La familia de Luis Salazar, asesinado a cuchilladas por su suegro en Mieres hace hoy cuatro años, sigue batallando para que «todos los culpables» paguen por lo terrible crimen. La Audiencia Provincial condenó hace un año a Juan Antonio Felipe Román a 22 años de prisión por el asesinato de su yerno. «No se ha hecho una justicia completa», insisten los hermanos de la víctima, natural de Zamora pero muy integrado en Mieres, donde llegó a ser muy querido por amigos y allegados.
«Llevamos ya cuatro años sintiendo la falta de nuestro hermano Luis. Continuamos con el mismo dolor en nuestros corazones por la pérdida de una persona tan humana, amada y querida por familiares y amigos», apunta aún visiblemente emocionada la familia, que durante el juicio hizo gala de una enorme entereza, conteniendo la rabia en presencia del asesino y la familia materna del hijo de Luis Salazar, ya que éste tenía un vástago fruto del matrimonio con la hija del condenado. De hecho, durante el juicio la acusación defendió en todo momento que la causa del crimen fue impedir que Salazar pudiera hacer efectiva la custodia compartida del pequeño, por entonces recién adquirida.
«A Luis nos lo robaron unos indeseables de una forma horrible y cruel». La familia de Luis Salazar habla en plural al estar convencidos de que Juan Antonio Felipe Román actuó instigado por personas de su entorno, algo que en el juicio ni tan siquiera se debatió por ausencia de pruebas. «Estamos luchando y no descansaremos hasta que se sienten en los tribunales todos los partícipes que deben pagar por tan cruel asesinato, se lo debemos a nuestro hermano y a su hijo Javier».
El fiscal
El fiscal recalcó durante el juicio que el acusado realizó un «ataque brutal» el 12 de noviembre de 2019 cuando se aprovechó de la «confianza» que tenía su yerno, de 41 años entonces, al abrirle la puerta de su domicilio y agredirle posteriormente «de forma sorpresiva» sin dejarle opción alguna de defensa. Le asestó nada menos que una treintena de puñaladas, algunas ya con su víctima en el suelo, herido de muerte. Además, el acusado dificultó la investigación al alegar defensa propia cuando las pruebas demuestran que en el escenario del crimen, la vivienda de la víctima, no hubo lucha ni forcejeo y mintió a los investigadores al no facilitar el cuchillo, que nunca fue localizado.
El tribunal popular que juzgó la muerte a cuchilladas de Luis Salazar consideró al autor confeso culpable de asesinato. Los nueve integrantes del jurado acordaron por unanimidad rechazar la petición de la defensa, que solicitaba una pena de entre 7 a 12 años por homicidio. Lo último que en sesión oral se escuchó en la sala del juicio fue a Juan Antonio Felipe Román, de 72 años, diciendo que estaba «arrepentido». Pidió «perdón» a los familiares de la víctima «por la pena» que les ha causado. Lo hizo apenas unos minutos después de que la acusación particular le reprochara que no hubiera hecho gesto alguno de empatía hacia la familia de su yerno durante los tres años que habían pasado desde el crimen. «No tendríamos problema en perdonarle si dijera donde está el cuchillo con el que mató a nuestro hermano y contase cómo lo organizó y quién le incitó». Fue la respuesta en caliente de la familia Salazar, que un año después sigue clamando por una «justicia completa».