La creciente deuda externa está obstaculizando la capacidad de los países de bajos y medianos ingresos para responder a la crisis climática. Ello pese a que los desastres climáticos afectan cada vez más a esos países, según un informe del Centro de Investigación en Economía y Política, que alerta de que esta situación está perpetuando un «círculo vicioso» de mayores débitos y vulnerabilidad constante al cambio climático que impide que estas naciones avancen hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas.
El informe ‘La creciente carga de la deuda en los países del Sur Global: Un obstáculo para los objetivos climáticos y de desarrollo’ examina lo que muchos economistas y expertos ven como una inminente «crisis de deuda externa» y cómo la falta de capacidad de esos países, para reducir la carga de la deuda, está limitando su capacidad para responder a otras crisis, incluyendo la climática.
«La mayor parte del mundo está atravesando una ‘policrisis’, enfrentando altos niveles de deuda externa, combinados con crisis entrelazadas de inseguridad alimentaria, precios fluctuantes de la energía, impactos de la guerra y, por supuesto, la crisis climática”, resalta la coautora del informe Ivana Vasic Lalovic.
«Sin embargo, los países se ven limitados en lo que pueden hacer para responder a la crisis climática porque se ven obligados a desviar gran parte de sus recursos a afrontar sus deudas«, añade.
«Hasta ahora, la respuesta de la comunidad financiera internacional ha sido inadecuada para ayudar a los países más pobres a romper este círculo vicioso», expone el documento.
«Se necesita con urgencia una respuesta más ambiciosa, que combine una actualización de los marcos de resolución de la deuda, medidas de alivio de la carga que ésta representa y más financiación basada en donaciones», señala el texto.
El doble de deuda que en 2010
Los autores del informe señalan que el volumen de deuda externa de los países de bajos y medianos ingresos se ha duplicado desde 2010 y en la actualidad asciende a más de 3 billones de dólares (2,81 billones de euros). Casi el 60% de esa cantidad está en manos de acreedores privados.
Las instituciones financieras internacionales consideran que 79 países están en crisis por sobreendeudamiento o en grave riesgo de estarlo. De ellos, 39 son países subsaharianos, 14 de América Latina y el Caribe y 11 Asia Oriental y el Pacífico.
«Sin embargo, la deuda con los acreedores privados implica tipos de interés elevados, vencimientos de corto plazo y su reestructuración es muy difícil», indica el reporte.
La consecuencia de todo ello es que las naciones afectadas se ven incapaces de dedicar recursos económicos a afrontar la emergencia climática, lo cual, además, tiene impacto en todo el planeta.
La mayoría (tres cuartas partes) de estos países también son «altamente vulnerables al cambio climático«, afirma el informe. Con el agravante de que, «a pesar de que tienen una menor responsabilidad por la crisis climática, enfrentan las mayores cargas en términos de los impactos de los desastres provocados por ella«.
«Los pagos de intereses sobre la deuda pública externa están limitando la capacidad de los países para gastar en necesidades apremiantes, incluyendo la respuesta climática y la mitigación del cambio climático«, insisten las autoras del informe.
Esos pagos de intereses han aumentado «considerablemente desde 2010» en relación con los ingresos por exportaciones de los países de bajos y medianos ingresos.
Una situación «insostenible»
Según el informe, este año el dinero destinado a la deuda y sus intereses «superará las necesidades de inversión en los ODS, sin contar las vinculadas con el cambio climático, en más de 100 países de todo el mundo».
La incapacidad de financiar estas necesidades implica «costos humanos directos y repercute negativamente en la resiliencia climática», ya que se necesitan «sistemas sanitarios, alimentarios, y otros sistemas sociales más sólidos para resistir los efectos de los desastres climáticos«, claman los autoras del estudio.
Para que los países salgan de este círculo vicioso, recomiendan actualizar los marcos de resolución de la deuda y que haya un tratamiento «más rápido y justo de la deuda, que incluya a todas las clases de acreedores».
Problema: esta solución requeriría una legislación que obligara a los inversores privados a conceder las mismas condiciones de reestructuración que los acreedores del sector público.
Las autoras piden alivio de la deuda «de todos los acreedores» y más financiación basada en donaciones de los países ricos a los países de bajos ingresos para la respuesta climática. Sobre todo porque, «después de todo, los países ricos son los principales responsables de la crisis climática«, destacan.
También instan a una nueva e importante asignación de Derechos Especiales de Giro del Fondo Monetario Internacional como una «forma rápida de dar un mayor espacio fiscal a los países climáticamente vulnerables y restringidos por la carga de la deuda».
«La comunidad financiera internacional debe aceptar que la dinámica actual, que prioriza el servicio de la deuda (por gravosa que sea) sobre las necesidades humanas y la urgencia de la preparación y respuesta a la crisis climática, es insostenible”, asevera la coautora Lara Merling. «Hay que dar un paso al frente con soluciones. Millones de vidas pueden depender de ello», concluye.
Informe de referencia, en este enlace.
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