La facturación récord en el pasado ejercicio de los dos mayores grupos de la industria láctea de la comunidad (Ilas y Capsa) refleja en gran parte las tensiones de precios que vive el sector agroalimentario a causa de la espiral inflacionaria por el alza de costes que azota a las economías avanzadas desde hace dos años.
La industria afronta un trilema con tres condiciones difíciles de conciliar de modo simultáneo: reconstruir los márgenes y cuenta de resultados de las empresas (dañados por lo general tras haber absorbido contra su cuenta de resultados en el último año gran parte del encarecimiento de los insumos y los procesos de transformación), garantizar una remuneración suficiente al ganadero para que pueda afrontar el encarecimiento de sus costes productivos y no persista el abandono de las explotaciones por la caída de la rentabilidad (como ocurrió sobre todo en los primeros meses de la ola inflacionaria) e intentar no repercutir en su totalidad al consumidor el encarecimiento de la materia prima, la energía, el transporte, los envases y otros costes (como ya han estado haciendo de hecho muchas empresas alimentarias) para evitar un desplome de la demanda.
La industria ha trasladado en muchos casos sólo parcialmente el sobrebrecoste de los «inputs», pero este incremento ha sido suficiente para contribuir de modo relevante a aumentar los ingresos nominales de las empresas, un fenómeno generalizado en la industria agroalimentaria y no sólo en la láctea. Sin embargo, en tanto que esa traslación no fue completa por el temor a que –de haberlo hecho en su totalidad– se hubiese derrumbado el consumo, las cuentas de resultados se han resentido de modo apreciable en muchos de los casos.
El ejemplo de Capsa es muy esclarecedor porque la compañía facturó el año pasado 895 millones de euros, la cifra más elevada en la historia de la sociedad y del grupo Central Lechera Asturiana y el 18% más que en el ejercicio precedente. Este incremento de los ingresos se produjo pese a haber recogido, transformado y comercializado 839,3 millones de litros de leche, el 4% menos que en 2021.
El incremento de la facturación del 18% fue muy inferior al aumento del coste de la materia prima en origen. El precio de la leche percibido por el ganadero se disparó en Asturias como media el 55% entre enero y diciembre, según Sadei. A ello se sumó el alza de otros factores de producción.
La consecuencia de este incremento de costes fue la caída del 73% del beneficio anual, que descendió de 19 a 5,14 millones y se situó en una rentabilidad del 0,5% sobre la cifra de ventas.
Industrias Lácteas Asturianas (Ilas), el otro gran grupo lácteo de capital asturiano (fabricante de los productos Reny Picot, entre otras marcas), sorteó mejor el envite porque aumentó tanto la cifra de negocio como el beneficio, aunque no con la misma intensidad: mientras acrecentó sus ingresos el 31% (hasta los 960,9 millones), la ganancia avanzó el 20%, once puntos por debajo: declaró un resultado neto de 16,8 millones.
Sin perjuicio de otros factores de gestión y de mercado, la diferente configuración y especialización de uno y otros grupos ayudan a explicar que hayan divergido sus tendencias. Capsa tiene una gran dependencia de la leche líquida como su artículo más representativo, aun cuando tiene un catálogo diversificado de derivados lácteos.
Ilas tiene un porfolio mucho más amplio de derivados y una presencia menos relevante (supone en torno al 10% de su negocio) en la leche líquida, cuyo margen es menor. La compañía hace «todo lo imaginable menos yogur», dijo su fundador, Francisco Rodríguez, en alguna ocasión. Los productos lácteos con mayor valor añadido soportan mejor el estrechamiento de márgenes. Ilas produce también para terceros y para marca blanca, y los artículos con enseña del distribuidor, en tanto que se mueven en precios más bajos, se comportaron mejor durante el estallido inflacionario al ser más demandados por los consumidores que privilegian el precio. Son productos además que, por lo general, pudieron repercutir con más inmediatez el alza de costes sin perder totalmente su ventaja en precio respecto a las marcas del fabricante porque disponían de más holgura y recorrido potencial al alza.
Ilas está además muy internacionalizada desde 1982, con cuatro fábricas en México, EE UU, Francia y Polonia, amén de exportar a otros países. Y la depreciación del euro entre 2021 y 2022 acrecentó la conversión a esta moneda de los beneficios e ingresos generados fuera del área monetaria. Capsa se benefició en menor medida porque es un exportador más reciente y no fabrica en el exterior.
Ahora el coste de la leche en origen lleva seis meses atenuándose en Asturias (ha vuelto a niveles de fines de 2022), pero las entregas a la industria también han bajado: caen el 1,6% en los cinco primeros meses de la presente campaña. En las tiendas, la leche aún se encarece el 11,7% interanual, pero lejos del 36% que llegó a escalar en diciembre.