Las últimas horas de la jornada laboral en el sector de la hostelería incluyen, por un lado, la recarga de las cámaras con botellines de cerveza y bebidas refrescantes y, por otro, la limpieza del establecimiento para ponerlo a punto de cara a su apertura al día siguiente. Estos eran los cometidos que este domingo le quedaban a la camarera de un bar del barrio de Casablanca de Zaragoza hasta que su expareja decidió sacarle de los pelos desde detrás de la barra para propinarle una brutal paliza a base de patadas y puñetazos. Tanto es así que le rompió el pómulo y la nariz y fue trasladada de urgencia al hospital Miguel Servet de la capital aragonesa al mismo tiempo que los agentes se llevaban detenido a este hombre de nacionalidad rumana.
Los hechos referidos se remontan a última hora de la tarde del pasado domingo. Este individuo entró al Barrios Tavern de la calle Embarcadero sobre las 21.00 horas y allí esperó, al menos, durante una hora hasta que el último cliente salió por la puerta. Al verse solo y garantizarse que nadie pudiera interferir en su acometimiento, decidió saltar al otro lado de la barra para sacar a su expareja de allí mientras le agarraba del pelo. Cuando lo consiguió, no dudó en abalanzarse sobre ella mientras le propinaba un buen número de puñetazos y patadas que dejaron un reguero de sangre en el suelo y el mobiliario del bar. La chica trató de zafarse de sus golpes, si bien él le respondía con más agresividad cada vez que hacía el amago de abandonar la taberna.
Tales eran los ruidos y los gritos provenientes del interior del establecimiento que incluso un viandante se percató de todo ello. Trató de buscar auxilio y lo encontró en el vigilante de seguridad del Alcampo que se encuentra a escasos metros del bar. Fue este último quien decidió dar la voz de alarma a la sala de emergencias del 091 no sin antes levantar la persiana del bar e instar a la víctima a salir con él. Logró ponerle a salvo.
Hasta allí fue comisionada una dotación de la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Jefatura Superior de Aragón, cuyos indicativos rápidamente comprobaron la gravedad de las heridas que presentaba la víctima y ordenaron su traslado a un centro hospitalario de forma inmediata. No era para menos porque sangraba del labio, presentaba un fuerte moratón en el ojo –apenas lo podía abrir– y todo hacía indicar que le habían roto la nariz y el pómulo. De hecho, les llegó a referir que incluso había llegado a temer por su propia vida.
Un cigarro y una cerveza
Pero el agresor no había huido del bar. Los agentes comprobaron que permanecía tranquilamente detrás de la barra mientras fumaba un cigarro y bebía una copa de cerveza. En ningún momento les negó la agresión contra su expareja, si bien trató de justificar que era una «puta» porque había entablado conversación con otros clientes del Barrios Tavern y, por ello, había enloquecido víctima de un ataque de celos.
Tampoco podía negar la evidencia porque, primero, su cara, sus nudillos y su ropa estaban impregnados de sangre como consecuencia de los puñetazos que infligió a la víctima y, segundo, las sillas y las mesas del bar estaban tiradas en el suelo y allí también había restos de sangre. Todo este relato de hechos podrá ser corroborado objetivamente gracias a las grabaciones de las cámaras de videovigilancia instaladas en el interior del bar y que el Cuerpo Nacional de Policía ya ha solicitado a su propietario.