Es desde hace tiempo que las tiendas de alimentación —o chinos, como son conocidos estos pequeños establecimientos de estilo ultramarinos— abarrotan las calles de cualquier ciudad. La proximidad de este tipo de locales a nuestras casas y, sobre todo, sus amplios horarios han provocado que sus productos sean cada vez más consumidos. Quién no se ha sentido alguna vez aliviado —ya haya sido un viernes jovial a altas horas de la madrugada o un domingo a las dos de la tarde, cuando los supermercados reposan— por tener una de estas tiendecitas, regentadas por trabajadores de origen chino, a escasos metros de nuestro hogar.
Uno de sus productos estrellas es la barra de pan. Sus precios cercanos al medio euro la barra ponen en peligro el negocio de las panaderías y obradores: han aumentado las ventas de barras en los ultramarinos asiáticos procedentes de panificadoras industriales de ultracongelados. Pero, ¿cómo de saludables son estos panes? A priori, cualquiera pensaría que no hay mucha diferencia entre los panes de estos locales asiáticos con los de un supermercado o panadería. Sin embargo, los adquiridos en los primeros establecimientos no son del todo saludables. Así lo asegura a EL ESPAÑOL el doctor Francisco Rebollo, médico especialista en bioquímica clínica y experto alimentario, en una conversación sobre la idoneidad o no de comer a diario el pan de los supermercados o de los ultramarinos de barrio.
Según los expertos, la calidad de estos panes puede estar mermada por un exceso de aditivos en los ingredientes, un mal horneado e, incluso, por la ruptura de la cadena de frío, ya que estos panes son precocinados y se encuentran congelados.
La diferencia principal está en el respeto y cuidado de la cadena de frío, donde los supermercados suelen ser más cuidadosos que los trabajadores chinos. Este diario, junto a Julio López, panadero profesional (Ávila, 1979), ha analizado las barras de pan que venden estos pequeños establecimientos. Por casualidad, cuando este diario se puso manos a la obra para la realización de este artículo, pudo constatar que en un chino —como nos dirigiremos a dichos locales— ubicado en una calle madrileña, los repartidores de Panalcor S.L., —una de las principales empresas de la Comunidad de Madrid en «la fabricación de pan precocido ultracongelado»—, dejaron el pan en la puerta del local antes de que éste abriera.
Ante esta imagen, el panadero del obrador tradicional Mindanao, situado en Madrid, explicó a este diario que las 60 barras congeladas que vienen en las tres cajas se estaban descongelando. «Se ha roto la cadena de frío, lo que provoca que el pan pierda calidad», argumentó. «Además, no sabemos si esto ocurre en otros puntos, pero podría darse el caso de que un perro, tal y como están las cajas, pueda hacer pis en ellas. Es algo que podría ocurrir», prosiguió el profesional.
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Aparte de lo que significa que la cadena de frío no se cumpla correctamente, se suma la composición de los panes precocinados. Según explica a este diario el doctor Rebollo, la ingesta asidua del pan del supermercado o de los chinos por parte de los consumidores incide en la aparición de la «histaminosis alimentaria no alérgica», un síndrome que se traduce en la aparición de todo tipo de síntomas, tanto digestivos como no digestivos.
La distensión abdominal, el estreñimiento, la diarrea, la sensación de pesadez, el cansancio crónico, los dolores de cabeza, la piel seca, la caída de cabello, ojos secos, boca seca o problemas de fertilidad con abortos de repetición durante los primeros meses de un embarazo pueden ser algunos de estos síntomas.
Además, muchas de las barras de pan que son vendidas en estos locales suelen estar mal horneadas. Esto produce que las levaduras propias del pan y las bacterias no mueran por la falta de cocción, según explica Julio.
El estudio dio a conocer que las dos barras estaban muy crudas y la corteza tenía una cocción irregular con partes más tostadas y otras más blanquecinas. A la miga les faltaba también cocción, por lo que, como explicó el maestro panadero, muy posiblemente las levaduras que estos siguieran vivas. «Se pueden comer, sí, pero no es lo recomendable», concluía.
Con respecto a la barra de pan de Bispan S.A. Julio advirtió sin probarla que estaba cruda «por el olor». En este caso, la tercera barra tenía incluso un horneado «no uniforme» –responsabilidad de los ultramarinos– y la miga de interior estaba cruda. Por estas cosas, los expertos se dirigen a los consumidores y afirman que «vale la pena gastar más dinero por una barra de pan de calidad que por una de pan precocinada, porque a la larga afecta a nuestra salud». Además, el precio de una barra de pan no varía mucho entre una tienda de alimentación y un obrador.
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