- Personalidades en los palcos
- Un PP indignado y embravecido
- Iceta pide más aplausos
- Irene Montero y Belarra no aplaudieron a Sánchez y ‘pasaron’ de Feijóo
- Guiños a Palestina desde Sumar
La expectación en el Hemiciclo era máxima a las doce del mediodía de este miércoles. El Congreso incluso habilitó asientos rojos aterciopelados que se camuflaban entre los tradicionales sillones de la Cámara para hacer sitio a los senadores que no han querido perderse la primera jornada del debate de investidura de Pedro Sánchez.
Personalidades en los palcos
Un interés que también se reflejaba en las tribunas situadas en la parte superior de la sala. Encima de los diputados, varios dirigentes autonómicos del Partido Socialista y el Partido Popular como María Chivite, Isabel Díaz Ayuso o Alfonso Fernández Mañueco. También estuvieron presentes familiares de los parlamentarios. Entre ellos, Begoña Gómez, la mujer de Sánchez, que asentía al son de las palabras del líder del Ejecutivo: “Muy bien. Eso es”, mencionaba para sí Gómez.
Tampoco quisieron perderse este debate exdirigentes relevantes como Joan Tardà, miembro de la directiva de Esquerra Republicana durante el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017.
Un PP indignado y embravecido
Aunque desde los televisores se suele escuchar, solamente, al orador, en el Congreso el ambiente es bien distinto. Los gritos desde las bancadas son comunes y los populares no tardaron en subir los decibelios de la sesión.
La intervención del candidato socialista se alargó poco más de hora y media y no fue hasta pasados los primeros 60 minutos cuando habló sobre la ley de amnistía. Una norma exigida por Junts per Catalunya para apoyar a Sánchez y que fue registrada este lunes como proposición de ley del PSOE.
“¡Amnistía!”, gritó el diputado del PP, Antonio Hernando, mientras Sánchez enumeraba sus propuestas de legislatura sin incluir la ley de ‘olvido’ concedida a los encausados por el procès. El jefe del Gobierno en funciones pasó al ataque contra el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, y despertó el enfado en las filas populares. Esteban González Pons, vicesecretario de relaciones institucionales, se golpeaba la cara en señal de reproche al candidato y a los diputados socialistas. “¡Oh, qué miedo!”, les espetaba irónicamente ante las afirmaciones de Sánchez sobre la llegada de Vox de la mano del PP en los gobiernos autonómicos. “La ultraderecha son Junts y PNV”, gritaban desde la oposición al candidato.
Un intercambio verbal que desembocó en un grito claro en mitad de una pausa durante el discurso: «Machista», acusaron desde la oposición después de que el presidente señalara a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, como «líder intelectual» del PP. Mientras, los representantes de Vox alzaban la mano con el pulgar hacia abajo, en señal de desaprobación.
La representante madrileña fue protagonista hora más tarde. El presidente recordó la investigación por la venta de mascarillas que realizó hermano de la presidenta. Una operación con la que ganó más de 230.000 euros en la primavera de 2020. Ante estas acusaciones, las cámaras enfocaron a Ayuso justo cuando niega con la cabeza y parece insultar al presidente del Gobierno: «Hijo de puta».
Una vez el turno pasó a Feijóo, los parlamentarios populares exhibieron una exaltación atronadora. “¡Muy bien!”, jaleaban casi con cada frase que pronunciaba el mandatario gallego.
Iceta pide más aplausos
La motivación de los diputados del PP por el discurso de Feijóo se convirtió en cierta tibieza en los aplausos socialistas durante la réplica de Sánchez al líder popular.
Las palabras del secretario general no terminaban de remover el ánimo de su grupo parlamentario. La situación llevó a Miquel Iceta, ministro de Cultura, cuyo asiento como parte del Ejecutivo se ubica de cara a los socialistas, a aplaudir con entusiasmo pidiendo a sus compañeros de partido que levantaran el ánimo y ovacionaran más enérgicamente al candidato. “Venga hombre”, afirmó mientras gesticulaba.
Irene Montero y Belarra no aplaudieron a Sánchez y ‘pasaron’ de Feijóo
Durante las palabras de Sánchez, tanto en su primer discurso como en las respuestas a los grupos, el aplauso fue cerrado entre los parlamentarios socialistas y los integrantes de Sumar. A excepción de dos: Irene Montero, ministra de Igualdad en funciones, y Ione Belarra, responsable de Derechos Sociales y Agenda 2030, se mantuvieron inmóviles, sin un solo gesto en favor del presidente del Gobierno.
Solo aplaudieron en una ocasión, al término del primer discurso de Sánchez. Unas palmadas tímidas que cesaron a mitad de la ovación. Las aún ministras de Podemos se sentaron, recogieron sus cosas y se marcharon del Hemiciclo durante el receso decretado por la presidenta de la Cámara, Francina Armengol.
Un desánimo que se tradujo en duras palabras de Montero sobre el discurso de Sánchez a la salida de la Cámara: «De nada sirve hablar muchas veces de feminismo si tú mismo le has dicho al país, como es el presidente, que el feminismo molesta a tus amigos de 40 y 50 años. De nada sirve hablar de Palestina si no estamos exigiendo e imponiendo sanciones económicas ejemplares a Netanyahu y a todos los responsables de este genocidio si no rompemos ya las relaciones diplomáticas con Israel», criticó la ministra.
Unas palabras que llegan antes de una probable desaparición de Podemos en el próximo Ejecutivo.
Tampoco prestaron atención mientras el presidente exponía los motivos para impulsar la ley de amnistía que ya está en trámites para su debate y aprobación en la Cámara Baja: mientras todos los ministros escuchaban las palabras de Sánchez, las dos ministras, cabizbajas, revisaban su teléfono móvil.
Ni Esquerra Republicana ni Junts per Catalunya mostraron apoyo al candidato durante su explicación de esta norma.
Las ministras de la formación morada tampoco prestaron demasiada atención a Feijóo durante su intervención y pasaron a leer un libro en el tiempo que duró el discurso.
Guiños a Palestina desde Sumar
Los diputados que integran el grupo plurinacional de Sumar —como se denomina en el Congreso—, lucieron distintos símbolos en apoyo del pueblo palestino por los ataques del ejército israelí tras los atentados del grupo terrorista Hamás.
El diputado Enrique Santiago, líder del Partido Comunista, cubrió su escaño con una palestina, una prenda de ropa semejante a un pañuelo. Este mismo atuendo fue utilizado por hasta cuatro diputados más. También portaron un pin en apoyo a los palestinos.