¿A qué sabe un empate? Si se tiene en cuenta la primera parte del Atlético ante el Celtic seguramente el paladar se endulce. Pero el recuerdo gustativo lo aporta la segunda mitad, el estómago rojiblanco se queda a medias en su lucha por enfilar los octavos de la Champions. Porque los de Simeone sufrieron 45 minutos un problema de intolerancia ante la eléctrica propuesta escocesa. Una receta japonesa con Maeda como el ‘wasabi’ que escupieron los de Simeone, quienes se pusieron muy pronto por debajo. Lograron la igualada con el empate de Griezmann de penalti. Los locales se rehicieron para adelantarse de nuevo, obligando a Simeone a rehacer su once inicial. Así, hasta un 2-2 que quedó anestesiado por la roja a Rodrigo de Paul cuando los ‘colchoneros’ luchaban por la victoria.
Los que imaginaban un partido en blanco y negro, con la epopeya de la ‘Batalla de Glasgow’ reviviendo, se desengañaron pronto. El Celtic, que llegaba con cero puntos al duelo, nada tiene que ver con los repetidos estereotipos del fútbol bronco escocés. Lo está desmintiendo también su selección, clasificada para la Eurocopa en el mismo grupo que España con un juego similar al desplegado por los de Brendan Rodgers. Activos, eléctricos, con presión alta… Tan dinámico fue el partido en el primer acto que hasta el realizador se vio superado.
Galán, superadísimo ante el vendaval de Maeda
Los ‘celts’ son líderes absolutos de su campeonato y lo son con una fórmula multicultural en la que tiene gran peso el poder asiático. Hasta tres jugadores japoneses fueron de la partida: Hatate, que se tuvo que retirar a los cinco minutos por lesión; Maeda, una ‘katana’ contra Galán, novedad en el once; y Furuhasi, que abrió el marcador con una maravillosa pared con O’Riley. El 1-0 fue una definición de ‘anime’ que recordó al principio del fin de España en el Mundial de Qatar.
Dos viñetas rápidas que desnudaron las carencias de un Atlético que durante toda la primera mitad estuvo a merced de los locales. Galán sufrió muchísimo. El Celtic sabía que en su banda había una ventana abierta hacia la libertad creativa que Maeda aprovechaba cada vez que podía. Una creación del fútbol moderno, que tras varias cesiones terminó en Escocia, excelente plataforma para consolidarse en el Viejo Continente, donde los jugadores asiáticos han dejado de ser fichajes exóticos.
Empate de Griezmann y rápida reacción del Celtic
El Atlético alivió su vulnerabilidad con un penalti surgido de un pase filtrado por Rodrigo de Paul a Nahuel Molina, superior desde el físico para inducir al error a Taylor. Hart advinó la intención de Griezmann, un hombre que vive un idilio con el gol. Le cayó el rechace y solo tuvo que mandarla al lado contrario, como si de una partida de ‘pinball’ se tratase. La igualada no se tradujo en un cambio de la temperatura de un partido que estaba teñido de verde y blanco.
El Celtic salía muy cómodo de la presión. No jugaba en casa, conocía cada milímetro de un verde en un magnífico estado. Los extremos aprovechaban los límites del campo mientras los mediocampistas del Atlético sufrían en exceso con basculaciones que no llegaban a ningún lado. De ahí la lógica consecuencia del 2-1 al poco del empate de Griezmann.
Como un samurái de Kurosawa, Maeda explicó con un desmarque a Molina que podía ser tan vulnerable como Galán, quien volvió a quedarse a medias para felicidad de Palma. «Nunca creía que iba a pasar de vender verduras a convertirme en futbolista profesional», dijo el autor de un segundo gol que dejaba patente la superioridad del Celtic.
Llorente agita la coctelera y la roja a De Paul finiquita el partido
Era fácil diagnosticar los problemas principales del Atlético. Simeone entendió que debía cerrar la hemorragia de la banda de Galán. Fue sustituido por Riquelme, quien entró junto a Llorente, recambio de un Saúl impreciso. Este último cambio tuvo un efecto inmediato. Los rojiblancos empataron al poco del regreso de vestuarios. Lo hicieron por medio de una gran progresión de Llorente, que puso un centro de los que desafían la gravedad. Prácticamente, le indicó el remate a Morata, quien acomodó todo su cuerpo para lograr un tanto que confirma el cambio de régimen.
El Atlético sintió que podía ganar el partido. Sus seguidores se oían en medio de las masas escocesas, que habían dominado el relato desde la interpretación del ‘You’ll Never Walk Alone’. Les quiso mandar ese mismo mensaje Rodgers a los suyos, que perdieron el ímpetu físico frente a un conjunto rojiblanco efervescente. El cambio de sistema local, a medio camino entre la ambición y la protección, le privó del veneno de Maeda. El papel de agitador lo heredó Correa saliendo del banquillo y alterando el orden de un empate que le valía más al Atlético. Con todo, los visitantes se entregaron al ida y vuelta. Hasta que la roja a Rodrigo de Paul, por una lastimera doble amarilla, terminó con el ímpetu ‘atlético’ y certificó el reparto de puntos, previo asedio final del Celtic.
Ficha técnica:
2 – Celtic: Hart; Johnston, Carter-Vickers, Scales, Taylor; O’Riley, McGregor, Reo Hatate (Paulo Bernardo, m. 7); Maeda, Kyogo Furushashi y Palma (Phillips, m. 62).
2 – Atlético de Madrid: Oblak; Molina, Savic, Witsel, Hermoso, Galán (Riquelme, m. 46); De Paul, Koke, Saúl (Llorente, m. 46); Griezmann y Morata (Correa, m. 72).
Goles: 1-0, m. 4: Furuhashi. 1-1, m. 25: Griezmann. 2-1, m. 28: Palma. 2-2, m. 53: Morata.
Árbitro: Felix Zwayer (Alemania). Expulsó por doble amarilla a De Paul, por el Atlético de Madrid, en el minuto 82. Amonestó con tarjeta amarilla a los locales Carter-Vickers (m. 30), Luis Palma (m. 48) y Taylor (m. 59) y a los visitantes Javi Galán (m. 38), Nahuel Molina (m. 49+) y Savic (m. 83).
Incidencias: Partido correspondiente a la tercera jornada del grupo E de la Liga de Campeones, disputado en Celtic Park ante unos 60.000 espectadores. Ambos equipos, jugadores y cuerpos técnicos, portaron brazaletes negros «como muestra de respeto y apoyo a todos los afectados por el conflicto (de Israel y Palestina)», según anunció el Celtic, tras los bombardeos israelíes sobre Gaza y los atentados de Hamás en Israel.