Los tres días en los que Mieres lleva despidiéndose de su Alcalde han sido por sí mismos un perfecto relato de la persona que fue Aníbal Vázquez. Y en su último viaje, no iba a ser menos. Fue el mierense un regidor que siempre cuidó los detalles. Uno de ellos era la puntualidad. Y como un reloj suizo, con el carrillón del Ayuntamiento repicando las doce, se iniciaba el último descenso de Aníbal por su casa consistorial. No pudo tener mejores porteadores, ya que su féretro fue llevado en hombros por quienes vivieron con él las casi siete décadas de su vida: sus amigos de San Pedro.

Encabezada por los que un día fueron guajes que pegaban patadas a un balón primero, arrancaban carbón después y que vieron a Aníbal crecer y hacerse la «irrepetible» figura que ha quedado para la historia, la comitiva salió por la puerta del Ayuntamiento para desembocar en una marea ciudadana. Su esposa Belén, sus hijos Susana y David, sus compañeros de Corporación y de partido, así como las autoridades y amigos cercanos, acompañaron el féretro hasta la plaza consistorial, donde sonaron las gaitas, el «turullu» y una atronadora ovación que calaba hasta los huesos. Erizaba la piel. Humedecía los ojos.

Tres de los cinco amigos que llevaron en hombros a Aníbal en el primer tramo de su último viaje fueron Chus Vega, Tonín Cerra y José Manuel Menéndez Barriada. «Nosotros pasamos juntos la infancia, la adolescencia, crecimos juntos en la vida», señala Cerra. «Es que nos conocíamos desde que teníamos tres años, toda la vida, jugamos al fútbol, trabajamos juntos…Es una persona irrepetible», agregaba Chus Vega. «Parece imposible que alguien pudiera llevarse bien y tener el cariño y el aprecio de gente tan distinta, pero es que el que conociera a Aníbal sabe que no es imposible para nada», relatan ambos amigos.

Y para muestra un botón. José Manuel Menéndez Barriada, «Pepín», fue secretario de Acción Sindical en el SOMA. Aníbal fue responsable de Seguridad Minera en Comisiones Obreras. Barriada, militante del PSOE. Aníbal, de Izquierda Unida. «Pero siempre fuimos Aníbal y Pepín, de San Pedro, los que jugábamos juntos y éramos amigos», explica Barriada. Curiosidades de la vida, los dos amigos que lo fueron de guajes y crecieron juntos tienen otro nexo común: el hermano de Pepín es César Menéndez Barriada, «Chirri», uno de los concejales del actual gobierno de Mieres, que se ha quedado huérfano si «el jefe».

La idea de llevar a Aníbal durante su último viaje por el Ayuntamiento surgió de Tonín Cerra. «Lo planteamos porque pensamos que era la mejor forma de que los amigos de toda la vida, los que vivimos la vida de abajo hacia arriba, le diéramos un último adiós», explica. «Cada vez que Aníbal podía, nos juntábamos», rememora Chus Vega. «Fue un momento muy duro», señalaban todos al término del acto de despedida del Alcalde. Para ellos, perder a Aníbal era perder a algo más que un amigo, «un hermano».

Galería humana

Como hermanos también serán siempre los miembros de la Asociación Cultural y Minera Santa Bárbara, que el regidor fundó y con la que estuvo hasta el final. Ataviados con el forro polar con el que se uniforman, fueron los encargados de «postiar» la galería humana en la que se convirtió la plaza para dejar el pasillo por el que Aníbal Vázquez saldría hacia el coche fúnebre. Ellos y los miembros de la banda de gaitas, que, de paisano, despidieron al regidor al son del «Asturias Patria Querida».

Seis concejales de su equipo llevaron a hombros a Aníbal Vázquez en el último tramo. Tres hombres: Luis Ángel Vázquez Maseda, Marcelino Estrada y César Menéndez. Y tres mujeres: Nuria Ordóñez, Nuria Rodríguez y Marta Jiménez. Porque para Aníbal, una vez más, todos eran iguales. Un Alcalde que rompió moldes. Aníbal, el chaval que salió del barrio de San Pedro para llegar al cielo. Un cielo laico a la medida de sus convicciones: el agradecimiento y el cariño inabarcables por las palabras que estos días le han manifestado los mierenses.