El número de las ediciones de celebración fue lo de menos, aunque ya llevan más de treinta. Lo que llenó a los participantes de ayer en el la romería ofrenda a San Rafael como acto principal de su fiesta, fue la gran solidaridad de los participantes. Cayó una lluvia serena que mojó algo, pero no empapó. Las muestras de los pequeños con el levantamiento de arados y salto del palo, regalando huevos sancochaos, el rebaño de ovejas y la parranda del Centro de Mayores de Santa Lucía, fue el preludio para el encuentro con el santo en la plaza que lleva su nombre.

Calculan entre 8.000 y 10.000 las personas que disfrutaron y una cifra bastante superior a los 3.000 kilos de productos no perecederos que se dejaron como ofrenda delante del santo con destino a Cáritas, no solo de San Rafael, sino a otras parroquias del municipio. La romería quiso hacer así un llamamiento «a la solidaridad de todos con aquellos vecinos que no tienen ni para comer e incluso, ni electricidad». Así lo apuntaba ayer mismo la presidenta del comité de fiestas, Lucy Pérez, al ver tanta gratitud. Por eso, las carretas se llenaron de leche y latas de comidas preparadas como lentejas, o garbanzos, «porque así las pueden calentar en cocinillas de gas al baño maría», apuntó Pérez.

La alegría la aportaban en paralelo por sus ofrendas los romeros bailando al son de las once parrandas que los acompañaban en sus carretas y las decenas de niños encargados de repartir en sus cestas los más de 2.000 huevos sancohaos que hicieron los participantes. Eso sí, fundamentales y básicos, los piscos de ron, cervezas, vino, refrescos y los enyesques como carne cochino, tortilla o bollos de anís elaborados por los vecinos de Vecindario.

Fue la estampa que vistió el recorrido que partió desde el Cruce de Sardina a las 19.00 horas con las once carretas, diez de ellas tiradas por bueyes y solo una que arrastraron a pelo sus representantes con las ofrendas al santo, La casa Lala. Mónica Rodríguez, junto a su mujer, Mairena Segura, aseveró que «sin llegar a ser una radical animalista», sí le da pena «que los animales sufran cargando mientras nosotros disfrutamos».

Con esta premisa iniciaron su andadura por romerías del Cruce de Arinaga, el Tablero y San Rafael hace dos años. «Nosotros podemos cargar, ¿Por qué no hacerlo? Le ahorramos al animal un sacrificio».

Hicieron dos kilómetros de recorrido hasta llegar a la avenida de Canarias, donde les esperaba el santo en su trono, a unos doscientos metros de su centro parroquial, para recibir a las carretas que por goteo iban llegando. Acto seguido, la figura de San Rafael fue de nuevo trasladada al frontis de la iglesia, donde comenzó el reguero de las dádivas, en forma de alimentos, productos de aseo personal, de limpieza y mucha, mucha leche. Los voluntarios de Cáritas iniciaron la recogida para trasladarlos a sus parroquias.

En eso consisten las romerías ofrenda, diversión y un chorro de solidaridad. No tenía desperdicio ninguna de las carretas. Cada una iba tuneada con diversos motivos para hacer su recorrido y dirigirse a la parroquia.

Carretas ‘tuneadas’

Las carretas son cada año un espectáculo y epicentro de la romería. De media, cada una fue acompañada por entre 200 y 350 personas. Y este año no fue menos. Las temáticas fueron tan variadas como divertidas, muy bien trabajadas, siempre con colorido, imaginación, temática canaria y originalidad.

Desde simulaciones a una cafetera o una radio llenaron el recorrido, y como no, lució y mucho la titulada Pueblo Aborigen, que presentó la comisión de fiestas de San Rafael y que además representó también al municipio en la romería ofrenda a la Virgen del Pino en Teror.

La lluvia mojó algo a los participantes y se vio algún paraguas. Pero eso no supuso un problema. Tanto es así, que el horario de retirada de las carretas era a las 23.00 horas. Pero no contentos con el paseo y los bailes, unas cuatro agrupaciones pidieron prolongar la fiesta hasta pasada la media noche. Después, en el recinto ferial, espectáculo con drones y verbena. Eso era lo previsto.