Si se habla constantemente de crecimiento y maduración del equipo de Imanol es por finales de partido como el de Lisboa. La Real, lejos de encerrarse atrás a recibir bombardeos aéreos como hizo en el pasado, terminó el partido mandando, al ritmo que ellos querían, con balón y sin dejar apenas atacar, morder y apretar a un rival herido como el Benfica, que estaba quedando apeado de la Champions virtualmente en la jornada tres, en su casa y pese a ser el cabeza de serie del grupo.

Imanol Alguacil detectó cansancio e impotencia para robar el balón en el Benfica y decidió juntar jugones y montar un rondo gigantesco sobre el perfecto verde del Estadio Da Luz para casi humillar a un gigante europeo, hipnotizar al águila, para asegurar los tres puntos. Zubimendi, Merino, Brais, Aihen, Zubeldia, etcétera se gustaron en el tramo final tocando y moviéndose para volver a recibir, esperar a que el rival, exhausto, se acercara para volver a soltar el balón. Cierre grande.