La muerte de al menos 471 personas, según las autoridades sanitarias de Gaza, en una enorme explosión en el hospital árabe bautista de la Franja, ha desatado la ira en varios países de Oriente Próximo. Dificulta los esfuerzos de sus gobiernos para evitar la escalada y mediar en el conflicto. Y ello incluso antes de que se sepa definitivamente si la autoría es de Israel (que con bombardeos muy similares ha acabado ya con la vida de más de 3.500 personas en 12 días, entre ellos más de mil niños); o de la Yihad Islámica, como se esfuerza en demostrar Tel Aviv, temerosa de que se le abran tantos frentes en su guerra que se desborde su capacidad y se dispare el número de bajas en sus filas hasta un límite insoportable.
Los regímenes de la región temen no poder controlar un tsunami de solidaridad de sus ciudadanos con el sufrimiento de Gaza, y que se desate una nueva “primavera árabe” que amenace sus Gobiernos. O que se produzca una ola de violencia descontrolada contra infraestructuras civiles, delegaciones diplomáticas o turistas occidentales, que dañen sus economías.
El impacto más inmediato de la matanza de civiles del hospital que ha conmovido al mundo ha sido la cancelación por parte del rey jordano Abdalá II de una minicumbre de paz que había preparado con Joe Biden, el presidente de Estados Unidos, de visita en la región. Iban a asistir también el presidente egipcio, Abdelfatá al Sisi, clave en la apertura de corredores humanitarios, y el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas.
“Hace muchos años que no hemos visto una movilización de esta magnitud en esos países, en términos del volumen de jóvenes (y no tan jóvenes) que están tomando las calles para condenar a Israel y lo que se percibe como inacción de la comunidad internacional”, asegura a este diario Moussa Bourekba, investigador principal de CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs). Los países árabes (Jordania, Túnez, Arabia Saudí o, en menor medida, Marruecos) «tienen ahora mucho menos margen que antes en sus planes de acercarse a Israel”. Aunque sean regímenes autoritarios, apunta, la presión es tan alta que no pueden seguir sin más con el desarrollo de relaciones comerciales, culturales o diplomáticas que venían manteniendo tras los Acuerdos de Abraham, firmados por varios países con Tel Aviv por mediación de Donald Trump en 2020.
A las pocas horas de que se conociera la masacre del hospital, miles de manifestantes, algunos violentos, atacaron varias embajadas en distintos países de la región. Hubo protestas frente a las delegaciones diplomáticas de Estados Unidos e Israel en Líbano y Jordania. Y una gran manifestación de miles de personas en Egipto, algo bastante poco habitual porque el régimen de al Sisi reprime con dureza toda protesta y restringe la libertad de expresión. El temor del autócrata egipcio es que los Hermanos Musulmanes, que él sacó del poder, ganen fuerza con esta situación.
Violencia en Cisjordania
La zona más caliente es Cisjordania, el otro pedazo de Palestina separado de Gaza. Dos adolescentes han muerto este miércoles por disparos de las fuerzas de seguridad israelíes en el pueblo de Shuqba, lo que eleva a 64 el balance de víctimas palestinas en este territorio desde el 7 de octubre. Al menos otro palestino fue asesinado por el Ejército israelí anoche, durante las protestas por la masacre del hospital, en la aldea de Nabi Salé, al norte de la capital, Ramala. Hay varios heridos por impactos de bala en estado grave a lo largo de toda Cisjordania, según la Media Luna Roja y la agencia de noticias palestina Wafa.
La otra gran preocupación es Líbano. El grupo islamista pro-iraní Hezbolá amenaza con abrir a Israel un frente norte si entra a la fuerza en Gaza. Este miércoles, ha llamado a un “día de la ira” y miles de sus seguidores han marchado hacia la Embajada de Estados Unidos en el suburbio beirutí de Awkar, informa Europa Press. Clamaban “muerte a Israel” o “hecho en Estados Unidos”. Las fuerzas de seguridad libanesas han disuelto la manifestación con gases lacrimógenos. “Lo que tenemos es fe, y Dios es más fuerte que vosotros, vuestros barcos de guerra y todas vuestras armas”, ha dicho el alto cargo de Hezbolá Hashem Safieddine, en referencia a la matanza del hospital de Gaza. Añadió una amenaza para el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu y los “maliciosos europeos”, informa Reuters.
Israel dice estar preparándose para una incursión terrestre en Gaza que, 12 días después de la matanza de Hamás, aún no ha comenzado. Cuenta con el apoyo de Estados Unidos. El secretario de Estado Antony Blinken asistió el martes a una larga reunión del gabinete de guerra israelí. “La visita de Biden de este miércoles a Israel tiene, entre otros objetivos, decidir por qué estrategia pueden optar. Si se produce la invasión, hay un riesgo más alto que nunca de escalada regional”, explica Bourekba. “La escalada podría concretarse, primero, en un frente norte para Israel con Líbano y, quizá, Siria. Luego podrían llegar problemas con las milicias apoyadas por Irán en Irak (los del clérigo chií Muqtada al Sader) y Yemen (los rebeldes hutíes). O el inicio de ataques a objetivos e intereses israelíes y estadounidenses en distintos países de Oriente Medio: infraestructuras, personal diplomático…”
De momento, Hezbolá ha optado por una suerte de guerra de baja intensidad, que incluye el lanzamiento de misiles a lo largo de la frontera con Israel. Este miércoles ha atacado cinco localidades, cómo los barracones militares israelíes en Zar’it a la posición fronteriza de Ras Naqoura. También ha lanzado misiles antitanque contra el kibutz Manara y Rosh HaNikra, cercanos a la frontera. Israel ha respondido disparando a bases chiíes, también en Zar’it. Hay que recordar que España tiene desplegados 663 soldados en la llamada Línea Verde de separación en esa frontera y que lidera la fuerza internacional Finul, con un total de casi 10.000 cascos azules.
De momento, la respuesta de Tel Aviv es limitada en esa zona. La embajadora de Israel en España, Rodica Radian-Gordon, explicó a este diario que una de las tres prioridades del Ejército en estos momentos es evitar una escalada (las otras dos son acabar con Hamás y liberar a los secuestrados). El Ministerio de Defensa de Israel ha dicho que el país no tiene ningún interés en librar una guerra contra Hezbolá en Líbano, pero que se encargarán de contener las actividades de la “entidad terrorista”.
Tampoco parece que, por el momento, Irán, Hezbolá o ningún otro actor regional tenga interés en escalar el conflicto. Hezbolá aún recuerda los más de mil muertos de la ofensiva israelí de 2006. Y Líbano vive una enorme crisis política, económica y humanitaria. El régimen de Irán, por su parte, aún está sufriendo las consecuencias de las protestas por la muerte de la joven Mahsa Amini a manos de la policía moral, y está sometido a sanciones internacionales. “Quiere salir de este aislamiento, y no creo que tenga interés alguno, sobre todo con Estados Unidos mostrando con su presencia militar que podría responder a cualquier intento de intervención directa”, concluye Moussa Bourekba. Pero al cálculo racional se le puede contraponer, en todo caso, advierte, el factor emocional. “Hay en todo esto una cuestión de sentimiento de humillación del pueblo palestino entre el pueblo árabe y sus dignatarios. Y eso sí podría precipitar la escalada regional”.