–. Tras 35 temporadas en Primera, no hay precedentes de tal guarismo sobre el aliento en la historia del club. Tampoco en Segunda o Segunda B en el kilómetro trece del curso.

En relación al dato de la asistencia media, con 25.231 espectadores en el recinto de Siete Palmas, también figura en la novena posición de la tabla del respaldo eterno. Nuevo motivo para refrendar el matrimonio perfecto. Ante el Atlético, en la noche del delirio del (2-1), 30.080 espectadores acudieron al teatro de los milagros.

Es el mayor dato en la historia del Gran Canaria en los partidos en la máxima categoría. En lo referente a las medias, el Madrid y su Santiago Bernabéu de vanguardia también figura líder con 69.236. Han desfilado por el Gran Canaria, el Mallorca (24.100 fieles), un cuadro Champions como la Real Sociedad (25.335), Granada (24.848), Celta (22.472), Rayo (24.548) y el bloque colchonero del Cholo Simeone y Griezmann (30.080).

Aún deben desfilar por el estadio capitalino, dos gigantes del fútbol mundial como FC Barcelona (3 de enero de 2024) y Real Madrid (28 de enero). Dos fechas que han sido declaradas por la entidad como Día del Club. El lleno está asegurado, o al menos, en los parámetros de locura de la visita del Atlético de Madrid (el lleno ronda los 32.400). Ante el Deportivo Alavés, en la última jornada del pasado campeonato, acudieron 31.790 y se había colgado el cartel no hay billetes. Con los tantos de Kirian Rodríguez y Benito Ramírez, la UD sepultó 37 años de sequía sin triunfos de local ante el Atlético. Fue la mejor noche en todo la historia del Gran Canaria –cuatro campeones del mundo como Griezmann, De Paul, Correa y Nahuel Molina– besaron la lona.

La apuesta por la cantera, la partitura de Pimienta, las paradas de Valles, el arte de Kirian Rodríguez y el liderazgo de Jonathan Viera, clave en la conquista del ascenso, han sido las claves del reencuentro histórico con la afición pío pío. Con 25.037 abonados, fue preciso ampliar el margen del cupo. El techo de la pasión. La capacidad del Estadio Insular era de 22.000. Los tiempos del ‘¡Ramírez vete ya!’ pasaron a mejor vida. Ante el Atlético, regresó la ola. Cayó un gigante, como en el 1986 en el recinto de Ciudad Jardín, en el que el Madrid y el Barça fueron triturados por la épica. Tiempo al tiempo.

El club amarillo mete 43.934 aficionados más que el Tenerife

Escudo representativo y bombera del Archipiélago. Si llevamos el dato de la afluencia total de la UD Las Palmas (151.383), en la jornada trece con sus seis primeros partidos de local, a la comparativa regional con el CD Tenerife, que firmó un gran inicio, salen ganando los amarillos por 43.934 corazones. La afición chicharrera se ha congregado, en sus primeros seis partidos en el Heliodoro Rodríguez López, con un total de 103.449. Es una cifra meritoria, batiendo en dos ocasiones la frontera de los 18.000 espectadores ante el Real Zaragoza de Maikel Mesa y el Burgos CF de los grancanarios Dani Ojeda y Edu Espiau.

En la temporada pasada 22-23, en la categoría de plata, la UD fue respaldada por 107.403 espectadores en las seis primeras jornadas en el Gran Canaria. La comparativa con el guarismo actual es también sobrecogedora: 43.980 fieles menos. La atmósfera de la liga de las estrellas y una política coherente de precios ha provocado que el Gran Canaria ya sea un lugar de peregrinaje. Del Cordobazo a los ascensos ante Linares, Real Zaragoza y Deportivo Alavés. La caldera de dramas y fotogramas de leyenda. La parada salvadora de Valles, el tanto de Araujo y la contundencia de Marcos Márquez para abandonar las cloacas de la Segunda B. Un feudo que aspira a sede mundialista.