Desde que tuvo consciencia de que podía ser capaz de emocionar escribiendo, Sharif dedica su vida a la palabra escrita, ya sea en forma de poesía (es autor de Lo vívido vivido o Canciones de amor y de amor, ambos agotados) o a través de las letras de sus canciones.
La voz es el instrumento, la palabra el vehículo y el rap el latido, dice este zaragozano riguroso en las formas, responsable, comprometido con su trabajo y con la cultura, que pretende dejar algo en el mundo, algo que lo haga un poco mejor. «Es importante escribir bien y, para escribir bien, hay que leer bien». Tacha más de lo que escribe y mide lo que escribe hasta llegar a la expresión simple y rotunda. Se traduce a sí mismo por la palabra y, al escribir, llega a rincones propios que desconocía, aprendiendo a conocerse a sí mismo.
En sus escritos siempre hay un guiño a la literatura, especialmente a la poesía, como el título de su álbum Bajo el rayo que no cesa, alusión a Miguel Hernández. No en vano es graduado en Literatura Hispánica, además de graduado en Ingeniería Informática.
Se exige para sí mismo un compromiso que no todos los artistas están dispuestos a asumir. Le fascina crear algo coherente de la nada, una creación que surge de la parte misteriosa del alma humana.
Sharif cree que hay unas reglas mínimas y, en ocasiones, se preocupa por un nuevo rap más frívolo y superficial, diferente al de su generación, comprometido y contestatario. El éxito abrumador, fácil de vender, es fácil también de pervertir y hacer que algunos artistas se olviden de su responsabilidad.
«Podría vivir de la música sin sentir, pero no lo haría». Porque hay dos cosas que hacen que se dedique al rap. Por una parte, «sigo estremeciéndome, cuando escribo un verso solo en mi casa», este proceso se hace en soledad, es individual, es íntimo. «Este verso, un simple verso, es suficiente y, si consigue emocionarme una vez, lo consigue el resto de mi vida: lo encuentro, me araña, me seduce, me emociona».
Y, después, lo comparte con su público. «La segunda parte es cuando subo a un escenario y consigo emocionar a los que están ahí abajo». Añade que todo lo que hay en medio es mera industria, una industria necesaria, pero que no le interesa, si no se dan esos dos puntos.
Se considera afortunado, considera que lo que le hace feliz es esa pasión y que la pasión encuentre en él la medida exacta. «He tenido una suerte infinita de encontrar algo, que creo que haré toda la vida, aunque no viva de ello».
En septiembre, en colaboración con Charles Ans, presentó Órbitas, que le llevará a una mini gira española antes de cruzar, de nuevo el charco. Volverá esa profunda voz suya a romper el silencio rapeando con rimas atentas, con ritmo y cadencia, llegando a los más jóvenes y a los que empezamos con él hace ya más de dos décadas, atrapados unos y otros por unas letras tan profundamente sinceras y auténticas como los sentimientos que relatan y el corazón de quien las escribe.