Un informe de la Estación Biológica Doñana, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, rebate la tesis de que Europa debe elevar los controles sobre el lobo para reducir sus daños y advierte de que implementar mecanismos de control letal de la población no reducirían la situación conflictiva con los ganaderos sino que, al contrario, podría ser contraproducente y elevar los daños.
El informe está firmado por dieciséis científicos y ha sido emitido desde el instituto público, cuya misión es evaluar las consecuencias del deterioro de la biodiversidad y evaluar sus posibilidades de conservación. Ha sido redactado como respuesta al llamamiento informal de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, para reevaluar la situación del lobo y abrir un debate sobre sus daños al sector ganadero.
El informe señala que «los cambios sugeridos en las políticas de gestión» que plantea la Comisión Europea son «especialmente preocupantes para la conservación de las poblaciones de lobo«. Y que, de llevarse a cabo, «podrían comprometer la coexistencia de humanos y lobos en Europa».
Para los científicos, la base del conflicto no está en la presencia de la especie (actualmente bajo especial protección) en zonas ganaderas, sino que mezcla la «crisis existencial de la agricultura extensiva tradicional» y la elección, inadecuada en ocasiones, de los métodos no letales de control de la especie. Y niega tajantemente que el lobo pueda suponer un peligro para los humanos.
Von der Leyen llegó a afirmar que «la concentración de manadas de lobos en algunas regiones europeas se ha convertido en un peligro real para el ganado y potencialmente para los humanos». Los científicos firmantes niegan la mayor.
En primer lugar, argumentan que en ningún caso los lobos representan un peligro para los humanos. «Esa argumentación es falaz», recalcan. Señalan que «no se han registrado ataques mortales a seres humanos en Europa en el siglo XXI», y que el riesgo para las personas es «sustancialmente menor que el que representan otras especies salvajes o domésticas, o muchas actividades deportivas o de ocio, incluida la caza». Tan solo en 2016, indica el estudio, murieron en el continente 45 personas por ataques de perros.
La clave está en el giro de la Comisión Europea para abrir el debate de si conviene autorizar medidas de control que pasen por eliminar ejemplares. «El control letal no reduce el conflicto«, señalan en el informe remitido a Bruselas.
Como ejemplo utilizan el caso asturiano. En el Principado, «en el análisis de datos de ocho años» en los que existía control letal, «el sacrificio de la población de lobos no logró su objetivo de reducir los daños».
La argumentación del informe se basa en varios planteamientos. El primero, que los argumentos negativos hacia la especie tienen más foco que los positivos que conllevaría su recuperación.
Además, que la evidencia científica muestra que «los métodos no letales son más eficaces que los letales para reducir los daños al ganado».
Y finalmente que donde hay que poner el foco es en los programas de compensación de daños, «que por sí solos tienen poca capacidad para reducir las pérdidas y un gran potencial para perpetuar las actitudes negativas hacia los lobos».
Los científicos sostienen que se pueden reducir eficazmente los ataques con métodos como «la cría de perros guardianes o los cercados eléctricos». Y señalan que los problemas que sufre la ganadería tienen raíces más profundas que «afectan a todos los agricultores tradicionales de toda Europa, compartan o no la tierra con grandes depredadores». El informe recalca que «la tolerancia social hacia los lobos es crucial para lograr una coexistencia exitoso», lo que no se logrará «con políticas ineficaces que perpetúen una percepción negativa» de la especie.