Reza un aforismo clásico del rugby inglés que «pudiendo pegar un cabezazo, para qué pasar la bola». Mientras que en Sudafrica es letanía una vieja máxima del exseleccionador Heineke Meyer: «Deporte de contacto es el baile de salón, el rugby es un deporte de colisión». Atendiendo a ambos mandamientos del catecismo rugbístico de ingleses y sudafricanos, se adivina, sin tener especial perspicacia, que la semifinal que van a librar este sábado promete ser una ensalada de ‘sartenazos’ entre dos delanteras que llevan grabado a fuego y sangre lo que en rugby se conoce como «ruck’n’roll».
Los ‘orcos’ ingleses
No hay una selección en el mundo, desde hace años, tan físicamente superior a las demás como la sudafricana. Pero no parece buena idea retar físicamente a los «orcos» ingleses. En esa tesitura y con los ‘gordos’ de ambos paquetes relamiéndose, parece que el partido está delante. El seleccionador inglés, Steve Borthwick, el más cartesiano de los técnicos, es un fundamentalista del set-piece (melé y touch) como pilar del juego. Pero este economista de formación tendrá que buscar atajos para desestabilizar a la «Bomb Squad», la paquidérmica delantera sudafricana que reunirá a trece ‘gordos’ en la convocatoria entre titulares y suplentes.
Inglaterra apostará por minimizar daños con el mismo sistema que desplegó ante Argentina, tras quedarse en inferioridad a los tres minutos:defensa en embudo para canalizar las embestidas bokkes en el eje, donde repartirán toneladas de ‘amor’. Owen Farrell repetirá de 10 titular, pese a su intrascendencia ante los fiyianos, dejando a Ford en el banquillo. Atrás es baja Marcus Smith, aturdido por las embestidas polinesias, reapareciendo el larguirucho Steward, que tendrá trabajo descolgando balones.
Sudáfrica repetirá el XV que evidenció ante Francia lo poco que le hace falta para anotar ensayos. Patadas que bajan con nieve, sus segundas y terceras (de más de dos metros) palmeando pelotas y los velocistas Kolbe y Arendse rebañándolas ante defensas descolocadas. Precisamente por fuera es por donde más sufre esta Inglaterra con las caderas un poco oxidadas en el movimiento lateral.
Rugby gore
Los ingleses, con su habitual suficiencia histórica, advierten que cuatro de las cinco semifinales que han jugado del Mundial las ganaron. Perdieron la del 95, en la que Jonah Lomu posó cuatro ensayos, entre ellos el más icónico de la historia de los Mundiales, embistiendo a Mike Catt. Para echar más leña al fuego, algunos exinternacionales ingleses han ‘piropeado’ a Sudáfrica. Mike Tindall, campeón en 2003 y esposo de Zara Phillips, nieta de la reina Isabel II, ha sido el más lenguaraz:«Francia mereció ganar el domingo por mucho. Sudáfrica no creó nada, pero así son en los Mundiales. Ya lo dije en 2019: ‘Sería una vergüenza que Sudáfrica gane el Mundial’. Y lo terminaron ganando».
Palabras que suenan a música celestial a los bokkes. Ha advertido Handré Pollard, autor de 22 puntos en la final del pasado Mundial que Sudáfrica ganó paseándose a Inglaterra (32-12), que espera «una semifinal despiadada». Calificativo muy apropiado para un partido en horario adulto al que deberían ponerle dos rombos. Rugby Gore.