La relación de Israel con Naciones Unidas ha sido controvertida el último medio siglo, pero no siempre fue así. Fue precisamente una resolución de la ONU la que, en 1947, permitió la creación del Estado judío sobre la mitad del territorio de la Palestina histórica. Con los años, sin embargo, las rencillas entre la organización con sede en Nueva York y el Gobierno de Tel Aviv, por la ocupación de Palestina, se han acumulado hasta llegar al punto de explosión de este miércoles.
Las autoridades israelíes han anunciado que denegarán la entrega de visados a representantes de la ONU como represalia a las últimas declaraciones de António Guterres. El secretario general de la ONU dijo el martes que los «horribles» ataques ejecutados el 7 de octubre por Hamás «no surgieron de la nada» y recordó que «el pueblo palestino lleva sometido a 56 años de asfixiante ocupación» .»Vieron cómo sus tierras se llenaban gradualmente de asentamientos, fueron sometidos a la violencia, sus economías fueron sofocadas, la gente fue desplazada, sus hogares fueron demolidos. Sus esperanzas de una solución política a su difícil situación se están desvaneciendo», ha dicho el máximo representante de Naciones Unidas.
Israel pide su dimisión. Considera que estas palabras justifican los actos terroristas de Hamás. «Ya hemos rechazado un visado para el secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas, Martin Griffiths», ha dicho el representante permanente de Israel ante el organismo, Gilad Erdan.
«Es el mayor enfrentamiento que recuerdo. No hubo una reacción así de dura ni cuando en 2012 se aprobó en la Asamblea General conceder al Estado de Palestina la condición de Estado observador no Miembro», apunta a este diario Eduard Soler, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Barcelona e investigador asociado de CIDOB. «Israel tiene una relación ambivalente con la ONU. Sin el plan de partición de 1947 no existiría. Además, Naciones Unidas proporciona una serie de servicios asistenciales a la población en los territorios palestinos, lo que alivia a Israel de sus responsabilidades como potencia ocupante de la población bajo ocupación. Eso ha impedido que el drama humanitario sea mayor y, con él, la presión social contra Israel».
Pero Naciones Unidas también ha criticado frecuentemente, en informes y resoluciones de la Asamblea General, la ocupación ilegal los territorios palestinos y las violaciones sistemáticas de los derechos de sus habitantes. Sobre todo, ha emitido resoluciones pidiendo la devolución de esas zonas ocupadas militarmente por Israel. En la 242, aprobada por el Consejo de Seguridad en 1967, y otras similares de años posteriores, se recuerda a Israel que debe devolver las zonas que controla de Cisjordania, Jerusalén Este y Gaza. Tel Aviv ha ignorado todas esas resoluciones y ha llegado a calificar los informes de la ONU de «antisemitas». Considera que Naciones Unidas está secuestrada por los países árabes.
Críticas por violaciones de Derechos Humanos
El Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas emite informes sobre la situación en Palestina en los que se apunta a Israel por violar sistemáticamente los derechos humanos de los habitantes de los territorios ocupados.
El más notorio fue el informe Goldstone de 2009, en el que se acusaba tanto al Ejército israelí como a los milicianos palestinos de cometer crímenes en la guerra de Gaza del año anterior, que Israel bautizó como Operación Plomo Fundido.
El informe más reciente, sobre la ofensiva contra Gaza de 2021, acusaba a Israel de violar la legislación internacionales. Fue descalificado por el entonces primer ministro, Yair Lapid como «manifiestamente antisemita» y escrito «por antisemitas».
Naciones Unidas tiene una relatora especial para los territorios palestinos ocupados, Francesca Albanese, que está siendo muy activa en sus críticas contra Israel por la destrucción de Gaza. «Con más de 5.000 palestinos muertos en 15 días de ataques indiscriminados sobre Gaza… debemos preguntarnos en qué punto las bajas palestinas serán consideradas inaceptables», ha dicho en X (antes Twitter).
Albanese ha presentado este mismo miércoles un informe sobre el impacto de la ocupación israelí sobre los niños palestinos. «Generaciones de niños palestinos, ya sea en la Franja de Gaza sitiada, en Cisjordania o el Jerusalén Este anexionado, han visto cómo sus vidas se han reducido al mínimo o, demasiado a menudo, han terminado de forma abrupta».
Advertencias de Guterres
Antonio Guterres ya advirtió a principios de año que la situación en los Territorios Ocupados de Palestina era insostenible, y que los movimientos de Israel estaban llevando a los palestinos a «la ira y a la desesperación».
El pasado 7 de octubre, Hamás lanzó un ataque total contra Israel, mató a 1.400 personas y secuestró a más de 200, según cifras oficiales. En represalia, comenzó a bombardear Gaza y ha acabado con la vida de más de 6.100 palestinos, según el Ministerio de Salud de Gaza.
Este choque diplomático amenaza con degradar aún más las condiciones en Gaza. El sitio total al que somete el Ejército israelí a la Franja de Gaza está provocando la parálisis de los servicios de asistencia humanitaria de la ONU. Una buena parte de los 2,2 millones de gazatíes dependen de las organizaciones internacionales para subsistir. Sin combustible, agua o electricidad, Gaza está a punto de colapsar, alertan desde Nueva York.
Varias decenas de trabajadores de la UNRWA (la agencia de la ONU para refugiados palestinos) han sido asesinados en los bombardeos israelíes en estas tres semanas de conflicto. «En ese sentido, Guterres está hablando también como máximo dirigente de una organización cuyos trabajadores han muerto, y actúa de alguna forma como empleador que defiende a sus trabajadores», apunta Soler.
La UNRWA siempre ha estado en el epicentro de la guerra diplomática israelí. En 2018, en una decisión sin precedentes, la Administración de Donald Trump decidió cortar todos los fondos que enviaba a la UNRWA, que se financia casi exclusivamente mediante contribuciones voluntarias de los Estados miembros de Naciones Unidas. El expresidente creía que sus operaciones eran «irremediablemente defectuosas» y la contribución de Washington (algo más de 1.000 millones de euros anuales por aquel entonces), excesiva. La aportación de España en comparación es mínima: 6,2 millones en 2022.
Naciones Unidas gestiona colegios, hospitales y otros servicios básicos de los campos de refugiados de Gaza y Cisjordania, ciudades improvisadas levantadas sobre los terrenos a los que fueron expulsados los palestinos en las distintas guerras israelíes o tras las ocupaciones o expropiaciones de sus viviendas en las últimas décadas.