Una cuña de agua salada ha comenzado a avanzar río arriba por el lecho del río Mississippi este verano: ya ha contaminado el agua potable de varias localidades del sureste de Luisiana y podría llegar a Nueva Orleans a finales de noviembre. Un problema que afecta también a un tercio de los sistemas fluviales de España.
El río Mississippi, que fluye por el centro de Estados Unidos en dirección sur a través de diez Estados hasta desembocar en el golfo de México, cerca de Nueva Orleans, está siendo el escenario de una especie de lucha libre.
En una esquina del ring está el agua salada del Golfo de México, y en la otra, el agua dulce del río. Los dos se empujan entre sí, y normalmente, el Mississippi fluye con suficiente fuerza como para mantener el agua salada fuera de su caudal.
Sin embargo, debido a la sequía de este año, que afecta al 40 por ciento del territorio continental, se ha debilitado la presión del agua del Mississippi, y una cuña de agua salada, impulsada por el aumento del nivel del mar, ha comenzado a avanzar río arriba por el lecho del río este verano.
Ya ha contaminado el agua potable de varias localidades del sureste de Luisiana, y podría llegar a Nueva Orleans a finales de noviembre. El océano está ganando esta batalla, advierte la revista norteamericana The Atlantic.
Ejemplo dramático
La sequía en tierra baja los niveles de agua del río, y el aumento del nivel del mar en el lado oceánico empuja el agua salada.
Los que estudian el Mississippi coinciden en que la intrusión de agua salada de este año es un ejemplo especialmente dramático de lo que puede convertirse en una característica más frecuente de la temporada seca.
Aunque este fenómeno no es la primera vez que ocurre, este año y 2022 dejan claro que la salinización de la vía fluvial más importante de Estados Unidos se perfila como un proceso imparable en las condiciones actuales.
Actividad humana implicada
Además del aumento del nivel del mar, que se cuela en el río a través del Golfo de México, la actividad humana también está despejando directamente el camino para el agua salada.
A lo largo de la historia del Mississippi, los ingenieros han bajado su lecho más al sur para acomodarlo a los barcos que alimentan la economía de la región, explica también la citada revista.
El Cuerpo de Ingenieros del Ejército bajó por última vez el canal en 1987 a unos 13 metros por debajo de la línea de agua para facilitar la navegación, y ahora ha comenzado a profundizarlo hasta los 15 metros. Esta bajada del lecho contribuye a que el agua salada penetre cuando los niveles de agua son más bajos.
La intrusión de agua salada amenaza el suministro de agua potable para millones de personas en Luisiana. Algunas localidades ya han tenido que recurrir al transporte por barcaza o al uso alternativo de pozos subterráneos para abastecerse.
Más casos en el mundo
La intrusión salina que padece el Mississippi es un problema que afecta a muchos ríos costeros del mundo, especialmente en zonas donde hay sobreexplotación de los acuíferos o cambio climático.
En España, un tercio de los sistemas fluviales de todo el Estado tiene un exceso de sales, según estudio publicado en 2018, destacando en esta situación los ríos Ebro, Segura, Tinto, Llobregat y Júcar.
Otro planeta, otro país
En el Reino Unido, asimismo, el Támesis, se ha dotado de una barrera de control de mareas para evitar que el agua salada llegue a Londres.
En Italia, el río Po tiene una zona de mezcla de agua dulce y salada que se extiende hasta 50 kilómetros río arriba, mientas que, en Francia el Ródano, o el Danubio a su paso por Rumanía, tienen asimismo intrusión salina.
Estamos cambiando de planeta y de país y apenas nos estamos dando cuenta. Vivimos en un Titanic planetario ignorando frecuentemente las previsibles consecuencias de nuestras acciones.