María denuncia en Espejo Público el presunto acoso sexual al que la sometió el anciano al que cuidaba: «Llegó un momento que dije yo no voy a estar soportando todo esto, me tengo que arriesgar…voy a terminar con una parálisis»

Un acoso continuado es lo que ha tenido que sufrir María, nombre ficticio de esta víctima mientras cuidaba a un ganadero jubilado al que ya ha denunciado. La convivencia con el anciano ha sido un auténtico infierno. La cuidadora ha vivido en su domicilio para poder ahorrar y enviarle dinero a su marido en Latinoamérica para costearle las operaciones y tratamientos médicos provocados por la diabetes, que ya le ha dejado prácticamente ciego.

Juan, el anciano con nombre ficticio, conocía esta situación e incluso le ofreció supuestamente 50€ a cambio de mantener relaciones sexuales. Conseguir el empadronamiento también se convirtió en motivo de chantaje: «Yo te voy a empadronar. Eso ya está hecho, ahora vamos a lo otro» Son algunas de las amenazas que ha sufrido María.

Solo ocho días fueron suficientes para que el jubilado comenzara con el acoso a su cuidadora. Todo empezó un 14 de febrero, fecha que María tiene muy marcada en la memoria. Ese día comenzó el chantaje emocional: «Si quieres que seamos amigos vamos a hacerlo un ‘poquico’ y ya somos amigos del todo. Esto no se lo vas a contar a nadie, se queda en un secreto para ti y para mi»

Y aunque María se negaba: «No…por favor», el anciano seguía insistiendo y las vejaciones llegaron después: «pero por qué eres tan cría y tan tonta», le decía. Un calvario que María debía soportar las 24 horas del día.

Tampoco existía privacidad para ella. Se metía en su habitación, se bajaba los pantalones y le proponía mantener relaciones sexuales, hasta se ha llegado a masturbar delante de ella.

El juzgado le ha impuesto a este pensionista una orden de alejamiento de trescientos metros al considerar que existen bastantes indicios de supuestos delitos de acoso sexual, de agresión sexual y también de delitos contra los trabajadores.

Una situación que María ha sufrido durante meses, hasta que ha podido encontrar otro trabajo que le ha permitido cuidar a su marido y a su hija de 11 años.