Las negociaciones para la investidura se están ralentizando. No están encalladas, pero tampoco se están dando pasos reseñables, según reconocen fuentes de la comisión negociadora del PSOE que esperaban acelerar esta semana los trabajos. “Seguimos trabajando”, aunque «sin grandes cambios», explican las mismas fuentes. Mientras haya conversaciones hay optimismo, resumen cuando restan 39 días para la disolución automática de las Cortes Generales si antes no se forma gobierno.
En Ferraz se insiste durante los últimos días que el acuerdo es “complejo” para justificar que la investidura siga sin fecha. El propio presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, así lo reconoció este martes en la reunión del equipo negociador donde se concretaron las propuestas para remitir a sus interlocutores. “Que nadie piense que está hecho. Ni lo estaba antes ni lo está ahora”, explican sobre el hipotético acuerdo, cuya pieza más difícil de encajar es Junts.
“No es fácil solucionar en unos días un conflicto que viene de años atrás”, argumentan sobre esta dilación en el proceso negociador. Tanto es así que ahora aseguran que “no hay prisa”, después de afirmar durante semanas la necesidad de formar gobierno “lo antes posible”. Asimismo, se cargó contra el líder de los populares, Alberto Núñez Feijóo, por dilatar durante más de un mes las negociaciones para su investidura.
Los encargados de las negociaciones con los partidos independentistas sostienen que, pese al freno en las negociaciones, “no hay preocupación” en el partido. Con la seguridad de que la investidura no se producirá este mes de octubre, cada vez son más las voces a que asumen que se acercará a su fecha límite. El 27 de noviembre, transcurridos 60 días desde el primer intento de investidura.
De entre algunos de los líderes políticos y representantes de la sociedad civil que participaron en la ronda de contactos con Pedro Sánchez cundía más la sensación de que se apurarían los plazos. Más por intuición que por información, aunque entre los socios potenciales también hay contactos bilaterales. Uno de los representantes políticos de estos grupos incluso advierte de que en caso de acuerdo, habrá disputa entre ERC y Junts por quien firma el último.
En la Moncloa no son ajenos a lo que denominan una “pugna” entre ambos partidos. Su competición electoral, entienden, dificulta que rebajen sus posiciones de máximos o que se aceleren los acuerdos por su batalla para capitalizarlos. La gobernabilidad les importa relativamente poco, lo que les importa es quién tiene la hegemonía en Cataluña, señalaba un ministro socialista reconociendo como una dificultad añadida esta circunstancia.
Los socialistas evitan descargar en Junts la responsabilidad sobre la falta de avances reseñables en las negociaciones. “Depende de todos”, responden a la pregunta de si está en manos de los posconvergentes acelerar los pasos para un acuerdo. Sin embargo, el PSOE ha puesto sus límites y también exige gestos por parte de sus interlocutores que, por el momento, no se están produciendo.
Existe la sensación de que el partido de Carles Puigdemont se mantienen en posiciones de máximos. Sin rebajar sus exigencias de partida ni mostrarse dispuestos por el momento a “cuestiones que les pedimos y que tienen que decidir ellos”, explicaban fuentes del equipo negociador del PSOE a principios de esta semana. Este miércoles, las impresiones eran similares. Todo cuando se pretendía pasar de fase para acelerar los trabajos con el “intercambio de papeles”.
Un seguro para reducir el desgaste
Los socialistas no aluden ni en público ni en privado a la repetición electoral. Un arma de presión a la que sí recurrieron en el arranque de las conversaciones informales, dando por descontando que los independentistas estaban en una dinámica de pérdida de votos. Con todo, se guardan de posicionarse sobre exigencias como la amnistía, tal y como había comprometido hacer el líder de los socialistas al finalizar la ronda de contactos con los grupos parlamentarios. Ni siquiera pretenden cerrar un acuerdo programático con Sumar para no verse condicionados en caso de que fracase la investidura y vuelvan a colocarse las urnas.
Un seguro para disminuir el desgaste de las negociaciones. De hecho, el último barómetro del CIS publicado este miércoles constataba que esta circunstancia está pasando factura a los socialistas. Sánchez obtendría el 32,6% de los sufragios, un punto menos que hace un mes, y Feijóo escalaría hasta el 32,2%, medio punto más que en septiembre.
“Estamos trabajando duro y todo lo que estamos haciendo y todo lo que haremos será impecable desde el punto de vista constitucional. Eso es lo que vamos a hacer y en lo que estamos trabajando. A partir de ahí, permítanme que no entre más en el detalle de las conversaciones. Creo que cuando haya información, cuando haya acuerdos y los logremos, informaremos con toda transparencia”, explicaba ayer el ministro de la Presidencia en funciones, Félix Bolaños, que también forma parte del comité negociador del PSOE. “No hay prisa” para cerrar un acuerdo, pero tampoco garantías de lograrlo como para avanzar una posición que perjudique los intereses del partido en caso de repetición electoral.