‘Kinky,’ activista, educadora sexual, negra, queer y superviviente de cáncer. El trabajo de la también escritora Ericka Hart abrió camino cuando decidió enseñar los pechos después de su doble mastectomía. Le habían diagnosticado cáncer de mama bilateral en mayo de 2014. Tenía 28 años y se dio cuenta de que, ni su identidad como mujer negra queer, ni su vida sexual ocupaban un lugar destacado en todo el proceso del tratamiento. Ningún profesional sanitario le mencionaba nada sobre ello, ni le preguntaban cómo se sentía respecto a su sexualidad. O cómo le afectaba. Así que decidió hacer algo al respecto: aparecer en topless en público.
Desde entonces, ha sido solicitada en colegios y universidades de todo Estados Unidos, y ha aparecido en numerosas publicaciones digitales. Una popularidad que la ha llevado a juntarse con la asociación de Womanizer para promover la autosatisfacción como un recurso viable para recuperar el placer y la identidad durante y después del cáncer de mama. «Hay un antes y un después en tu vida sexual tras este diagnóstico por los cambios drásticos que sufre tu cuerpo a raíz del tratamiento y de las cirugías. Tienes que aprender a vivir con él de una nueva forma», explica Hart a El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica, por medio de una videollamada. Son las 16.00 h. en su zona horaria; las 22.00 en España.
Recuerda el cansancio y la fatiga producida por la quimioterapia y el gran impacto que esto tuvo en su libido. También la disminución del flujo vaginal y el desafío que significaba participar en cualquier actividad sexual por el agotamiento que sentía. «Sinceramente, no tenía ganas de hacer nada. Eso incluía la masturbación, el sexo con una pareja, el coqueteo. Era como si no quisiera hacer nada sexual. Simplemente estaba exhausta», relata.
Un tema que no existe
Por lo general, las mujeres con cáncer de mama informan de una salud sexual significativamente peor que aquellas que no padecen la enfermedad. En un estudio longitudinal, la actividad sexual descendió del 71,9% antes de la quimioterapia al 47% durante el tratamiento. Seis meses después de terminarlo, los niveles de actividad sexual volvían a acercarse a los niveles previos al tratamiento. Con la cirugía o la radioterapia, el efecto es parecido.
La evidencia científica está ahí, pero Hart recuerda que ningún profesional médico le preguntó por ello. «Eso no me gustó. Sentí que deberían haberme preguntado y haber estado interesados en una parte de mi salud; mi salud sexual, para apoyarme antes y después del tratamiento», señala.
Porque, por lo general, ni en las salas de exploración ni en las conversaciones médico-paciente se habla del placer ni de los efectos de los tratamientos oncológicos, como la disminución de la libido, la sequedad vaginal o el dolor. Hart lo achaca a la falta de tiempo en las consultas médicas, a la escasa educación sexual y a la poca capacitación de los profesionales de Oncología en este sentido.
Tampoco se habla de la disociación del propio cuerpo y la pérdida del concepto de feminidad, uno de los temas que más hacen sufrir a las afectadas, como manifestaba Anna Rodríguez, psicooncóloga de la Unidad Funcional del Cáncer de Mama del Institut Català d’Oncologia Girona (ICO) a El Periódico de Catalunya. Erika Hart asegura que ella misma tuvo problemas para ponerse ropa ajustada después de pasar por la doble masectomía. Después, optó por normalizar sus tetas mostrándoselas al mundo.
Regalan juguetes
«Cuando la enfermedad es el único centro de atención, se ignoran todos los aspectos que contribuyen a la salud de las personas, lo que hace que la paciente sienta que lo único que debe tratarse es lo que está ‘mal’, lo que le lleva a creer que algo va mal con ella. He tenido que trabajar muy duro para recuperar el placer para mí misma», aseguraba al inicio de la campaña.
Para que esto no ocurra, Hart se muestra a favor de cualquier herramienta que pueda favorecer la masturbación. «Ayuda a los pacientes porque eleva la moral. La masturbación tiene un beneficio científico, ¿verdad? La dopamina aumenta cuando tienes un orgasmo, igual que cuando te ríes, cuando sientes placer o cuando comes helado. También cuando te tocas se siente bien. Creo que es realmente excelente para nosotros tener oleadas naturales de dopamina, especialmente cuando estamos lidiando con un tratamiento de cáncer», indica a este periódico.
«Yo me uní a esta campaña porque soy educadora sexual y quería que la gente supiera que puede permanecer conectada con su cuerpo, incluso durante el diagnóstico de cáncer, durante el tratamiento y el después -prosigue-. Creo que la masturbación es un gran recordatorio del placer personal, pero también de que tal vez puedes hacer algo diferente con una o varias parejas sexuales. Por eso siempre estoy interesada en ser parte de campañas que van a alejar el cáncer de mama de una mirada única».
Como parte de la campaña con Hart, Womanizer ha estado regalando el juguete sexual Womanizer Premium Eco durante octubre a quienes están en tratamientos contra el cáncer de mama, lo que puede tener un impacto significativo en la salud y el bienestar sexual. Además, dentro su misión en la investigación médica, la marca global también apoyó recientemente un estudio realizado por la Universidad Médica Charité en Berlín que estaba centrado en explorar el impacto positivo del bienestar sexual entre los supervivientes de cáncer de mama.