Funcionarios de Estados Unidos e Israel están barajando, entre otras posibilidades, la instauración de un Gobierno interino respaldado por la ONU y en el que participen otros Gobiernos árabes, una vez desalojado Hamás, ha informado ‘Bloomberg’ citando a fuentes familiarizadas con las deliberaciones sobre el futuro de la Franja de Gaza del Ejecutivo estadounidense.

Las mencionadas conversaciones están aún en su fase más incipiente, según las mismas fuentes, que han explicado que su evolución depende de hitos que todavía no se han dado, como sería el éxito de Israel tras una ofensiva terrestre, y que cualquier solución de este tipo pasa necesariamente por el apoyo de las naciones árabes de la región, algo que tampoco está garantizado.

«El pueblo palestino de Gaza merece un liderazgo que le permita vivir en paz y seguridad. No estoy en condiciones de decir hoy qué es exactamente eso, pero es la pregunta correcta que hay que hacerse ahora, a medida que esto se desarrolla, porque tenemos que pensar no sólo en el plazo inmediato, sino también en el largo plazo», argumentaba el pasado domingo el asesor de Seguridad Nacional estadounidense, Jake Sullivan, en la CBS.

Sin embargo, según el ex analista de Oriente Próximo de la Agencia Central de Inteligencia, William Usher, establecer un Gobierno provisional sería increíblemente difícil y conseguir la aquiescencia de los Gobiernos árabes aún más, puesto que un plan de este tipo «exigiría un cambio radical en la forma en que los Estados árabes aceptan los riesgos y colaboran entre sí». «También requeriría un salto de confianza por parte de Jerusalén, un bien que escasea», ha apostillado Usher.

Si bien el Gobierno israelí ha aseverado en repetidas ocasiones que no pretende ocupar Gaza, también ha reiterado varias veces que la permanencia de Hamás en el poder es inaceptable tras el ataque del pasado 7 de octubre, que ha acabado ya con la vida de 1.400 israelíes y tras el que 200 personas han sido tomadas como rehenes.

Por su parte, Estados Unidos se ha mostrado preocupado por que un ataque a Gaza sin un objetivo concreto más allá de la expulsión de Hamás pueda convertir el actual conflicto entre Israel y el Movimiento de Resistencia Islámica en una guerra regional. En este sentido, otra de las inquietudes del Ejecutivo estadounidense va ligada a la idea que Israel no haya pensado suficiente en qué pasará después de un futurible ataque terrestre.