Dicen que la ignorancia es atrevida y, en ocasiones, el atrevimiento conduce a la perdición. Eso parece haberle sucedido a los detenidos por la violación grupal de Valencia, hasta quienes la Policía Nacional llegó en apenas unos días gracias a que uno de ellos, tal como adelantó ayer Levante-EMV, de Prensa Ibérica, le prestó su móvil a la víctima tras la agresión para que se llamase a sí misma, lo que acabó sirviendo para identificarlo. Eran las 15.46 horas del sábado, 28 de octubre, y solo habían pasado unos minutos de la violación múltiple. 

En cuanto la joven, de 18 años, se liberó, trató de buscar desesperadamente su bolso para coger su teléfono y llamar a la amiga con la estaba en la discoteca antes de ocurrir los hechos. Y fue el ahora encartado, dueño del Mercedes blanco en el que ocurrieron parte de los hechos, quien la abordó a unos metros de ese mismo vehículo para preguntarle si le pasaba algo. Incluso le prestó su teléfono para que buscase el bolso ayudándose de la linterna y luego le ofreció llamarse a sí misma desde su terminal cuando la chica vio que su móvil no estaba en el bolso. Y su número quedó registrado.

La víctima, ajena a la identidad de su ‘valedor’ porque no le había visto la cara -la tuvieron todo el tiempo sujeta por la espalda y con la cabeza agachada- explicó inicialmente a la Policía que había salido de la discoteca acompañada de tres chicos que le habían ofrecido cocaína y que la agresión había ocurrido por completo en el exterior, en la parte trasera de la autocaravana.

Contradicciones inducidas

Cuando los agentes visionaron las grabaciones de la cámara de seguridad del cuartel de la Guardia Civil que registró la secuencia completa de los hechos, se dieron cuenta de que existían contradicciones entre el relato de la chica y lo realmente ocurrido. 

Pasado el fin de semana, la chica declaró por primera vez ante los investigadores de la UFAM. Fue entonces cuando les dijo que no recordaba casi nada de esa noche, que tampoco veía muy bien porque no llevaba sus gafas de vista y que sus primeros recuerdos se reducen al momento en que está siendo violada detrás de la autocaravana, pero que lo que contaba era «gracias al chico que me ayudó a recordar lo sucedido». Cuando le preguntaron a quién se refería, les aclaró que al mismo que le había prestado su teléfono para llamarse a sí misma. 

Y no solo eso. Horas después de la agresión sexual grupal, cuando llegó a su casa, quiso agradecerle a ese desconocido la ‘ayuda’ prestada. Tras grabar en su teléfono el número de ese desconocido precisamente como «ayudante», le escribió varios wasaps para darle las gracias. Él no solo le siguió la corriente, sino que, al igual que había hecho instantes después de la agresión sexual, le aportó «recuerdos» de esa noche pero omitió lo importante: que era el dueño del coche dentro del cual había continuado la violación, que él conducía ese vehículo a la llegada y la partida y que los desconocidos que ella recordaba que la habían violado eran en realidad sus amigos, a quienes había llevado en ese vehículo a València -todos ellos residen en un mismo municipio de la provincia- para salir de fiesta.

La bloqueó al saberse identificado

Los mensajes a través de Whatsapp, tanto escritos como en audio, se sucedieron el sábado y el domingo, pero cesaron bruscamente cuando la joven le dijo que ya había denunciado los hechos y que había dado su teléfono de contacto a la Policía Nacional porque les había tenido que explicar que ese era el número del «chico que me ayudó, así que igual te llama la policía».

Al conocer ese hecho, el «ayudante» envió dos mensajes a la chica, pero los borró de inmediato y ella no llegó a verlos. Media hora después él se disculpó justificando el borrado en que «eran para un amigo». Su contenido es desconocido, pero dos horas más tarde, el tono del interlocutor cambia y le envía un último audio: «No entiendo por qué me tienen que llamar… ¿Ha pasao algo?». Ya ni siquiera esperó la respuesta de la chica; inmediatamente después la bloqueó: su foto de perfil dejó de estar visible.

La chica, ajena a la identidad de su ‘valedor’, se grabó el contacto como «ayudante». Fue la clave para identificarlo

En busca de un abogado

Esas conversaciones entre víctima e investigado son del sábado, 28 de octubre, y del domingo, 29. El lunes, día 30, se produce esa primera declaración de la joven ante la UFAM, donde facilita el número de teléfono de «ayudante» y la copia de los whatsapp. En los días siguientes, los investigadores del grupo de agresiones sexuales de la UFAM descubren que el titular de esa línea telefónica y el dueño del Mercedes son la misma persona y todo, incluidas las contradicciones inducidas a la víctima, empieza a encajar.

El 2 de noviembre por la mañana la Policía contactó telefónicamente con el sospechoso. Se limitaron a preguntarle por el coche y si esa noche había estado en València. Fue suficiente: solo unas horas después, su abogado anunciaba que tanto él como otros dos investigados se entregarían al día siguiente. Cumplieron su palabra, pero aún hay un cuarto implicado que no ha sido localizado.