La tradición marca que todo gobierno debe tener 100 días de gracia para poder asentarse, pero no parece que ese vaya a ser el caso del nuevo gabinete de Pedro Sánchez. Ni mirando a la derecha del hemiciclo, ni tampoco al independentismo, hay especiales ganas de cumplir con esta doctrina. El último en demostrarlo ha sido el president de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonès, que ha enviado su particular felicitación a Sánchez por su investidura de este jueves: «Seremos exigentes desde el minuto 0«.
Esquerra quiere marcar de cerca al PSOE desde el principio. Ya lo demostró este miércoles su jefe de filas en Madrid, Gabriel Rufián, cuando avisó a Sánchez que tenía que cumplir los acuerdos si quería una legislatura sin sobresaltos. «No se la juegue, créame», le espetó en su discurso. Este jueves ha sido el president quien ha apuntado en la misma dirección: «Ahora toca cumplir con los acuerdos pactados como el traspaso de Rodalies, las mejoras económicas y la amnistía».
En la retina de los republicanos está la dificultad que han tenido en la última legislatura para hacer cumplir al PSOE y el desgaste que esto les ha supuesto. El ejemplo más claro ha sido la mesa de diálogo. Pactada a principios del 2020, la idea inicial era que se reuniera mensualmente y acabó haciéndolo, como mínimo en público, tres veces en casi cuatro años. Al principio se disculpó por la irrupción de la pandemia, pero luego fue difícil de explicar. Si bien es cierto que los indultos y la derogación del delito de sedición puede atribuirse a esa negociación, desgastó muchos a los republicanos los problemas que siempre puso el PSOE para convocarla.
El objetivo, por lo tanto, es que no se vuelva repetir ese esquema, en otras cosas porque da alas a esos sectores del independentismo críticos con la estrategia pactista de los republicanos. Por ejemplo, las dificultades para reunir la mesa de diálogo facilitaron ese reproche mil veces repetido de Junts de que ERC había investido a Sánchez «a cambio de nada». Incluso Puigdemont lo mencionó el día que anunció su acuerdo con el PSOE.
La dificultad añadida
La dificultad añadida que tiene ERC en este mandato es que el pacto de investidura con el PSOE es más completo que el de hace cuatro años. Entonces ‘solo’ se hablaba de la creación de la mesa de diálogo, mientras que ahora ha incluido la continuidad de la mesa -con mediador incluido-, la amnistía, el traspaso de Rodalies y la condonación de la deuda. Hacer cumplir será más complicado aún.
«En esta nueva fase es la hora de avanzar en la resolución del conflicto político con el Estado y el bienestar de todos los catalanes y catalanas», ha dicho Aragonès este jueves en ‘X’ -antes Twitter-. Una forma de decidir que la exigencia al PSOE tendrá doble cara: lo que tiene que ver con el conflicto entre Catalunya y el resto del Estado, pero también todo lo relativo a las mejoras sociales que se han pactado.
La primera prueba en las relaciones ERC-PSOE o Generalitat-Gobierno, como quiera verse, serán intentar aprobar los respectivos presupuestos de cada administración para el 2024. No hay ley que dé más estabilidad a un ejecutivo que disponer de cuentas nuevas. El principal problema es que tanto Aragonès como Sánchez tienen mayorías precarias en sus respectivos parlamentos y no será tan fácil como pactar un intercambio de favores. Tendrán que entrar otros partidos en juego.