Yocheved Lifschitz, de 85 años, excautiva de Hamás, habla en un susurro apenas audible sobre cómo el grupo terrorista la llevó en motocicleta a la Franja de Gaza y la introdujo en una “telaraña” de túneles el 7 de octubre.

La mujer en silla de ruedas afirma: “Me llevaron, con las piernas a un lado y la cabeza al otro” de la motocicleta. La condujeron mientras la golpeaban con palos.

Dice que los terroristas le quitaron las joyas y el reloj y la hicieron atravesar campos para llegar a una red de túneles que parecía “una tela de araña”.

Sharone, su hija, se arrodilla junto a ella para amplificar la voz de su madre.

Lifschitz afirma que, una vez cautiva, ella y los demás cautivos entraron en un vasto vestíbulo a través de un túnel.

Tras permanecer retenidos entre dos y tres horas, ella y otros cuatro rehenes fueron trasladados a un lugar seguro. Según ella, “el trato hacia nosotros fue bueno”, ya que le proporcionaron comida y medicinas.

“Un enjambre de gente se acercó a la valla: costó 2.000 millones de NIS y no sirvió de nada, ni siquiera un poco”, dice en alusión a los terroristas que saltaron la barrera de seguridad israelí.

El cónyuge de Lifshitz sigue retenido por Hamás.

Sharone, su hija, piensa que “es maravilloso” tener a su madre de vuelta.

Sharone explica: “Mi madre tiene muchas esperanzas de que vuelvan todos los que estaban con ella”.