14/10/2023 a las 06:51

CEST


La Policía desmantela en Tagamanent (Barcelona) uno de los mayores puntos de distribución mundiales de esta droga

Países como Inglaterra o Nueva Zelanda han llegado a catalogar de epidemia su consumo

Un vídeo de hace cinco años publicado por el diario británico ‘The Telegraph’ muestra una delirante escena: en lo alto de un edificio de Stoke (Reino Unido) hay un hombre subido al tejado, aparentemente en estado de embriaguez. Declama frases inconexas hasta que, en un momento dado, pierde el equilibrio y se precipita violentamente contra el suelo. Una caída de, al menos, siete metros de altura.

Las siguientes imágenes muestran a varios policías intentando inmovilizar al hombre en el suelo para que sea atendido por los sanitarios. Pero el individuo va drogado con una misteriosa sustancia que en inglés se conoce como monkey dust (polvo de mono). Tiene heridas de consideración, pero no siente dolor y demuestra una fuerza fuera de lo normal para su estado. Se resiste a recibir ayuda, tal como se aprecia en el vídeo:

Esta droga lleva causando verdaderos estragos en Gran Bretaña desde 2013. El canal ITV le dedicó un reportaje hace dos meses y hablaron con Simon, un consumidor, que reconocía a cámara que «empecé a meterme ese polvo porque me ayudaba a olvidarme de la realidad. Es un colocón como ningún otro». Simon se enganchó siendo aún muy joven a esta sustancia, altamente adictiva, pero desconocida para el público en general. Y que estos días ha cobrado protagonismo en España.

https://www.youtube.com/watch?v=QWloWDLChH0c

Hijos del khat

Se trata del llamado monkey dust. En español, polvo de mono. O polvo de ángel. O barco del amor. O píldora del amor. O hierba mala. En realidad son algunos de los nombres coloquiales que en el argot de los narcóticos se le dan a varias sustancias llamadas catinonas. Las catinonas son el alcaloide generado por una planta que se llama khat y que se consume principalmente en África.

«Así como la cocaína es el alcaloide de la planta de la coca o la cafeína es la del café, la catinona es el alcaloide del khat», explica a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, del Grupo Prensa Ibérica, Claudio Vidal, portavoz de Energy Control, organización que analiza sustancias psicotrópicas, informa y asesora sobre su consumo.

Vidal advierte de que «se vienen desarrollando catinonas sintéticas desde 2008 con distintas variaciones moleculares. El problema es que los medios han llamado monkey dust a varias sustancias similares, pero que no son la misma cosa. Primero llamaron monkey dust al MDPV (metilendioxipirovalerona), que después fue mal llamada ‘droga canibal’. Luego le pusieron el mismmo nombre al AlfaPVP (Alfa-pirrolidinopentiofenona). Y finalmente, en 2017, los medios empezaron a llamar así al MDPHP, que es lo que parece ser que ha decomisado la policía en esta última operación».

Tagamanent 333

Y es aquí donde llega la conexión con España. Porque en un pequeño pueblo de algo más de 300 habitantes (333 según el último censo) de la comarca del Vallés Oriental (Barcelona) llamado Tagamanent, se acaba de desmantelar uno de los mayores puntos de distribución mundiales de estas drogas. Y dentro del extenso catálogo de drogas sintéticas que se han hallado, se encuentran 163 gramos de este MDPHP, que es el que ahora ha sido etiquetado como polvo de mono.

En la operación, que han llevado a cabo agentes de la Policía Nacional en colaboración con Vigilancia Aduanera, las fuerzas de seguridad han detenido a dos ciudadanos (padre e hijo) de nacionalidad húngara y a una mujer de origen colombiano (pareja de uno de los detenidos) como presuntos responsables de la fabricación y distribución de esta droga a medio mundo. Los envíos llegaban a numerosos países europeos, América (especialmente Estados Unidos) e incluso Oceanía. En Nueva Zelanda su consumo llegó a ser catalogado de epidemia por las autoridades sanitarias.

La Policía Nacional afirma que ha desarticulado «un laboratorio de fabricación de nuevas sustancias psicoactivas conocidas como NSP. Tenían un sofisticado sistema de producción y elaboraban drogas sintéticas a partir de sustancias estupefacientes naturales que posteriormente exportaban a todo el planeta por medio de paquetería. Entre lo intervenido durante los envíos y en el registro, se han decomisado materiales para la elaboración de más de 7.500.000 dosis«.

Un consumidor de polvo de mono, subido a un edificio instantes antes de precipitarse.

| Cedida

Durante la operación, en la que también ha colaborado la DEA de Estados Unidos, entre abril y junio de 2022 se intervinieron en el país norteamericano un total de 136 envíos conteniendo distintas sustancias que raramente se encuentran en los mercados de las drogas: ALPHA-PIHP, TH-PVP, BK-2C-B, y 4-FLUOROMETHYLPHENIDATE(4F-MPH), con un peso total de 67,4 kg de sustancias psicoactivas.

Sin hogar

Claudio Vidal aclara a este diario que «el consumo en España, no diremos que sea inexistente, pero es residual. Quizás alguien curioso lo ha consumido, pero es muy raro aquí. Nosotros no hemos recibido notificaciones de consumo esta sustancia. Otra cosa es que se distribuya desde nuestro país».

Pero hay países donde sí se está consumiendo de forma sistemática. El hecho de que se trate de una sustancia más barata (5 euros el gramo) que la cocaína (50 euros el gramo) ha provocado que se extienda por lugares más deprimidos. Y esa es, cuentan en Energy Control, una de las claves de que los efectos de esta droga sean tan devastadores.

El polvo de mono se consume inhalado; ingerido o inyectado (si su formato es sal) o fumado (si su formato es pasta base). ¿Qué efectos tiene?: «Hay poca información sobre su toxicidad, casi nula. Se le atribuyen una serie de efectos, como la paranoia o la alucinación. Pero hay que tener en cuenta que muchos de los consumidores son personas sin hogar o que consumen otras sustancias, por lo que ya cuentan con problemas de salud mental. Hay dificultades para conocer el efecto real».

Por el momento, España sigue limpia de esta sustancia, así como del fentanilo, que está provocando daños irreparables en Estados Unidos. Lo que nadie imaginaba era que el Heisenberg europeo de esta sustancia se escondía en un pequeño pueblo vallesano de 333 habitantes y que desde allí, junto a su hijo y su mujer y mediante envíos por paquetería, abastecía incluso a usuarios de Australia.