El padre Marko Rupnik, un cura esloveno de 68 años, era famoso por su trabajo como artista. Catedrales como la Almudena en Madrid, santuarios como Fátima y Lourdes, y el mismo Palacio Apostólico del Vaticano, cuentan con sus obras. Pero el año pasado un gigantesco escándalo estalló en torno a él: decenas de monjas de la comunidad jesuita de Liubliana lo acusaron públicamente de abusos sexuales, espirituales y psicológicos cometidos en la década de los noventa. El caso dio rápidamente la vuelta del mundo, pero ni el Vaticano ni el Papa parecieron darle importancia. Hasta ahora.
En un inesperado comunicado, la Santa Sede ha informado que se ha decidido reabrir su caso, anteriormente acallado pues los hechos se consideraban prescritos. Es lo que ha pedido el Papa, que considera que dicha prescripción ha de levantarse. Una noticia que se ha producido después de que, a pesar de que los mismos jesuitas lo han expulsado (la orden a la que pertenecía), se supo que esta misma semana la diócesis de Koper, en la Eslovenia natal de Rupnik, lo aceptó en su seno.
El Vaticano ha explicado que la decisión se tomó por una recomendación de uno de los organismos vaticanos encargados de estos casos. “En septiembre”, dijo la Santa Sede, “la Pontificia Comisión para la Protección de los Menores informó al Papa que había graves problemas en el modo en el que se manejó el caso del sacerdote Marko Rupnik”. Hubo una “falta de cercanía a las víctimas”, señaló el Vaticano.
Prescripción
Por ello, Francisco ha pedido ahora “al Dicasterio para la Doctrina de la Fe que revise el caso” y, sobre todo, “decidió levantar la prescripción para permitir que se lleve a cabo un proceso”. El Papa, continuó la nota, “está firmemente convencido que si algo debe aprender la Iglesia del sínodo es a escuchar con atención y compasión a quienes están sufriendo, especialmente aquellos que se sienten marginados por la Iglesia (católica)”.
Las palabras de Francisco se han producido en un momento en el que el caso de Rupnik, además de su gravedad por las acusaciones que se le han hecho, lleva un año lacerando al clero y a la comunidad de fieles y monjas en Eslovenia. Donde el ambiente es tan muy tenso, con continuas peleas entre los obispos locales y donde se rumorea que las ramas femeninas estarían preparando una verdadera ofensiva contra el clero masculino por su escaso apoyo a las denuncias hechas en contra del conocido artista especializado en mosaicos.
El problema principal que Rupnik ha sido un grandísimo quebradero de cabeza para los propios jesuitas, orden a la que también pertenece el Papa, por la sospecha de que El Vaticano ha sido demasiado indulgente y ha querido ensombrecer el caso, con el argumento poco contundente de que las denuncias eran demasiado antiguas. Ello también porque miembros de esta orden están a cargo de la oficina que estudia estos abusos en El Vaticano, y en el pasado impusieron y luego levantaron en tiempos récord la excomunión contra él.