Los alcaldes de Mieres, Aller, Morcín y Ribera de Arriba llevan dos años sentados en el andén de la estación esperando por un proyecto turístico que acumula una demora que supera ampliamente cualquier definición de retraso. La menguante paciencia de los regidores, sentimiento compartido por el Ayuntamiento de Oviedo, empieza a tornarse en recelo ante la posibilidad de que el tren turístico entre Collanzo (en Aller) y Trubia (en Oviedo) no encuentre vía por la que avanzar. En la comarca del Caudal hay sobrados motivos para la desconfianza, ya que en el último cuarto de siglo han sido varias las actuaciones de interés lúdico descarriladas por diferentes motivos. También hay casos en el Nalón, no tantos, pero igualmente significativos. Los fracasos han llegado por tierra, mar y aire. Los hay de todos los tipos, tamaños y características.

De arriba abajo, un recreación del tren turístico proyectado para Loredo, una vista de la Campa l. Abeduriu y una marcha piragüista en el río Caudal en la época en la que se reivindicaba el canal de aguas bravas. | LNE


Los regidores contaban con que este pasado verano el tren turístico proyectado por la Asociación Santa Bárbara estuviera rodando como uno de los referentes dentro de la oferta ligada al aprovechamiento del patrimonio industrial. La realidad es que el proyecto ya ha pasado su primer año en vía muerta, dado que los viajes de prueba debieron de haber comenzado en octubre de 2022. La homologación para poner de nuevo en circulación la locomotora VA8, fabricada por la Babcock & Wilcox en 1958, parece ser el principal escollo de una iniciativa a la que también frena la apatía mostrada hasta ahora por Renfe, según perciben tanto los ayuntamientos implicados como la asociación responsable de la idea.

Fiascos turísticos por tierra, agua y aire


Si el proyecto al final descarrila, terminará en un vertedero de propuestas turísticas que en la comarca del Caudal está rebosante. Los primeros ejemplos pueden buscarse sin salir del andén. Para empezar, el Museo del Ferrocarril de Asturias, ubicado en Gijón, fue ideado para Mieres. La primera propuesta, en el año 67 o 68, era hacerlo en Ablaña, aprovechando las instalaciones de este nudo ferroviario, pero se dejó de lado. Después, en los años 80 retornó la iniciativa. En aquella época, un grupo de expertos entre los que se encontraba el actual director del complejo, Javier Fernández, peleó por hacer el museo en Mieres. Se barajó la utilización de La Cuadriella, en el valle de Turón, pero para algunos gobernantes del Ayuntamiento aquello era como «el tren de la bruja». «Fue muy decepcionante», ha reconocido en múltiples ocasiones Javier Fernández.

Fiascos turísticos por tierra, agua y aire


Más recientemente, en 2016, la asociación cultural «Los Averinos» de Loredo, en colaboración con el Ayuntamiento de Mieres y el Museo del Ferrocarril de Asturias, planteó un tren minero entre Mieres y Morcín con fines turísticos. En este caso fue el rechazo vecinal el que truncó la iniciativa.

Las vías del tren circulan por el valle paralelas al río Caudal. En el amplio cauce que nace de la unión de los ríos Aller y Lena se proyectó a finales del pasado siglo un canal de aguas de bravas. El Ayuntamiento de Mieres encargó en 1994 varios estu dios de viabilidad técnica y eco nómica sobre la creación de un espacio para la práctica del pira güismo. El docu mento, elaborado por Ramón Ganyet, especialista y miembro entonces de varias federaciones y organis mos olímpicos de este deporte, sostenía que era técnicamente viable en la zona del río situada a partir de los puentes de La Perra y del ferrocarril de Feve.

El documento proponía dos opciones. La primera de ellas suponía la habilitación del canal de aguas bravas dentro del mismo cauce actual del río. Esa posibilidad, que requería de alguna pequeña instalación auxiliar, implicaba invertir entre 170 y 200 millones de las antiguas pesetas. Permitiría el deporte de aguas bravas en un tramo de unos 300 metros del Caudal. La segunda posibilidad era notablemente más ambiciosa. Suponía crear un auténtico parque de piragüismo, similar a otro existente en la ciudad catalana de Seo de Urgel, desviando una parte del cauce en unos terrenos próximos a la estación de Renfe, en la margen izquierda del río Caudal. El gasto necesario para ejecutar este segundo proyecto era superior a los 500 millones de pesetas. La idea y los estudios se los llevó la corriente, sin más.

En Lena, los grandes proyectos turísticos frustrados se encuentran a pares. Falta de inversores, dejadez política o la apuesta de Hunosa por un plan demasiado ambicioso como para poder hacerse realidad fueron las razones esgrimidas para explicar que se malograse una intervención que inicialmente fue bautizada como «Legendarium». El proyecto se anunció a bombo y platillo en 1996, con Villallana como sede. Se trataba de gran parque temático. Si bien la propuesta estuvo cuatro años dando vueltas por diferentes despachos políticos, desde un principio se asumieron las escasas posibilidades que tenía de salir adelante.

Hunosa presentó «Legendarium» como su gran apuesta de diversificación para las Cuencas. El proyecto salió a la luz pública durante un consejo de administración de la compañía celebrado a finales de 1998. Una inversión de 10.000 millones de las antiguas pesetas, con el 51 por ciento del capital procedente de la iniciativa privada, permitiría construir en Lena, con una superficie de 20 hectáreas, el principal parque lúdico de la mitad norte de la Península. Previsiones anuales de 600.000 visitantes al año, unidas a unos beneficios que alcanzarían los 3.000 millones de pesetas al cabo de cinco años. Esas fueron las cifras de los estudios presentados sobre «Legendarium». Incluso se diseñó la ubicación de las instalaciones, en el centro de una parcela de 600.000 metros cuadrados, con vistas a una futura ampliación. La viabilidad parecía asegurada, pero con el tiempo comenzaron a surgir las dudas. La falta de inversores interesados en participar parece que fue una de las principales claves del fracaso. El traspaso del plan desde la compañía minera a la por entonces recién creada SEPI (la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales) en diciembre de 1999 pareció arrojar algo de luz al proyecto con el encargo de un nuevo estudio de viabilidad, pero sólo fue una falsa esperanza

Lena volvió a poner sus esperanzas en un gran proyecto apenas una década después de que «Legendarium» se esfumara. Surgió «Puerta de Asturias». Ésta fue la denominación del proyecto turístico previsto para el área del Sotón. Pero la elección del nombre fue casi lo único en lo que se mostraron de acuerdo el Gobierno regional y el municipal a la hora de definir las características del equipamiento. Aunque por momentos se lograron acercar posturas, el entendimiento fue imposible.

El Ejecutivo autonómico del por entonces presidente Vicente Álvarez-Areces (PSOE) presentó un proyecto muy ambicioso para instalar en la zona el mayor parque de ocio del noroeste peninsular, mientras que el gobierno local de Ramón Argüelles (IU), que, como la mayoría de los vecinos, no había olvidado el fiasco del «Legendarium», prefería un plan más sencillo que, a su juicio, también resultase más viable. Partiendo de la base de que la ejecución del complejo turístico y de ocio obligaba a cambiar la ubicación del actual campo de fútbol de la Sociedad Deportiva Lenense, se propuso crear un espectacular centro de recepción para los visitantes que acceden a la región por el concejo, combinando la información turística con grandes atracciones.

Con un presupuesto de 18 millones de euros, y tomando como modelo equipamientos similares del centro de Europa, el plan se desarrollaría en torno a diferentes períodos de la historia de Asturias. Incluiría una tirolina de 130 metros de largo, un circuito de karts, un embarcadero de piraguas, un tirachinas gigante, un paseo fluvial, zonas verdes, centros temáticos sobre deportes y actividades deportivas, talleres de juegos para niños y un gran número de servicios de hostelería. El propósito final de este gran proyecto era hacer de este parque un escaparate de lo que el turista se puede encontrar en la región, todo ello ordenado por períodos históricos y presentado de una forma lúdica y divertida. Nada se hizo.

Sin proyectos de agua, ni tampoco históricos, Morcín apostó por el aire. El proyecto del teleférico turístico del Monsacro fue intensamente defendido por el entonces alcalde, Jesús Álvarez Barbao (PSOE). El regidor estuvo varios años peleando por lograr fondos. El Ayuntamiento llegó a registrar un logotipo y la marca «Monsacro» para utilizarlos en la promoción del remonte y de otras actividades locales. A nivel municipal se insistió en que el teleférico del Monsacro no solamente iba a servir para atraer turistas al concejo, sino que también crearía puestos de trabajo directos e indirectos.

En Morcín se llegó a contar con un anteproyecto que recogía el punto de partida del remonte en Vegas de Cardeo y que llegaba hasta el paraje de Valdoveyes. En función del itinerario elegido, la longitud de los cables era de 1.300 metros, 1.463 metros ó 1.569 metros, aunque en cualquiera de las tres opciones el desnivel a salvar sería de unos 600 metros. Los tiempos de viaje se establecieron entre 10 y 15 minutos en función del recorrido. Al final, el proyecto también se quedó en tierra.

No solo en la comarca del Caudal se han truncado proyectos turísticos, también en el valle de Nalón han visto frustradas algunas iniciativas que en su momento levantaron gran expectación. La antigua mina a cielo abierto de la Campa l’Abeduriu, un espacio verde próximo a El Entrego, renació como área recreativa hace un cuarto de siglo, pero con el afán de ser mucho más. Llegó a plantearse para la zona un campo de golf, un parque ecotu rístico, un circuito de bicicletas de montaña, aulas de la naturaleza y hasta un restaurante panorámico para aprovechar sus vistas. Sin embargo, ninguno de estos proyectos cuajó y hoy el área recreativa languidece víctima del abandono, con sus edificaciones deterioradas y bancos, mesas y papeleras rotas.

En San Martín del Rey Aurelio también se puede citar el fallido intento de construir un centro ecuestre de 20.000 metros cuadrados en la zona de La Isla, en Blimea. La inversión estimada era de más de tres millones de euros, financiados con cargo a las partidas municipales de los fondos mineros de 2008.

Si hubieran fructificado todos los proyectos turísticos proyectados en el último cuarto de siglo, las Cuencas serían hoy un enorme parque de atracciones, con trenes que van y vienen, canales de aguas bravas, grandes parques temáticos, campos de golf, hípicos y teleféricos.