El mazazo de Matos en el minuto 94 repitió la historia para el Real Zaragoza, que suma tres partidos de inconsistencia en el tramo final, de no saber cerrar los partidos, de no concretar sus ventajas en victorias, de un pánico terrible a ganar, fruto de sus propios defectos, de la sensación de inseguridad que transmite el equipo, víctima de sus fallos ante el Sporting y el Eibar y, este lunes, de la flojera en los últimos instantes, donde el Burgos solo podía meter miedo a balón parado y así llegó, tras un saque de banda, el tanto del lateral del equipo burgalés de disparo raso después de que Fer Niño tocase el balón de Álex Sancris y Andy lo prolongara para la llegada de Matos sin que nadie, sobre todo Bermejo, siguiera al jugador.

Al final, el Zaragoza ha echado a perder un pleno de tres victorias que tuvo en la mano para sumar solo los empates en Gijón y en Burgos y la derrota ante el Eibar, dos puntos de nueve, unos resultados que le han despeñado en la tabla, donde en El Plantío tenía casi cerrado volver al playoff para seguir en la novena plaza y prolongar una mala racha que ya supone haber sumado solo seis puntos de los últimos 24, una victoria, en Andorra y no exenta de fortuna, tres empates y cuatro derrotas que aumentan la sensación de crisis. 

El Zaragoza, timorato en Burgos en el tramo final, con cambios desde el banquillo, quitando los dos puntas para jugar con un claro 4-1-4-1 y que mandaron el mensaje de que había que conservar la renta como fuera, renunciando al ataque, lo que suponía ese miedo a que otra victoria se fuera por el sumidero. Estuvo, además, despistado en algunas acciones de estrategia, se vio en la primera parte en un saque de falta al que Córdoba no llegó y en otro de banda de Matos que no tuvo rematador, pero sí lo encontró en la última acción del choque, una pesada losa para este Zaragoza que no gana ya casi nunca y que siempre vive circunstancias que le permiten no volver a hacerlo, un problema que convierte cada partido siguiente en una cita de acuciante necesidad. Así se vio que era el partido en Burgos y se acabó por no ganar.

En Burgos, como en Gijón, fue en el descuento, pero en El Plantío con el equipo muy metido atrás. El Zaragoza no se muestra seguro y la acumulación de malos resultados se nota en su confianza

Argumenta Escribá que el Zaragoza está más cerca de vencer que de otra cosa. Lo vivido ante el Sporting y el Eibar, donde se puso con dos goles de renta, de forma más merecida en Gijón que con los armeros, y en Burgos le da la razón, pero al final el equipo no suma triunfos y no hay nada en el fútbol que transmita más debilidad que un técnico que no logra victorias, aunque es cierto que el Zaragoza no da síntomas de estar muerto, ni mucho menos, pero sí da señales evidentes de inconsistencia en los tramos finales, de ese pánico a ganar que le está lastrando, que le impide cerrar los partidos, que le deja con el mal sabor de boca de lo que pudo ser.

El crédito del entrenador

Necesita Escribá, que apostó de forma certera por Rebollo en la portería, que este Zaragoza vuelva a la seguridad como bloque, que transmita esa confianza que se veía en los primeros partidos y que ahora se echa en falta. En Burgos no mereció un final tan cruel después de una segunda parte donde mantuvo el tipo, aunque siempre dando pasos atrás que le devolvieron en forma de duro desenlace en los últimos minutos. Como en Gijón, donde los dos goles llegaron desde el 85 hasta el final, como ante el Eibar, cuando fueron tres dianas en la última media hora, y en Burgos fue en el descuento. Así, con esa incapacidad para sellar triunfos es imposible. Por ahí al Zaragoza se le escapa mucha vida. Y a Escribá crédito…