Hoy te quiero hablar de alguien que estos días está muy presente en todo lo que me rodea. Me recordaba una compañera de profesión que el ejemplo de vida de esta persona es lo que los jóvenes de hoy necesitan. Su humildad, su perseverancia o su fortaleza son cualidades que a poco que uno las descubre se siente empujado a imitar.

Hablo del beato Lolo del que hoy celebramos su partida al Cielo. Escritor y periodista que pronto quedó en silla de ruedas. Poco después perdió también la visión, pero nunca se rindió. Lolo supo hacer de la comunicación un servicio a la verdad. Fue bálsamo para los más débiles. Un hombre de fe cuyo ejemplo de vida nos empuja a muchos especialmente cuando la tristeza o el desánimo aparecen.

Uno se pregunta de dónde saca la fuerza un paralítico ciego para vivir con esa alegría la enfermedad. Porque Lolo pasó más de 25 años en su silla de ruedas y 9 de ellos ciego… Podía haberse dejado vencer, pero sin embargo, la fe fue más fuerte. Una fe capaz de contagiarse. Ese era Lolo.

Cuentan quienes le conocieron que era un devoto de la Eucaristía. Periodista valiente y comprometido, cercano a los jóvenes a los que enganchaba con sus palabras. Sentían la necesidad de hablar con él.

Y aunque los periodistas y comunicadores le tenemos muy presente, su vida nos enseña que cualquiera puede verse reflejado y alentado en Lolo. Más aún en un mundo difícil como el nuestro, donde nos cuesta entender muchas de las cosas que ocurren, y donde Lolo se convierte en motivo de esperanza.

En este día te invito a conocerle. Manuel Lozano Garrido, beato Lolo, porque vivir en cristiano la realidad que nos rodea hace que las cosas tomen sentido y se vean desde otra perspectiva.