La Unesco fue creada el 16 de noviembre de 1945 bajo los escombros de una guerra que estuvo a punto de acabar con la propia historia. Nació con la misión clara de contribuir a la consolidación de la paz, la erradicación de la pobreza, el desarrollo sostenible y el diálogo intercultural con el fin de asegurar el respeto universal de la justicia, la ley y los derechos humanos. Para cumplir este objetivo la Unesco señala como prioridad la presencia de la filosofía en los sistemas educativos y en la sociedad: «La Filosofía es una escuela de libertad porque educa a los niños y jóvenes en el ejercicio autónomo riguroso del pensamiento, les enseña a reflexionar sobre el mundo y sobre sí mismos con una mirada crítica y los capacita para argumentar y dialogar racionalmente con sus semejantes reconociendo la pluralidad de los diferentes puntos de vista y buscar el entendimiento mutuo». De ahí que el Día internacional de la Filosofía sea el 16 de noviembre.

El nacimiento de la filosofía coincide con el primer conato y ensayo democrático de la historia. Los griegos pusieron en circulación los tres principios que suponen un límite al poder. La isegoría o la igualdad de derecho a la palabra en las asambleas y en los parlamentos. La parresía o el derecho de poder hablar y expresar tus opiniones con libertad, esto es, el fundamento de la libertad de expresión. La isonomía o la igualdad ante la ley de toda persona con independencia del cargo o del poder que tenga. Estos principios han estado siempre en jaque, bordeando y violando su cumplimiento por los diferentes poderes. Por ello, la filosofía, y a través de sus protagonistas, ha advertido y cuestionado la naturaleza y las intenciones que se esconden detrás del ser humano. El pensamiento filosófico no puede hacer un kit kat respecto al tiempo vivido y las decisiones que se toman en la sociedad.

Corren ríos de tinta para intentar comprender qué le pasa a nuestro mundo donde la barbarie ha tomado la delantera frente a la cordura, el diálogo y el encuentro. Como ciudadano español no puedo olvidar lo que pasa más allá de mis fronteras, pero estoy vinculado a un país y a una sociedad determinada. Jamás imaginé que un presidente del Gobierno llegara a tanto, que un poder retorciera hasta el límite las leyes y pusiera en peligro la convivencia violando de forma sistemática sus palabras y sus principios. Quedarán para la posteridad las palabras de Javier Cercas en su artículo «No habrá amnistía»: «En España una inmigrante rumana de 18 años puede ir a la cárcel por robar un bolso, pero una amnistía permitiría que no respondiese ante la justicia todo un presidente de un Gobierno autonómico que malversó millones, violó a conciencia nuestras normas fundamentales y colocó a Cataluña al borde del enfrentamiento; en otras palabras, castigo ejemplar para los débiles e indefensos, impunidad para los poderosos. ¿Dónde quedaría aquí la igualdad ante la ley que promete la democracia?».

¿Se dan cuenta de la importancia de la filosofía para desenmascarar al poder y a sus acólitos? Otra violación para la historia de la isonomía que la filosofía puso en marcha hace 2500 años en Atenas. Le recomiendo a Cercas y a todo lector, para que nadie se vuelva a caer del caballo, el artículo de Pedro Cerezo, una de las figuras filosóficas más importantes de nuestro país, diputado y senador socialista en la década de los 80 y 90, «Pedro Sánchez, el virtuoso». A Cercas le faltó olfato filosófico porque se centró sólo en aspectos jurídicos y legales, Cerezo, como filósofo, va a las entrañas de un político mendaz y sin escrúpulos: «Es lo más parecido a una transacción comercial con compra, en especie de dádiva, de un cargo público. ¿No es un ejercicio de puro cinismo político llamar necesidad a lo que es conveniencia de ocasión y revestir de virtud lo que es producto del propio interés?». Por ello y por su salud le recomiendo adentrarse en la filosofía, sobre todo, para que no le tomen por imbécil.