Novak Djokovic se había mostrado indestructible desde que perdiera ante Carlos Alcaraz la final de Wimbledon. Durante cuatro meses vivió un romance con la victoria, su compañera de viaje en diecinueve partidos consecutivos, que le dieron la condición de número uno mundial del año por octava temporada seguida. Levantó el trofeo la víspera del que fue su reencuentro con la denostada derrota.

El serbio, 36 años, fue derrumbado por el italiano Jannik Sinner, 22 años y nº 4 mundial. ‘Partidazo’, de lo más espectacular de la temporada. Sublime actuación del transalpino, empujado por los 12.000 espectadores del Pala Alpitour Stadium de Turín, que sueñan con una gesta de su tenista.

Rompió una barrera importante Sinner, que a la cuarta ocasión conoció el éxito sobre un Djokovic que se había mostrado intocable. Batió al campeón vigente con un tenis sobresaliente. Y con mucha fe, porque ‘Nole’ le llevó a un tercer set y remontó un 4-2 y saque del transalpino para tensar la cuerda hasta el ‘tiebreak’ definitivo.

Sinner y sus fans se aliaron para sacar la matrícula de honor batiendo a Djokovic por 7-5, 6-7 (5) y 7-6 (2) en 3h.04′. No le vale todavía la clasificación pese a su segundo triunfo en este Grupo Verde, pero Jannick dio un salto de calidad. Eliminó los fantasmas de la presión, el temor a los más grandes. Remató en el ‘tiebreak’ con brillantez y seguridad. Como el campeón que parece destinado a ser.


Novak Djokovic y Jannik Sinner

Clive Brunskill / Getty

Llega con 2-0 a la última jornada, a su duelo con Holger Rune, que se presenta con 1-1, el mismo balance que Novak Djokovic, que e las verá con el polaco Hubert Hurkacz, sustituto del lesionado Stefanos Tsitsipas

Novak Djokovic y Jannik Sinner coquetearon con la perfección desde el punto de apertura. Ambos hicieron su particular declaración de intenciones con unos turnos iniciales de saque impecables. Calcando ‘aces’ y marcador en blanco. 

Tan a la par caminaron que incluso copiaron el desafío de las pelotas de ‘break’ en contra. Sinner levantó la suya, en el sexto juego, con un ‘ace’. Djokovic salvó la propia a continuación con un saque definitivo.

Un tenis de excelencia, por calidad, variedad e intensidad. De repente, un cambio de guion inesperado. 5-5, 40-0 Djokovic. Una petición de ojo de halcón supuso el 40-15. Invitó a Sinner a seguir apretando, y de qué manera. Con iguales, doble falta del serbio, que se picó con el público porque jaleó este fallo, pensando lógicamente en su jugador italiano. Con razón, ya que una serie de diez puntos de éste derivó en set por 7-5.

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Jannik Sinner

Antonio Calanni / LaPresse

Como para dejar KOT a cualquiera. No a Djokovic, que solicitó tratamiento en el cuello durante un segundo set en el que también se las tuvo con la jueza de silla. Se quejó del ‘let’, de los saques que tocan la cinta. Según él, sólo se pitaban los suyos, cuando es un sensor el que decide. ‘Nole’ buscando motivación, encenderse. Indestructible, evitó la situación más que peligrosa de perder en dos sets, que le hubiera dejado en manos de otros resultados.

Aguantó, tiene un don especial para capear el temporal. Se llevó el ‘tiebreak’ por 7-5. Empate, tras dos horas. Dedo al oído, gesto dirigido a la grada. Cuanta más pelea, mejor. Siempre ha sido así con el balcánico, que también ejerció de director de orquesta de los silbidos de los espectadores.

Sinner, calmado, a lo suyo. Concentrado en la misión de enseñar cómo ha crecido como jugador estos últimos meses. Sintió el vértigo de tener contra las cuerdas a una leyenda, no aguantó el 4-2 que invitaba a la sentencia. Djokovic siempre vuelve, y lo hizo enseguida (4-4). Sabe enseñar galones a la nueva generación, infundir el respeto del ‘Big 3’. Logró hacer lo que no había conseguido en dos horas y media: romper el saque del italiano.

Un ‘partidazo’ no acaba de serlo si no hay drama. Acabó con uno y otro caminando sobre el filo de la navaja en el ‘tiebreak’ definitivo. Triunfó un Sinner espectacular, que se puso a la altura de un Djokovic exigente como siempre. Locura en Turín.