Confecciones Quevedo vio nacer la chispa entre Victoria y Diana. Su historia de amor comenzó como un secreto que despertaba en la soledad del taller, pero ambas sentían que estaban hechas la una para la otra. La modelo era una musa para Victoria, que solo tenía ojos para ella.

La pasión entre ambas fue en aumento y no fue fácil esconder lo que sentían. Diana, deseando poder gritar al mundo su amor por Victoria, le propuso irse lejos de Madrid para vivir su historia sin tener que ocultarse. Aunque el futuro parecía prometedor, su relación salió a la luz de la peor forma…

Los secretos duran poco en la Plaza de los Frutos, y más si se trata de amor. Elena no tardó en descubrir que su hija estaba teniendo un romance con Diana e hizo todo lo posible para separarlas. Chantajeando a la modelo con arruinar su carrera consiguió que Diana se fuese a Londres poniendo fin a su relación.

Victoria, tras enterarse de que perdió al amor de su vida por culpa de su madre, comenzó una incesante lucha para recuperar a Diana. Aunque pensaba que su musa volvería con ella, la modelo le ofreció irse con ella a Londres, donde vivirían lejos de las miradas juiciosas de su familia. La hija de los Quevedo no pudo renunciar a sus sueños en Madrid y se vio obligada a dejar escapar a Diana.

El hueco que dejó la modelo en el corazón de Victoria no encontraba consuelo. A punto de irse a buscar a Diana a Londres para recuperarla, la joven descubrió que su musa ya había rehecho su vida con alguien más. Días después y con las heridas aún abiertas, Victoria recibía la peor de las noticias: Diana había muerto de una sobredosis.

El final de su historia llegó de un momento a otro, pero el amor dura lo que el corazón recuerde. A pesar de los baches, los sentimientos entre ambas eran muy fuertes y Victoria jamás olvidará a su querida y añorada musa.