Con poco dinero (apenas 15,2 millones de euros costó el once inicial del Girona en Pamplona) y una poderosa idea se pueden romper todos los techos. Y esa romántica y hermosa obra, construida con inteligente paciencia por Míchel, el técnico, y Quique Cárcel, director deportivo, se ha instalado en la cumbre de la Liga. No hay discusión alguna. Es el mejor equipo del campeonato, como así acredita su primer puesto. Y quién mejor juega con matices ricos, capaz de mezclar calma y vértigo alrededor de la pelota.
«Yo no lo veo techo al equipo», proclamó el entrenador, deslumbrado incluso con la enorme luz que proyecta su equipo, firmando unos números asombrosos: 31 puntos de 36 posibles, con dos puntos de renta sobre Madrid, cuatro al Barça y seis al Atlético, con un partido menos.
El Girona ha «roto», como confesó Míchel, «todas las expectativas». Ha ido derribando, poco a poco, barreras que parecían inalcanzables, demostrando que resulta tan importante la detección de talento joven en casa (Arnau es el ejemplo) como fuera (Miguel, Sávinho y Yan Couto son las últimas referencias como lo fueron antes Baena o Riquelme).
Rescatar jugadores perdidos
No solo eso. La construcción del líder viene también por la mezcla con jugadores que no servían en otros sitios, pero han encontrado en Montilivi el paisaje táctico adecuado para explotar. No había noticias de Gazzaniga, un portero perdido en la Premier, que vivía casi siempre en el banquillo. Hasta pasó el meta argentino en su momento por España con dos etapas: estuvo en el Rayo Vallecano en Segunda (2017-18) y luego con el Elche con apenas ocho partidos en Primera (20-21).
Y se le había perdido ya el rastro a Aleix García, rescatado para el fútbol de elite por aquella llamada que le hizo a Cárcel suplicándole su vuelta. Estaba en Rumanía, luego una cesión durante seis meses al Eibar, donde era suplente habitual. Ahora es uno de los mejores centrocampistas del campeonato.
¡O qué decir de David López! Expulsado del Espanyol, su casa, porque ya no servía. O de Eric García, quien en apenas dos meses en Girona ha recobrado su mejor nivel tras un paso por el Barça donde no logró asentarse en el eje de la defensa. Yangel Herrera también jugó con la camiseta perica, pero no dejó huella alguna. Es uno de los líderes del Girona.
A todo eso ha añadido una intuición especial para encontrar piezas singulares en momentos especiales. Reclutó a Tsygankov de la guerra de Ucrania, quien desestimó otras ofertas más importantes para acabar en Montilivi. Abrió él la puerta para que llegara este verano su compatriota Artem Dovbyk, el fichaje más caro (7,7 millones de euros por el 50% abonó al Dnipro).
Un ‘nueve’ decisivo nada más aterrizar como demuestran sus cifras enterrando los viejos prejuicios sobre los períodos de adaptación. Tres meses lleva en España. Apenas 12 jornadas. Y ha intervenido en 10 de los 29 goles del Girona, el equipo máximo realizador del campeonato. Seis tantos y cuatro asistencias revelan la importancia de esa pieza, que ha sincronizado, casi de forma automática, con lo que pedía Míchel, creando una identidad propia, por encima de su vinculación con el City.
Solo dos cedidos del City
Tan solo Sávinho, que venía del Troyes belga, donde no jugó apenas ni tampoco en el PSV Eindhoven al que había sido cedido (95 minutos), y Yan Couto pertenecen al club inglés. Los otros cedidos son Eric García y Pablo Torre (Barça). Los demás son propiedad del Girona, cuya media de edad en el once inicial de Pamplona fue de 25,1 años con una valentía futbolística que admiró al propio Míchel, quien ha perdido en el camino a cuatro piezas básicas.
Pero el equipo no se ha resentido de la marcha de Oriol Romeu (Barça), Santi Bueno (Wolverhampton), ‘Taty’ Castellanos (Lazio) y Riquelme (Atlético de Madrid). Basta ver los cuatro tantos que tumbaron a Osasuna para demostrar la riqueza del fútbol del Girona y que no añora a ninguna de esos elementos que eran imprescindibles el curso pasado. El 0-1 fue el contragolpe perfecto a una velocidad supersónica: 16 segundos, cuatro jugadores (Sávinho, Blind, Dovbyk e Iván Martín, que adelantó al equipo).
El 2-2 lo marcó Dovbyk tras una presión al borde del área navarra de Iván Mártin, quien conectó con Aleix García, cuyo pase a la banda izquierda desgarró a Osasuna porque Sávinho encontró a Miguel, cuyo centro fue cabeceado por el ‘nueve’ ucraniano. Robo y gol. Todo en nueve segundos.
El 2-3 llegó como consecuencia de otro robo en campo aún de Osasuna. En este caso, de Miguel, y con el golpe de fortuna necesario, tras un doble error rojillo, apareció Tsygankov. ¿En cuánto tiempo? 14 segundos. Fútbol vertical y profundo. Venenoso. El 2-4 de Aleix García fue, en cambio, un paciente ejercicio colectivo porque intervinieron los 11 jugadores, incluido Gazzaniga. Necesitó el Girona 55 segundos para consolidar su ascenso a la cima de la Liga.