Argentina espera, pero no sabe qué. La bronca está a flor de piel, como la incertidumbre sobre lo que sucederá el domingo. Tres candidatos, el ultraderechista Javier Milei, la conservadora tradicional Patricia Bullrich y el peronista Sergio Massa, se reparten de manera asimétrica la preferencia de los votantes. Pero en rigor el electorado parece partido en cuatro si se tiene en cuenta que en las primarias obligatorias del 13 de agosto se quedó en su casa un 30% de los argentinos con derecho a voto. Su comportamiento incidirá en un resultado que puede provocar al otro día el impacto de un terremoto si Milei evita la segunda vuelta del 19 de noviembre. Para lograr esa hazaña debe conseguir el 45% de los sufragios o el 40% y 10 puntos de distancia del segundo.
Cada contendiente tiene sus propios encuestadores y les transmiten cifras que condicen con sus expectativas. Es así que Milei piensa que en la noche del domingo cantará victoria sin apelaciones, y tanto Massa como Bullrich se sienten todavía en carrera. Si se tiene en cuenta el historial de errores de las consultoras, no se descartan sorpresas.
El libertario cerró su campaña en un estadio que se utiliza para conciertos de rock. A tono con su pasado de cantante de heavy metal, su discurso fue enardecido. Sobre el escenario, un orador pidió romper relaciones con la Santa Sede «mientras en la cabeza del Vaticano prime el espíritu totalitario«. En el país del papa Francisco, Milei es una suerte de anticristo de TikTok, capaz de asegurar que el Pontífice defiende a «comunistas asesinos». Otra vez la multitud, en su mayoría joven y de clase media en declive o trabajadores por cuenta propia, volvieron a gritar eso de que «la casta (política) tiene miedo«. El expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro, llevó su aliento a través de un mensaje. La sintonía entre ambos ultraderechistas es completa, y el candidato de la Libertad Avanza la presenta como un valor inestimable frente a sus seguidores.
«Hay un país que no vuela por los aires porque el domingo tenemos elecciones«, dijo Bullrich. Ella está convencida de que los sondeos se equivocan y que es su momento histórico. «Te pido que votes por Patricia», pidió el expresidente Mauricio Macri a través de las redes sociales, después de semanas de ambigüedad en las que no dejaba de enviar señales a Milei. El magnate ha decidido esta vez hablar claro a sus seguidores. «No debería ser difícil decidirse entre las opciones que tenemos». La candidata de Juntos por el Cambio, quien fue su ministra de Seguridad de aires bolsonaristas, «llegará con un equipo técnico de primer nivel, ministros expertos, legisladores, intendentes, gobernadores y una red nacional de fuerzas que le darán los músculos necesarios para poder llevar a cabo los enormes cambios que están pendientes». Si bien Bullrich se ubica en tercer lugar en las encuestas, confía en que este domingo las mujeres y hombres mayores de 55 años le darán la oportunidad de pelear por la presidencia en noviembre.
La elección se juega en TikTok
En 2015, Macri encontró en las redes sociales una de las espadas que le llevó al triunfo en las urnas. En estas elecciones predomina TikTok, especialmente en las nuevas generaciones. Y la ultraderecha se ha enseñoreado en ese espacio virtual. Allí donde Bullrich y Massa temen hacer el ridículo, Milei despliega su violencia e histrionismo sin pudores.
La digitalización de la política ha encontrado al peronismo rezagado. Pero esa no es la razón fundamental de la merma de su poder. Nunca antes ese movimiento fundado el 17 de octubre de 1945 enfrenta una elección bajo la amenaza de un fracaso estrepitoso. La pérdida de su favoritismo en esta primera vuelta obedece fundamentalmente al fracaso de la gestión del presidente Alberto Fernández. Cierra su gestión con una inflación anual del 140% y 40% de pobres. Cristina Fernández de Kirchner lo ungió candidato en 2019 en un intento de reunir a todo el peronismo para enfrentar a Macri. Fernández de Kirchner no se demoró en pelearse con él. La ruptura de los Fernández tuvo algo del dúo Pimpinela, con pullas públicas y rumores de agresiones cruzadas. El que se debilitó fue el peronismo: cuatro millones de votos en 2021 y seis millones en las primarias de agosto.
Un kirchnerismo en declive
Objeto de un fallido magnicidio y condenada en una causa por corrupción, que considera «armada» en los tribunales, la vicepresidenta renunció a ser candidata a presidente. Alegó estar proscrita. Massa ocupó el lugar suyo y el centro de la escena. El papel irrelevante de Fernández de Kirchner en esta campaña ha buscado no irritar a sectores moderados que potencialmente pueden votar al peronismo. Pero, también, señalan analistas, es un síntoma de declive político.
La vicepresidenta ha optado por el silencio, incluso en medio de escándalos que la rozaron indirectamente. Semanas atrás, Martín Insaurralde, un protegido suyo, tuvo que dimitir como jefe de ministros en la provincia de Buenos Aires. Su paso al lado e inmediato ostracismo fue consecuencia de la divulgación de imágenes de su aventura amorosa en la Costa del Sol con una modelo de Onlyfans a la que regaló un Rolex y una cartera Louis Vuitton. El gobernador bonaerense, Axel Kicillof, sobre el cual nunca había pesado una denuncia de actos ilícitos, y que lidera la intención de votos en el principal distrito electoral del país, sabrá el domingo hasta qué punto la vida glamorosa de Insaurralde, insultante para millones de personas con graves problemas económicos, puede costarle la victoria y comprometer seriamente las aspiraciones de Massa.
«Vamos a ganar y a empezar a dar vuelta a la historia», dijo el candidato a presidente, convencido que el escándalo no frustrará sus expectativas. Las parrandas del dirigente kirchnerista en el Mediterráneo, a bordo de un yate de nombre Bandido, no hizo más que acentuar el descrédito por la política en sectores de la sociedad a los que interpela Milei cuando habla de «la casta«, a la que él mismo pertenece. Ese no ha sido el único asunto ríspido de los últimos días. La justicia investiga una trama corrupta que comenzó a destaparse en La Plata, la capital de la provincia de Buenos Aires, cuando un militante del peronismo fue arrestado en un banco por haber extraído millones de pesos de un cajero automático utilizando 48 tarjetas de débito. Todas pertenecen a «empleados» de la Legislatura bonaerense. Parte de ese dinero es destinado al negocio de la política. No solo los peronistas se valen de esas artimañas.