Las personas se ven envueltas en un peligroso hábito diario: consumir cocaína y otras sustancias tóxicas, incluso antes de dirigirse al gimnasio para entrenar. Se entregan al ejercicio de manera intensa y sin control mientras están bajo los efectos de estas drogas. Los expertos, después de estas prácticas, alertan sobre un aumento alarmante de problemas cardíacos en sus consultas médicas. Cada vez se atienden a más pacientes, y a edades cada vez más tempranas. Este patrón podría llevar a un aumento de los ataques cardíacos en personas menores de 30 años. Esta preocupación es generalizada entre los profesionales de la salud en toda España, aunque reconocen que no existen estudios o informes que lo confirmen oficialmente.
Ramón López Palop, cardiólogo intervencionista y presidente de la Sociedad Murciana de Cardiología, una rama de la Sociedad Española de Cardiología, explica para Antena 3 Noticias: «Nos sorprende encontrarnos con pacientes jóvenes que han sufrido un infarto, algo que estadísticamente no debería estar sucediendo». Habitualmente, las mujeres experimentan infartos después de la menopausia y los hombres entre los 40 y 50 años, especialmente si tienen factores de riesgo como diabetes, hipertensión, colesterol alto o fuman.
Lo que más preocupa al Dr. López Palop es encontrar casos de personas en sus treinta que han sufrido un infarto. «Cuando nos encontramos con personas jóvenes que hacen deporte, intentamos encontrar una causa subyacente. A menudo descubrimos que estas personas consumen cocaína o estimulantes mientras hacen ejercicio, a pesar de no ser atletas profesionales. Esto puede aumentar significativamente el riesgo de un ataque cardíaco». Los cardiólogos enfatizan la importancia de evitar estos factores de riesgo, incluyendo el consumo de sustancias tóxicas. La obsesión por un desarrollo muscular rápido y excesivo no es saludable ni natural, y el uso de anabolizantes tampoco es seguro.
Aunque los gimnasios y centros comerciales están cada vez más equipados con desfibriladores, los expertos advierten que esto no previene un infarto. «Un desfibrilador puede corregir una arritmia o detener la respiración, convirtiendo lo que podría ser una muerte en una oportunidad de vida. Sin embargo, su uso adecuado requiere preparación. Si no se utiliza correctamente, puede empeorar la situación».
Las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte en España y en todo el mundo. Solo en la Región de Murcia se atienden más de 500 casos de infarto al año de forma aguda. Cada minuto que pasa desde un paro cardíaco reduce las posibilidades de sobrevivir sin secuelas. Incluso si se resuelve el problema agudo, en la mayoría de los casos es necesario seguir programas de rehabilitación y prevención para evitar futuros ataques cardíacos.
Las consecuencias de un infarto pueden ir desde la inactividad física hasta la muerte, advierte el Dr. López Palop. Es fundamental ser conscientes de que se trata de una enfermedad potencialmente mortal. «De los pacientes que llegan al hospital con un infarto, aproximadamente el 7% fallece. Es un porcentaje alarmantemente alto». Por tanto, la mejor prevención radica en evitar los hábitos nocivos y los comportamientos de riesgo, incluyendo la práctica del deporte dentro de límites razonables y seguros.