Los profesionales de las gestoras de activos utilizan diferentes estrategias de inversión que aplican para intentar batir en cada momento la rentabilidad de los mercados de referencia y poder satisfacer así los objetivos que persiguen los clientes.

La filosofía de cada gestor o de cada firma de inversión se denomina con diversos términos, como ‘value invest’, ‘growth invest’ o ‘momentum invest’, para explicar cuál es el proceso para seleccionar los productos que van a incluir en cada fondo de inversión.

Por ejemplo, el ‘value invest’ o inversión en valor consiste básicamente en identificar empresas infravaloradas en el mercado y adquirir sus acciones a un precio inferior a su valor intrínseco estimado. Por su parte, el ‘growth invest’ se centra en empresas con un alto potencial de crecimiento, tanto en sus ingresos como en beneficios.

Y a diferencia de estas dos estrategias, el ‘momentum invest’ se basa más en aprovechar la tendencia o el momento de una compañía. En este caso, el inversor espera que el rendimiento de una acción en el pasado, que puede ser tanto alcista como bajista, se mantenga en el corto plazo. “Es, por tanto, una estrategia que se fundamenta más en el análisis técnico, más atento a los movimientos del precio”, señalan desde Gescooperativo, la gestora de las cajas rurales.

DIFERENCIAS ENTRE PEQUEÑAS Y GRANDES GESTORAS

Si bien por lo general se utilizan todas las herramientas al elegir en qué activos invertir, los expertos de Gescooperativo notan ciertas distinciones entre gestoras de gran envergadura y las más pequeñas.

“Las pequeñas, con un reducido número de fondos bajo gestión, tienden a especializarse en una única estrategia, optimizando sus resultados cuando las condiciones de mercado le son favorables. Entre las grandes, lo habitual, es que empleen varias estrategias, y eso es lo que les permite adaptarse mejor a las diferentes condiciones de mercado”, subrayan.

CÓMO SE ASIGNAN LOS ACTIVOS A UN FONDO

Para llevar a cabo la distribución de activos en un fondo, los gestores realizan un análisis detallado de varios factores. En primer lugar, definen el nivel de riesgo del fondo, es decir, establecen la estrategia de inversión que se ha decidido que seguirá a lo largo de su existencia (porcentaje máximo de renta fija o variable, calidad crediticia de la renta fija, ubicación geográfica, volatilidad, etc.). Este proceso inicialmente restringe el conjunto de activos que pueden ser considerados para su inclusión en la cartera. Además, es esencial examinar minuciosamente las condiciones del mercado, no solo las actuales, sino también su posible perspectiva, con el objetivo de posicionar la cartera de manera efectiva.

Desde este punto en adelante, el proceso implica la elección de las compañías que se ajusten a los criterios del fondo. Para llevarlo a cabo, los gestores emplean un enfoque de análisis fundamental que comprende la celebración de reuniones con las empresas, la evaluación de sus activos y la realización de proyecciones de sus resultados financieros.

“El objetivo -explican desde Gescooperativo- es conseguir una correcta diversificación de los activos, lo que implica sobreponderar unos e infraponderar otros».

Aunque es importante recordar que ‘los resultados pasados no garantizan resultados futuros’, como se indica en los acuerdos firmados por los inversores al suscribir un producto financiero, es innegable que el análisis del historial de rendimiento de un fondo brinda a los gestores valiosas lecciones sobre las estrategias que han demostrado ser efectivas.

“Es cierto que tendrían que darse unas condiciones similares para que de la aplicación de una misma estrategia se deriven los mismos resultados, pero las experiencias pasadas ayudan a ajustar las decisiones, analizando posibles errores y aciertos pasados”, señalan desde Gescooperativo.

Reconocen además en la gestora que saber que un fondo ha superado a su índice de referencia, es importante, y aporta un plus de confianza al inversor sobre la profesionalidad del equipo gestor.

Según los expertos de Gescooperativo, en las circunstancias económicas y financieras actuales a nivel mundial, la estrategia óptima sería la diversificación. Esto implica alternar entre las diferentes estrategias disponibles y centrarse en diversas áreas geográficas, sectores industriales y clases de activos.

“Lo más importante a la hora de definir una estrategia es la gestión activa para la rápida adaptación a las condiciones del mercado, y mucho más ahora, cuando estamos inmersos en unas circunstancias cambiantes que exigen de los gestores una capacidad de adaptación muy rápida”, concluyen.