El director de La Maldición de Hill House, Mike Flanagan, se despide de Netflix por todo lo alto. El realizador y showrunner se marcha a Amazon con la que firmó un sustancioso contrato a finales del año pasado, pero no nos deja huérfanos del todo. La plataforma de la gran N acaba de estrenar La caída de la casa Usher con ocho episodios dirigidos en su mayoría por el propio Flanagan y con la que hace una muy libre adaptación del universo de Edgar Allan Poe y traslada algunos de sus relatos de terror gótico a la actual norteamerica del siglo XXI. La serie no ha tenido la unanimidad crítica que tuvo su primer gran éxito para la plataforma y se ha llevado algún que otro varapalo. A mi juicio, está por debajo de Hill House y no llega a la altura de otras de sus series, pero desde luego eso no la convierten en un título mediocre o prescindible. Hará las delicias de los amantes del terror, especialmente a aquellos que sepan reconocer los guiños a la literatura de Poe, las obsesiones y el estilo de este director y que cuenta con la dosis suficiente de sustos que nos harán pegar un brinco del sofá.
A lo largo de estos cinco años de trabajo para Netflix, Flanagan ha llevado una revisión de algunos de los mejores autores de la literatura de terror norteamericana, dándoles un soplo de aire fresco a pesar de que algunas de ellas contaban con varias versiones cinematográficas. Hill House era una adaptación del clásico de Shirley Jackson. La Maldición de Bly Manor llevaba a la pantalla otro incunable como era Otra vuelta de tuerca de Henry James. Misa de medianoche no era ninguna adaptación, pero tenía muchos homenajes a Stephen King y El misterio de Salem’s Lot. King es un público admirador del trabajo de Flanagan, aunque de eso hablaremos un poco más adelante. Y el año pasado bajaba un poco el pistón para adaptar a un escritor especiliazado en novela de terror adolescente Cristopher Pike en El Club de Medianoche. Para su estreno en Amazon, volveremos a King donde se ha impuesto la titánica tarea de adaptar la maldita saga de La torre oscura, que está integrada con siete novelas que prácticamente entroncan con todo el universo del escritor. Un proyecto que ha ido dando tumbos durante años y que tuvo una fallida adaptación cinematográfica hace seis años. La futura saga no ha podido caer en mejores manos. Flanagan ya ha adaptado otras obras de King para el cine, entre las que encuentra Doctor Sueño y que adaptaba la continuación de El Resplandor. A King nunca le gustó la versión de Stanley Kubrick de su famosa y, en cambio, parece que con Flanagan tiene una mejor relación.
Pero antes de la mudanza, Flanagan se nos despide con su particular visión del universo de Poe. El escritor ya había gozado de numerosas adaptaciones a la gran pantalla, entre las más conocidas las rodadas por Roger Corman y que solían estar protagonizadas por Vicent Price. Ese actor que hizo enamorarse a Tim Burton del género del terror. Ahora Flanagan consigue de nuevo hacer algo nuevo con un material que hemos visto en multitud de películas y le da su propia visión personal. La serie no adapta ningún relato en concreto del escritor norteamericano, sino que fusiona gran parte de su mitología. Podría ser algo parecido a lo que hacía Castle Rock con el universo de Stephen King. Hay títulos de episodios que son directamente los de los cuentos más conocidos de Poe y que ya dan una pista de por dónde puede ir su argumento. Es inevitable no sonreír cuando uno ve aparecer un gorila en la trama y sabe que hay un capítulo titulado Los crímenes de la calle Morgue. En uno de los episodios me sorprendí cantando Radio Futura cuando en una escena recitaban el poema de Annabel Lee; o ya estaba esperando que alguien dijera eso de «never more» cuando aparecía un cuervo sobrevolando la escena. Por cierto que el fiscal a quien Roderick Usher empieza a confesar todos sus pecados es otro guiño a Poe, ya que se llama Arsene Dupin. En los relatos del escritor, Dupin era un detective precursor del mismísimo Sherlock Holmes que a través de su talento deductivo resolvía los crímenes que se le ponían por delante. El Dupin de la serie es más un servidor público comprometido con la causa de la Justicia, porque no se puede decir que aquí llegue a resolver nada.
El argumento de la serie vendría a tener una mezcla entre los argumentos de Successión y de Dopesick, u otros títulos que han contado la historia de la crisis de los opiáceos en Estados Unidos. En la trama, la familia Usher ha llegado a lo más alto de la industria farmacéutica con técnicas más que cuestionables. La trama arranca cuando una misteriosa mujer del pasado de los hermanos Usher empieza a asesinar a los hijos del patriarca. Salimos a una muerte por episodio y como los hijos parecen enzarzados en una especie de competición por ver cuál es más cretino, casi se puede decir que eso puede restar impacto dramático al momento de su sangriento deceso. Eso sí, los asesinatos que suelen cerrar cada episodio son de lo mejor de la serie, que tiene un ritmo un poco más lento al que tampoco ayuda que los episodios lleguen a superar la hora de duración.
Como es habitual tenemos a la toda una troupe de actores que ya son marca de la casa en las producciones de Flanagan y que a cada serie es más nutrido. A Carla Gugino le toca hacer de esa particular visión de la muerte que viene a reclamar viejas deudas; mientras que Henry Thomas o Katey Siegel no podían fallar tampoco. Bruce Greenwood y Mary McDonnell son dos veteranos actores que se suman al universo Flanagan, pero de los nuevos fichajes para el club yo me quedo con Mark Hamill, en el papel de ese siniestro abogado de la familia, capaz de las maniobras más turbias para proteger los secretos de la familia. Es como ver a Luke Skywalker convertido en Darth Vader, ya que además el personaje va vestido de negro.
En resumen, La caída de la casa Usher es una versión muy personal de la obra literaria de Poe. Puede que no sea el mejor trabajo del director, pero tiene suficientes momentos de interés que justifican su visionado y que mantienen a Flanagan como uno de los directores más interesantes del panorama del género de terror al que seguiré siguiendo la pista en su nuevo destino.