S&P Global ha confirmado las calificaciones crediticias soberanas en moneda local y extranjera a largo y corto plazo no solicitadas de Italia en ‘BBB/A-2’ y ha mantenido la perspectiva en ‘estable’.

La razón fundamental que han dado en la agencia es que para 2025 proyectan que el crecimiento del PIB real italiano se recuperará por encima del 1%, después de una desaceleración en 2023-2024.

«El debilitamiento temporal se debe principalmente a condiciones de financiación más estrictas; inflación elevada, aunque en descenso; aumento del ahorro privado y una caída de la demanda externa», ha explicado.

Asimismo, han indicado que para lograr este resultado es fundamental el pleno despliegue de los fondos Next Generation EU (NGEU).

«Dadas las tasas de ejecución relativamente bajas de los fondos NGEU que apoyan el Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia (PNRR) de Italia hasta el momento, creemos que el despliegue de los fondos se acelerará en los próximos años. Si los fondos no se absorben completamente para 2026, se concederá una prórroga a Italia y a otros soberanos afectados. Aunque el impacto en el crecimiento económico probablemente se producirá con un retraso, seguirá siendo positivo neto, dada la magnitud del programa y la naturaleza estructuralmente transformadora de los proyectos involucrados», han agregado en S&P Global.

En cuanto a la deuda pública neta en relación con el PIB, estiman que, según su escenario base, disminuirá un 1% del PIB para 2026, alcanzando el 132% del PIB, todavía por encima de los niveles prepandémicos del 126%. Dado el elevado nivel de deuda pública, Italia sigue siendo especialmente sensible a un deterioro de las condiciones de financiación, lo que podría afectar aún más su desempeño presupuestario.

La perspectiva estable, por su parte, equilibra la visión de la calificadora de una consolidación presupuestaria más lenta de lo que esperaban anteriormente, incluso debido al aumento de los pagos de intereses sobre la gran deuda pública, con el importante estímulo económico que deberían proporcionar los fondos de la UE.

Con todo, desde S&P advierten que pueden bajar las calificaciones si la trayectoria presupuestaria del gobierno se desvía significativamente de sus objetivos.

«Una implementación sólo parcial de las reformas económicas y presupuestarias estructurales, especialmente las vinculadas al desembolso de fondos de la UE, también plantearía riesgos para el crecimiento económico y las finanzas públicas y, en consecuencia, ejercería presión a la baja sobre la calificación», han subrayado.

Del mismo modo, podrían aumentarlas si el desempeño presupuestario mejora, por ejemplo debido a la implementación de políticas de reducción del déficit o a un crecimiento económico mayor de lo esperado, lo que llevaría a una disminución de la deuda pública como porcentaje del PIB.