¿Cómo es un desierto submarino? Para entenderlo, se puede recurrir a los paisajes de las clásicas películas del oeste. Hay que imaginar un típico desierto americano, lleno de cactus y sin ningún otro tipo de vegetación. Pero en el mar, los cactus son erizos y las dunas, rocas peladas. Estos blanquizales cada vez son más habituales en aguas mediterráneas, según han confirmado investigadores del CEAB-CSIC (Centre d’Estudis Avançats de Blanes).
Los desiertos submarinos representan tan solo una de las múltiples luces de alarma que se están encendiendo. La crisis climática avanza a toda prisa y los ‘observadores del mar‘ lo comprueban en cada una de sus inspecciones. En total, en esta entidad ya hay 5.489 voluntarios (hace seis años no llegaban a los 1.500) que acumulan más de 22.000 datos registrados, que después avalan los científicos.
«La ciencia no se puede quedar en los centros de investigación. Necesitamos herramientas potentes y la ciencia ciudadana lo es», considera Marc Garrabou, coordinador del proyecto ‘Observadores del Mar’. Científicos, buceadores aficionados, pescadores y amantes del mar aportan datos que deben servir para mejorar la conservación de toda la costa española.
Para Ignacio Torres, subdirector de la Fundación Biodiversidad, del Ministerio Para la Transición Ecológica, es clave mezclar la ciencia con la participación: «Así es más sencillo sensibilizar a la gente sobre los problemas y, además, podemos generar un diálogo entre varios sectores. Desde la pesca hasta el turismo». Algunas de las evidencias recopiladas son realmente preocupantes.
1.Conejos y desiertos
Miles de bosques submarinos agonizan. Con las altas temperaturas fuera de lo normal, especies invasoras herbívoras colonizan zonas desconocidas, hasta entonces más frías. Un buen ejemplo son los Siganus luridus o los Siganus rivulatus (pez conejo, les llaman). ¿Por qué, pez conejo? Porque, además de desplazar a las autóctonas, estas especies devoran las algas a toda velocidad y convierten las rocas en blanquizales. La sobrepesca tampoco ayuda, ya que reduce a la mínima expresión algunos depredadores (sargos, doradas) que regulan las poblaciones de herbívoros autóctonos como las salpas (son como las vacas del mar) y los erizos, que también comen algas. «Cuando alguien nos advierte de que se ha detectado un desierto submarino, nos desplazamos hasta ahí y lo analizamos», detalla el investigador del CSIC Jordi Boada. Son ecosistemas que pierden su funcionalidad y biodiversidad.
2.Floración inusual
Las praderas de posidonia se suelen reproducir de forma no sexual. Sin embargo, con las altas temperaturas, en otoño, se han observado episodios masivos de floración. Maria García, técnica del CEAB-CSIC, precisa que este fenómeno consiste en un esfuerzo extra por parte de la planta: «Aún no sabemos qué consecuencias tendrá este dispendio energético, pero es posible que muchos frutos se pierdan y que la recolonización por reproducción no sexual no sea tan exitosa, por el estrés sufrido». Estas praderas conforman ecosistemas protegidos. Todavía no se sabe cómo pueden afectar las bajadas súbitas de temperatura como la que se está viviendo estos días.
3.Tropicalización
El calentamiento de los océanos está tropicalizando las aguas mediterráneas. Los ‘observadores del mar’ lo han confirmado con avistamientos poco habituales que se están normalizando. Un ejemplo es el pez verde. Antes, costaba de localizar en el golfo de León, en el norte de Catalunya, porque prefería aguas más cálidas. Ahora, en cambio, se encuentra a gusto en esta zona.
«Las comunidades se están reordenando. Los peces de aguas cálidas se desplazan hacia el norte, y los peces de aguas frías bajan a más profundidad», cuenta Boada. El pez verde es autóctono del Mediterráneo, como la tortuga boba, que ahora anida con facilidad en el levante español. Pero al mismo tiempo, aparecen especies invasoras procedentes del canal de Suez, como por ejemplo el pez loro, que ya se ha visto en aguas baleares.
4.Mortalidad
Los voluntarios de 475 entidades que participan en el proyecto también avisan cuando identifican mortandades masivas. Está sucediendo con las gorgonias rojas. En los últimos censos realizados, se observaron complicaciones para el 90% de las poblaciones de este coral. Las esponjas son otro organismo que sufre las altas temperaturas y las olas de calor bajo del mar.
«Es clave documentarlo todo», dice Garrabou. Marc Rius, director del CEAB, subraya que el programa ‘Observadores del Mar’ es uno de los más importantes, porque combina la preservación de la biodiversidad con la sensibilización.
5.Cómo colaborar
Para participar, solo hace falta entrar en la web ‘Observadores del Mar’ y registrarse. Cualquier observación se debe introducir con una fotografía y una referencia geográfica, que los científicos confirmarán y añadirán al repositorio de datos, que se analiza para lograr objetivos de los distintos proyectos. Hay algunos centrados solo en algas invasoras, otros en medusas, otros en desiertos submarinos… En total, son 17 líneas de investigación en las que se trabaja gracias a las observaciones de voluntarios. No es necesario ser un especialista ni saber identificar a todas las especies para ser un observador del mar, recalcan los líderes del programa.