‘El ángel exterminador’ es una película que Luis Buñuel filmó durante su exilio mexicano en 1962. Es la historia de un pequeño mundo burgués que entra en un estado de salvajismo en una mansión donde escasea la comida, falta el agua y se acumula la basura. El escritor y comentarista político argentino Jorge Asís recurrió al título de ese filme para bautizar al expresidente de derechas Mauricio Macri. Un modo de definir una pulsión -a su criterio destructiva- que impacta en propios y extraños. Macri ha espiado a su familia, aliados ocasionales y compañeros de ruta, además de no tener piedad con sus adversarios. Ahora, el ‘ángel’ ha posado sus alas sobre el anarco capitalista, Javier Milei.
Decidió no solo respaldarlo en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del 19 de noviembre. Con el ímpetu que lo define, se propone moldear al ultraderechista a su imagen y semejanza si vence en las urnas al peronista Sergio Massa. Este apoyo, que comparte con Patricia Bullrich, la candidata de Juntos por el Cambio que quedó en el camino electoral, no hizo más que provocar la ruptura de esa coalición. Su sector de centro derecha ha huido despavorido ante el giro del magnate.
Massa obtuvo el 37% de los votos y le sacó siete puntos de diferencia a Milei en el primer turno. Bullrich arañó el 23% de las adhesiones. Macri los pone al servicio del candidato de La Libertad Avanza, aunque sabe de antemano que no es el dueño de todos esos sufragios, y mucho menos en un escenario electoral marcado por el signo de lo impredecible, hasta el punto de confundir a la mayoría de los encuestadores.
Al Capone como modelo
El exmandatario reconoció que habla con Milei al menos desde 2021, cuando ya era conocido por su lengua feroz, capaz de reivindicar a Al Capone por desafiar al Estado durante la Ley seca o aceptar la venta de niños. «Los políticos no hablan del tiempo. Los políticos hablan de poder», ha señalado Carlos Pagni, sagaz columnista del diario ‘La Nación’, sobre esas pláticas desarrolladas lejos de los fisgones.
«Macri está soñando ser el líder de una nueva derecha, de una nueva configuración desde el punto de vista conceptual más nítida». Una eventual victoria del economista el 19 de noviembre sería vista por el empresario como «su propio triunfo». Otro analista, Diego Genoud, dice sobre esta flamante alianza. «Con su reivindicación del menemismo (que gobernó entre 1989-88), su aval a la dictadura militar y su rechazo de los partidos políticos tradicionales, Milei es un Macri desinhibido por completo«.
El cisma opositor
Juntos por el Cambio tiene 10 gobernadores provinciales, 530 intendentes, 93 diputados y 24 senadores en el Parlamento nacional. Pero esa fuerza considerable se ha astillado porque varios dirigentes de peso le han dado la espalda a esta entente a la derecha de la derecha. El alcalde de la ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, a quien Milei calificó de «cucaracha», fue uno de los primeros en tomar distancia. «No voy a ir a votar, me cansó moralmente la sociedad«, dijo Elisa Carrió, una referente de esa alianza opositora. Y habló de la «locura» de su líder histórico.
La Unión Cívica Radical (UCR), el centenario partido que también forma parte de Juntos por el Cambio, ya avisó, sin nombrar a Massa, que «jamás» respaldaría a la ultraderecha en el segundo turno. Lo hizo público el pasado martes, cuando se cumplieron 40 años de la victoria electoral de Raúl Alfonsín, figura señera de la UCR, en los comicios que reintrodujeron al país por la senda institucional tras siete años de régimen militar. «Democracia o dictadura» fue la disyuntiva que planeó entonces el radicalismo. Esa encrucijada lleva ahora el nombre de Milei, quien se jacta de golpear un muñeco con la figura de Alfonsín por considerarlo un comunista. «Todo lo que tenga que hacer para que no gane, lo voy a hacer», dijo el gobernador de la norteña provincia de Jujuy, Gerardo Morales, una de las autoridades de la UCR.
El sociólogo ecuatoriano Jaime Durán Barba fue estratega de la campaña que consagró al empresario presidente hace ocho años. Luego se desempeñó como su consultor personal. «¿Y por qué Macri no se lanzó para presidente? No se lanzó para presidente porque tenía pésimas cifras, tiene un rechazo total«.
Una ultraderecha también revuelta
Según el portal ‘La Política online’, Milei «se entregó» a Macri pero ha pedido que no se hable de un acuerdo de Gobierno hasta que pasen las elecciones. El economista no quiere abandonar su discurso contra la «casta política», fuertemente comprometido con su acercamiento al magnate. No han faltado expresiones de desagrado dentro de su fuerza, LLA, por este pacto. Milei pasó de ser un personaje histriónico de las tertulias televisivas a un candidato altamente competitivo por un discurso extremo que caló hondo en parte de una sociedad pauperizada por la crisis. Pero ahora comienzan a esbozarse intentos de «domesticarlo» para que no asuste tanto a los votantes moderados. En los días que restan de campaña electoral evitarán las comparaciones con Donald Trump o Jair Bolsonaro. El modelo a emular, se ha dicho, será el republicano Ronald Reagan. A pesar de esos esfuerzos de maquillaje, la ultraderecha le cuesta no obstante desprenderse de sus inspiraciones originarias. Al igual que en EE.UU y Brasil, han comenzado en las redes a hablar de «micro fraude» electoral.
Macri se radicaliza, llama a evitar que Argentina se convierta en una imaginaria Venezuela, agitando un peligro en los hechos inexistente: el del peligro kirchnerista. La fuerza que construyó la exmandataria y actual vicepresidente, Cristina Fernández de Kirchner, ha perdido su centralidad. Y si Massa gana, esa dirección menguante se acentuará.
El entendimiento Macri-Milei se pondrá a prueba en las urnas. «Habrá que ver qué pesa más, si la decepción de los que ahora ven a Milei como un farsante y lo abandonan o la potencia reactiva de las fuerzas del antiperonismo que se unen en contra del proyecto que ahora lidera Massa», dijo Genoud. Otro factor puede modificar la intención de voto de cara al 19 de noviembre, y es la economía.