El consumo desmedido del porno cada vez de carácter más violento entre los menores de edad va a provocar «adicciones, alteraciones cerebrales y más riesgos de salud». Así lo advierte el doctor navarro en Psicología Clínica y especialista en Sexología José Luis García Fernández, quien señala que los pediatras deben dar un paso adelante y actuar como barrera y «competencia» del porno. García ofrece este lunes en la sede del Colegio de Médicos -a partir de las 17.30 horas y organizada por la Asociación de Pediatría Extrahospitalaria y de Atención Primaria de la Región de Murcia (Apermap)- una charla sobre el impacto del acceso de los menores y jóvenes a la pornografía y cómo desde la Atención Primaria se pueden prevenir las peores consecuencias.
Lo primero de todo, a nadie se le escapa que el acceso de los menores y jóvenes al mundo de la pornografía es una tendencia que está en aumento…
Hay que partir de un hecho indiscutible: todos los niños necesitan conocer una serie de hechos sexuales básicos para comprender su cuerpo, su identidad corporal y sexual, sus sensaciones, sus emociones, sus sentimientos… Esto es algo que nadie discute. Todos los niños tienen esas necesidades de hacer preguntas y la mayoría de los padres y de los docentes no responden a esas preguntas. Así, como los chavales no encuentran respuesta en casa y en la escuela, las buscan fuera. La diferencia entre una generación y la de ahora es que ahora esas respuestas las da el porno y un tipo de porno violento. Este es el problema de fondo. Pienso que es el porno el que les va a buscar a ellos. Donde haya un móvil con acceso a Internet va a estar el porno.
¿Puede dar lugar a futuros adictos?
Prácticamente el 95% de los jóvenes españoles, más tarde o más temprano, va a consumir porno. Y desde luego, antes de los veinte años, yo creo que será difícil encontrar a un chico que nos diga que nunca ha visto porno. El último estudio que tenemos en España, que lo ha hecho el Gobierno de Baleares, nos dice que una cuarta parte de los jóvenes vería entre 1.000 y 5.000 horas de porno antes de los 20 años. La paradoja es que mientras que el 95% de los chavales afirma consumir porno, solo el 15% de los padres reconoce que eso es así: los papás van por un lado y los jóvenes van por otro. Los padres viven en otro mundo, no tienen ni idea dónde están sus hijos, qué ven, qué influencers siguen, ni cuánto material sexual mandan o reciben en sus móviles…
Hablaba antes de que lo que consumen es un porno violento…
Sí, tiene diferentes dosis de violencia. Esto no lo digo yo, el último informe del Gobierno francés nos dice también que el 90% de ese material es violencia real. Es decir, que hay desde azotes hasta tortura. Este es el modelo que nuestros chicos aprenden: se excitan y se masturban con él de forma gratuita a cualquier hora del día y de la noche y, por lo tanto, consideran que eso es lo ‘normal’ y tratan de llevarlo a cabo cuando tienen la oportunidad.
«Como no controlemos el uso y el consumo de los ‘deepfakes’ va a ser un desastre», advierte
Entiendo que se crea una imagen totalmente falsa y alejada de la realidad.
En todos los vídeos que yo he visto el hombre consigue su objetivo siempre penetrando a la mujer y justificando que la violencia es aceptable. Además, el porno invisibiliza el condón y, por tanto, tenemos el riesgo de infecciones sexuales. En España, según datos del Ministerio de Sanidad, hay infecciones sexuales que han aumentado un 243%. Porque los jóvenes cada vez tienen más problemas sexuales. En conclusión, el aprendizaje que tienen con estos vídeos es que a las mujeres les gusta que las fuercen. Van ya predispuestos con un modelo determinado de relación sexual porque lo han visto miles de veces y porque es el modelo que les excita.
A todo esto se le suma el peligro de los deepfakes, hechos con Inteligencia Artificial.
Pues esta es una modalidad de porno nueva y es una absoluta barbaridad. Como no controlemos esto, va a ser un desastre. Imagina que hay una niña de 12 años que recibe un vídeo con su cara y la amenazan con difundirlo: esa niña es capaz de hacer lo que le pidas. Vivimos en una sociedad hipersexualizada. El sexo está por todos los sitios. Este sexo, digamos, un poco banal, fisiológico, obligatorio donde no hay ternura, no hay afecto, no hay empatía, no hay respeto. Yo propongo un modelo radicalmente diferente de sexualidad positiva para hacer la competencia del porno. Tenemos que hacer la competencia del porno. No tenemos otra. Porque el porno va a seguir existiendo porque es muy poderoso y no hay ningún político que le quiera meter mano. Y aunque le metan mano, seguirá existiendo. Mientras no capacitemos a nuestros chicos de que no consuman ese tipo de porno, no haremos nada. El porno dejará de existir cuando se deje de consumir. Mientras tanto, va a seguir ahí. Y, por tanto, tenemos que decidir quién educa a nuestros hijos. El porno o nosotros. Esa es la decisión que los papás y las mamás tienen que tomar en este momento. Ya no hay tiempo para más. Ya no hay que esperar más. Donde haya un móvil, allí estará el porno. Está al alcance de la mano.
¿Y qué papel puede jugar aquí el profesional de la Atención Primaria?
Hasta ahora la sanidad no ha tenido en cuenta los aspectos que tienen que ver con la sexualidad en general. Digamos que tú cuando vas al médico no te preguntan por tu vida sexual. Lo que yo le voy a proponer a los pediatras murcianos es que asuman su responsabilidad de agentes de salud e incorporen, por ejemplo, preguntas sexuales sencillas a los chavales que van a su consulta y que se ofrezcan como informadores, como personas que le pueden suministrar información científica, rigurosa. Y que actúen como ‘barrera’ frente al porno haciendo el papel de educadores. Ciertos temas que tienen que ver con el placer, la conducta sexual o la masturbación no se hablan, son temas tabúes. Los pediatras, como están en contacto con niños hasta los 16 años, pueden ser un recurso interesante. Sin duda, necesitamos un batallón de profesionales para hacerle la competencia al porno.
¿Qué consecuencias perjudiciales puede tener este consumo desmedido?
Hay que poner el foco en que estos niños han aprendido sexo sin una educación sexual que pudiera hacer de contrapeso, y, por tanto, van a ser carne de cañón de las consecuencias: van a tener, como hemos dicho antes, una adicción al porno. ¿Por qué? Porque es gratis, porque excita y porque da placer sexual. También provoca alteraciones cerebrales, porque la persona adicta va a necesitar cada vez más tiempo viendo porno, y, cada vez más porno violento, más duro, más fuerte. Va a tener riesgos de salud como infecciones sexuales o como embarazo no deseados porque no se usan condones. Y también problemas de pareja porque el adicto al porno al final no va a sentir placer en una relación estándar, va a querer más, porque ya lo normal no le excita.