La Iglesia católica celebra hoy la Jornada Mundial de las Misiones, el Domund. En octubre, mes misionero en el calendario eclesial, sobresale el domingo de ayuda a los que se van por el mundo con los más pobres de los pobres. España sigue siendo un pulmón ‘ad gentes’ de la Iglesia con 10.000 misioneros por 1.122 territorios de los cinco continentes. Con tristeza se puede afirmar, con todo el cariño y con la expresión de una teresiana ante un grupo de colegiales, que se trata de una especie en peligro de extinción. Siempre con una entrega permanente sin huir de los más críticos escenarios, como la religiosa argentina que hablaba ayer en la Cope desde el norte de la franja de Gaza. Los donativos españoles enviados a Roma a las Obras Misionales Pontificias superaron el pasado año 14 millones y financiaron 538 programas en 32 países.
La infancia de generaciones de españoles está unida a las campañas del Domund con rostros de negritos y asiáticos en las huchas en manos de pequeños postulantes y a los testimonios públicos de misioneras retornados para la ocasión. Las caras de aquellos niños necesitados se han convertido hoy en presencias vivas, en jóvenes y saludables africanos que jugándose la vida en cayucos y pateras llegan a las costas canarias. El Norte sale de la pandemia con guerras y más gastos en armas, pero el Sur sigue con hambre, más que antes del coronavirus.
Pies en camino
‘Corazones ardientes, pies en camino’, el lema de este Domund, se puede aplicar a esos subsaharianos que llegan exhaustos tras las travesías por el desierto y el Atlántico. Quizás así, desaparecidas las huchas de las calles, se pueda ser misioneros sin salir de nuestra tierra. O tal vez, como apuntaba ayer Miguel Lantigua en San Telmo, sean ellos los misioneros que llegan ahora a esta vieja y descreída Europa.
Expedita Pérez, misionera comboniana, ejerce en Israel en la promoción de comunidades palestinas y beduinas. Antes Sudán e Irak dejaron huella en su vida. «Mi camino con tantos musulmanes me ha abierto el corazón y la mente», explica la religiosa grancanaria en Vida Nueva. «Me siento más abierta y acogedora en las dos dimensiones».