La perplejidad que se apodera de un ser humano cuando contempla la maravilla instalada en otro. El asombro, la fascinación al descubrir cómo un semejante lleva a cabo una actividad que se nos antoja irrealizable, y que, en cambio, tenemos ahí, ante los ojos, ejecutada con esa elegancia que llega siempre de la mano de la aparente facilidad. La saltadora de pértiga plantándole cara a la gravedad, el concertista de piano, los vuelos de los bailarines de Giselle.

Esa admiración, ese enamoramiento, se transforman a veces en un poderoso motor que nos lleva también a nosotros a actuar por el puro deseo de rozar, aunque sea en otra disciplina, lo que se nos presenta como la gracia. Y es ese mismo anhelo el que nos lleva a la pregunta de cómo lo hacen. Cuál es la técnica, el talento. Ese genio.

La respuesta aparece casi siempre bajo la forma de la palabra dedicación, extendida a otras como esfuerzo, constancia y trabajo. Pero ésa era la pregunta que tenía yo en mente cuando en marzo de este año se me presentó la ocasión de hacerle una entrevista a Jon Fosse, premio Nobel de Literatura 2023, fruto de mi devoción por su literatura y gracias a la complicidad de sus editoras de De conatus, que posibilitaron que contactara con él.

Para mí era una responsabilidad considerable, a pesar de ser consciente de que en España no era muy conocido y de que el número de lectores de la propia entrevista así como de la reseña que escribí sobre su obra se iba a poder contar con los dedos de una mano. No obstante, la emoción era grande, derivada del respeto por su literatura. Del deslumbramiento por su manera de enfrentarse a la esencia de las cosas, a lo más íntimo, con una escritura brillantísima, sorprendente, que nunca decae.

Descubrimiento

La pregunta era ésa, pero, evidentemente, no iba a formulársela de manera directa, de modo que escribí sobre lo que supuso para mí el descubrimiento de sus libros y, esencialmente, de su ‘Septología, cuya lectura lleva a un estado muy similar al del trance mediante lo que parece una frase única prolongada a lo largo de siete libros. Una frase que genera una energía extraña, que asciende y desciende, nos hechiza y nos hipnotiza, haciendo que la lectura sea rápida y pausada a un tiempo, desbocada y a la vez controlada, hasta llegar a una unión mística semejante a la que le produce al protagonista, el pintor llamado Asle, el rezo con el que concluye cada uno de los libros de ‘Septología, en latín y en su propia lengua.

Fosse se enfrenta a la esencia de las cosas, a lo más íntimo, con una escritura brillantísima, sorprendente, que nunca decae

Escribí sobre los que son para mí los temas de la novela (el amor, la esperanza, lo sagrado, la confianza en la eternidad), sobre su manera de presentar la fe y la religión sin censuras privadas, el conflicto entre realidad y ensueño, la conciencia de que algunos seres queridos ya no están y la imposibilidad de superación de esa ausencia, sin caer en el lamento. Y le imaginaba reteniendo la famosa frase de Caspar David Friedrich acerca de que un pintor no debe pintar sólo lo que tiene ante sí, sino también lo que ve en su interior, para trazar el carácter de su personaje principal, el pintor Asle.

Generosidad

Fue muy generoso Fosse en sus respuestas. Como es muy generoso en su literatura. Sus editoras le enviaron la entrevista el día 6 de marzo y a la mañana siguiente, a primera hora, ya estaba respondida. Nos contó que para él escribir está más relacionado con desaparecer como persona que con ser visible como persona, y que no pretende conseguir nada porque siente que escribir es una forma de escucha, no de planificación ni de pretensiones previas, de modo que simplemente empieza a escribir, y a veces tiene la sensación de que lo que está contando ya se hallaba ahí fuera, en algún sitio, y él sólo tiene que anotarlo antes de que desaparezca.

A veces le resulta sencillo, pero otras veces tiene que ir detrás de ese texto que de alguna manera ya estaba ahí. Para él la escritura es un viaje a lo desconocido, y a menudo se pregunta cuál es el significado, al menos, el significado más profundo, de lo que escribe.

No pretende conseguir nada porque siente que escribir es una forma de escucha, no de planificación ni de pretensiones previas

Para esta lectora, el significado profundo de sus libros radica en un empeño continuado y minucioso por superar nuestra condición de seres mortales. La no sumisión ante los límites que impone el transcurso del tiempo y el firme anhelo de que se disuelva toda línea convencional que vincula el pasado al presente y, de ahí, nos impulsa hacia lo que haya de venir.

No se pliega Fosse (los personajes de Fosse) ante la fuerza que nos arrastra hacia lo venidero, hacia el desenlace inevitable, sino que se entrega a una misión artística y espiritual que consiste en desdibujar los bordes, retorcer los planos, fusionar las vidas, y deshacer el curso habitual del tiempo de la misma manera en que rompe con las normas habituales de la escritura (guiones de diálogo, signos de puntuación, mayúsculas).

Lenguaje

Cuando le planteé si le parecía más importante cómo se cuenta una novela que lo que se cuenta en ella, respondió con un directo sí, y continuó explicando que su literatura «trata de algo» en un nivel muy bajo, y que es sólo si consigue escribir bien cuando siente que se produce una unidad en la escritura, una totalidad que abarca, por así decirlo, también qué se cuenta, pero sin palabras, con ese lenguaje que existe más allá del propio lenguaje escrito.

Para él la escritura es un viaje a lo desconocido, y a menudo se pregunta cuál es el significado, al menos, el significado más profundo, de lo que escribe

Efectivamente, lo principal en sus obras no son los hechos, sino la impronta que los hechos dejan en los personajes. Los momentos pasan, los escenarios cambian, las gentes se van, y lo que se pretende aquí, lo que propone Fosse con una fabulosa naturalidad, con una autenticidad conmovedora, es mostrar una acción, unas anécdotas, unos diálogos como medio para abrir una vía a la expresión de lo que no se expresa. La verdad de lo permanente, la esencia. Pero, volviendo al principio, ¿cómo lo hace?

Conciencia

Por usar un símil pictórico, dado que no sólo Asle, el protagonista, sino también el otro Asle, su mejor amigo, y Ales, su mujer, son pintores, aplica sobre el fondo de lo concreto unos larguísimos trazos de lo evocado, de lo que se ha ido reteniendo en el recuerdo, de modo que la base del lienzo, lo sucedido fuera, queda prácticamente anulado por las capas sobre más capas de la inmensidad interior de los personajes, de la memoria, logrando que quede superada la eterna distinción entre lo interno y lo externo, la pugna entre lo privado y lo público, lo aclamado como verificable y absoluto.

En sus novelas desaparece la superioridad de lo objetivo, lo neutral, y triunfa la conciencia que los personajes tienen de las cosas, elevándola al plano de lo eterno

En las novelas de Fosse desaparece la superioridad de lo objetivo, lo neutral, y triunfa la conciencia que los personajes tienen de las cosas, elevándola al plano de lo eterno. Y todo ello mediante un motivo formal que se repite, encadenado, constante, en una pauta que nos arrastra hacia su manera de decir las cosas, en una progresión verbal ascendente, haciendo uso de un estilo personalísimo que podríamos definir como ostinato literario.

Mis primeras lecturas de Septología se produjeron durante las semanas del confinamiento, cuando todos vivimos en esa impresión de desgarro de los límites temporales, fusionando pasado y presente, además de los físicos, conciencia y realidad. La primera parte, El otro nombre, título que incluye las novelas I y II, apareció en 2019, año en que Fosse estuvo en la Feria de Fráncfort, que tuvo a Noruega como país invitado. La segunda, con las entregas III-V, bajo el título Yo es otro, en 2020, y en De conatus, en 2022, de nuevo con la brillantísima traducción de Cristina Gómez Baggethun y Kirsti Baggethun. Y la última, ‘Un nuevo nombre’, se publicó en 2021, y en España en enero de 2023.

Santuario

La espera entre entregas la fui cubriendo con la lectura de ‘Trilogía, publicada en 2014, y en España en 2018, que incluye tres obras, ‘Vigilia, Los sueños de Olav y Desaliento’, y de Melancolía, publicada en 2006 por Emecé, en la que sorprende el uso de puntos y guiones de diálogo, que de repente se antojan convencionales. Muy reciente es la coedición de De conatus y Nórdica de la magnífica ‘Mañana y tarde’, centrada de nuevo en la superación de la muerte, la iluminación y la transcendencia.

Cada lector decidirá cómo incorporar los libros de Fosse a su santuario particular y cómo asimilar esa brillante euforia que produce su lectura, con la emoción de constatar que lo que se tiene en las manos es una obra de arte inagotable. Cómo acercarse a sus temas (la búsqueda de la divinidad, la experiencia espiritual, la pervivencia del amor) y cómo recitar la letanía de esa forma de contar que logra que todo suceda a la vez, y que se expande, se contrae y se concentra como una bandada de estorninos.