Chimo siempre ha tenido una relación muy especial con los Quevedo, sobre todo con Elena, que lo ha tratado como uno más de la familia.

Un día, el joven le plantó cara a la mujer y le pidió explicaciones tras ver mal a su madre, Rosa: “Quiero saber qué le ha pasado porque anoche me confesó llorando que no va a trabajar para la familia Quevedo”.

En ese momento, Elena le confesó que Federico y Rosa habían tenido una aventura amorosa: “Mi marido es un experto manipulador y solo piensa en sí mismo. Siempre ha sabido aprovecharse de los que más le quieren”.

Además, Elena lamentó la actitud que Federico había tenido con Agustín, el padre de Chimo. “Lo apretaba mucho trabajando. Quien sabe si de no haber estado sometido a tanta presión, tu padre no habría tenido ese infarto que le arrebató la vida”, le dijo insinuando que había sido culpable de la muerte del hombre.