Los magistrados de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Zaragoza observaron este martes atentamente la exhibición de un pantalón con un agujero de considerable tamaño a la altura de la cremallera. Este fue el estado en el que quedó la prenda de una joven zaragozana después de que Bilal M. (Marruecos, 2000) la rompiera para introducir varios de sus dedos en las partes íntimas de la chica. «Me hizo una raja en el pantalón a la altura de la cremallera y me manoseó por todos los sitios», declaró la víctima, a quien este joven marroquí empujó contra las escaleras del rellano de un edificio próximo a la sala Garden de Zaragoza tras sacarle del hombro de la discoteca y agarrarle luego de la mano.
Mientras que el ministerio fiscal solicita que Bilal M. sea condenado a ocho años de cárcel como autor de un delito de agresión sexual, la acusación particular a cargo de Rosario de La Llana Corral eleva la pena privativa de libertad hasta los diez años. La indemnización asciende a 20.800 y 25.800 euros, respectivamente, y ambas acusaciones solicitan que el acusado sea expulsado del territorio nacional por tiempo de diez años dada su condición de extranjero.
«Yo solo lloraba»
Los hechos referidos se remontan a la madrugada del 21 de noviembre de 2021, en torno a las 04.00 horas, cuando la joven decidió salir de la discoteca para «fumar» junto a una de sus amigas. De camino a la puerta del establecimiento perdió de vista a esta última –»se puso a hablar con un chico», recordó– y fue entonces cuando entró en escena este joven marroquí. «Es conocido de gente conocida, pero yo no había mantenido ninguna conversación él. Me dijo que si podía hablar con él en privado y que le acompañara. Él tampoco hablaba mucho», afirmó la chica. «Me cogió del hombro, me sacó de la discoteca y, al salir, me agarró de la mano. Había un portal que estaba como entreabierto, me empujó y me manoseó. Yo solo lloraba y quería salir de ahí», continuó la víctima.
No fueron más de diez minutos, pudo zafarse de él gracias a la aparición de un vecino –»fue ahí cuando salí del portal como pude», concretó– y volvió «en shock» y «llorando» a la discoteca para reencontrarse con su grupo de amigas. «Yo no sabía reaccionar. No podía ni hablar», reiteró la víctima antes de trasladarse al hospital Clínico, donde se activó el protocolo de actuación por agresión sexual y la investigación pasó a ser dirigida por la Unidad de Atención a la Familia y la Mujer (UFAM).
Desde entonces sufre «un trauma bastante grande» y rehúye ciertas situaciones cotidianas como «salir sola a la calle por la noche». Precisamente, la psicóloga de la Oficina de Asistencia a la Víctima recordó al tribunal los síntomas que presenta la víctima –»mucha ansiedad», «imágenes intrusivas de lo que había sucedido» y «sensación de hipervigilancia», enumeró– y de los que todavía no ha logrado recuperarse. «Seguimos en ello, pero poquito a poquito ya va saliendo acompañada a la calle», señaló.
Los peritos del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Aragón (Imlcfa) acreditaron, por un lado, que la erosión superficial sangrante que la joven presentaba en la parte más externa de la vagina era «perfectamente compatible» con los hechos denunciados y, por otro, que los resultados del informe mental respondían a un cuadro de «criterios de estrés postraumático».
- En esta misma línea se pronunciaron los agentes de Policía Científica que analizaron los restos celulares obtenidos del lavado vaginal. Debido a la ausencia de esperma, los investigadores llevaron a cabo un estudio específico de los cromosomas que arrojó «un resultado compatible con el ADN de Bilal». Pudieron cotejar los resultados porque el acusado ya había cometido un robo con violencia en 2019. Ayer se quiso desmarcar de todo ello. «Todo lo que ha hecho es porque ha querido, yo no le he obligado a hacer nada. Ella quería y yo quería», justificó.