Luz verde para que la Ley de Restauración de la Naturaleza de sus últimos pasos, los que deberían ser definitivos. En el triálogo entre Comisión Europea (quien redactó la ley), Parlamento Europeo (quien la vota) y Consejo de Europa (ministros de los 27), se ha llegado a un acuerdo de mínimos para el redactado de esta ley tan polémica, que debe servir para restaurar la biodiversidad. ¿Cómo? No solo protegiendo sino con medidas proactivas que sirvan para recuperar ecosistemas degradados, tanto terrestres como marinos.
El acuerdo se ha logrado poco antes de las once de la noche de este jueves tras casi once horas de discusión. El reto de le negociación era encontrar puntos de consenso para que cuando la ley vuelva al Parlamento Europeo sea aprobada sin problemas y no in extremis, como sucedió en julio.
¿Por qué tanta polémica?
¿Qué sucedió entonces y por qué la ley causó tanta polémica? El Parlamento la aprobó por seis votos de diferencia, pero la comisión de medio ambiente no le dio el visto bueno ya que entre sus miembros hubo un empate de síes y noes.
Esta semana, al texto lo correspondía someterse a este triálogo multilateral en busca de un acuerdo. Era difícil pero se ha conseguido. Y ahora, la ley, más viva que nunca, afronta el último trámite. Es decir, volver a pasar por la cámara para que sea validada definitivamente.
«Con esta ley ganamos todos. Europa está comprometida con la restauración de sus ecosistemas. Conservamos, protegemos y restauramos«, celebra Teresa Ribera, ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, que se desplazó hasta Bruselas para participar en la negociación final. «Es un acuerdo muy importante. Hablamos de restaurar aquello que genera no solamente vida sino también servicios económicos sociales, con un impacto en nuestras actividades», añade.
Durante los últimos meses, el Partido Popular Europeo y los grupos de ultraderecha se mostraron muy contrarios a esta ley y se manifestaron para que no fuese aprobada. Consideran que va en contra de los agricultores, ya que se planteaba la posibilidad de proteger áreas agrícolas (sin explicitar que deban dejar de cultivarse). Sindicatos y lobbies favorables a la agricultura intensiva levantaron la voz para impedir que la ley avanzara. Sin embargo, el Parlamento la aprobó con el apoyo de Socialistas, Verdes y Liberales.
Rebajas para el consenso
El texto obligará a los países de la Unión Europea a recuperar un 30% de los hábitats degradados en 2050, en la línea de lo acordado en la cumbre de la biodiversidad en Montreal. Esto que implicará medidas de protección ambiciosas.
«Se respetará aquella situación en la que no sea posible cumplir con un objetivo»
Sin embargo, la ley ha sufrido rebajas para obtener el visto bueno de la mayoría de implicados. La primera de ellas es la flexibilidad a la hora de cumplir con lo establecido. «Habrá fechas y objetivos, se dará mucha importancia a las medidas nacionales, pero se respetará aquella situación en la que por un motivo justificado no sea posible cumplir con un objetivo», explica Ribera.
Además, la ley solo obligará a tomar estas medidas en las zonas de la Red Natura 2000 (que ya están protegidas). Este matiz no ha gustado a científicos en defensa de la biodiversidad ni a grupos ecologistas como WWF (World Wide Fund for Nature).
«No es lo que queríamos pero es positivo que exista una ley con objetivos claros»
Luis Suárez, portavoz de WWF España, en declaraciones a EL PERIÓDICO, reconoce que no es lo que deseaban: «No tiene mucho sentido hacer una ley para conservar solo lo que teóricamente ya está protegido por una directiva que te obliga a mantener un buen estado de conservación de estos hábitats».
De todas formas, en la organización, entienden que es una solución de compromiso conjunto y aplauden que haya ley y que no se haya dejado para la próxima legislatura: «Que exista una ley con objetivos claros y la obligación de los estados de aprobar planes nacionales y de demostrar el cumplimiento es un gran avance«.
En el CREAF (Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales) también se muestran satisfechos por el hecho de que la ley salga adelante y esté más cerca de ser una realidad, aunque admiten que podría haber sido más ambiciosa, como lo era el texto inicial redactado por la Comisión Europea.