Novak Djokovic tuvo un debut agónico en las ATP Finals de Turín 2023. El vigente campeón necesitó tres horas para doblegar la brillante resistencia del novato danés Holger Rune, a quien venció 7-6 (4), 6-7 (1) y 6-3.

En un tira y afloja continuo, de mucha calidad e intensidad, Djokovic parecía tener el partido controlado con 2-0 en el tercer set. Acariciaba el objetivo de sellar matemáticamente el número uno mundial del año, liderar la clasificación final ATP por octava vez en su carrera.

Sin embargo, quedaba más emoción y dramatismo que conjugar. ‘Nole’ no logró confirmar el ‘break’. Su frustración, ira porque el desgaste acumulado ya pesaba, tuvo la víctima de costumbre. Descargó toda su rabia contra la raqueta.

Lo hizo a conciencia. Acudió a su silla para el descanso. Meticulosamente, como  recreándose en lo que iba a hacer, posó la raqueta lo suficientemente inclinada y apoyada para poder ejercer una fuerza bruta con su pie que quebrase la herramienta.

Recibió, lógicamente, el ‘warning’ del juez de silla por abuso de raqueta. Un aviso que ni le importó. Era un acto calculado. Lo necesitaba para que lo sucedido en el juego anterior no afectase en su tenis.

Así fue, volvió a encarar el encuentro como si nada, y lo acabó desequilibrando a su favor. Con mucha experiencia y calidad. Son 19 partidos consecutivos ganados desde Wimbledon.


Así quedó la raqueta

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