Mientras el gobierno iraní encarcela, viola, tortura y asesina a mujeres iraníes a las que se les ha caído el hiyab o lo han perdido, mujeres de Nueva York se manifiestan a favor de las atrocidades de Hamás llevando hiyab e incluso niqab. Algunas hacen muecas, gestos obscenos, maldicen, se burlan de las lágrimas israelíes, escupen y lucen símbolos nazis.

¿De qué manera este apoyo femenino estadounidense a los bárbaros de Hamás favorecerá la causa de las mujeres de Gaza? ¿Pondrá fin ese apoyo al matrimonio infantil, abolirá la poligamia, acabará con el velo forzado, prohibirá los golpes a las esposas o impedirá y castigará los crímenes de honor (feminicidio)? Estos y otros horribles abusos (es decir, encarcelar, torturar y asesinar tanto a disidentes como a homosexuales; censurar el pensamiento; adoctrinar a los niños en el odio), describen, precisamente, cómo Hamás se mantiene en el poder en Gaza.

No podemos culpar al gobierno israelí de nada de esto. Israel salió de Gaza en 2005. Y, si alguien investiga realmente el asunto, verá que los dirigentes de Hamás viven en villas palaciegas, que los mercados de sus barrios de clase alta están llenos de alimentos, las playas inmaculadas y que Gaza no está ni de lejos tan abarrotada como muchas otras ciudades. No es una prisión al aire libre ni un campo de concentración, un mantra que se ha inculcado a la gente tanto en Occidente como en los países musulmanes, continuamente y durante más de cincuenta años. Es una región en la que los ricos señores de Hamás no hacen nada por aliviar la pobreza del resto de la población.

Entre las grandes mentiras se incluye una que afirma, una y otra vez, que la Franja de Gaza es la zona más densamente poblada del mundo. Según Al Jazeera (!) basándose en estadísticas de la CIA, Gaza tiene “una densidad de 15.096 personas por milla cuadrada, que es menor que la densidad de la ciudad de Tel Aviv (21.793 millas cuadradas)… La ciudad de Gaza es solo la 63.ª zona más densamente poblada del mundo, con 42.059 personas por milla cuadrada. Está muy por debajo de Bnei Brak en Israel (76.000 por milla cuadrada)”.

¿Quiénes son estas manifestantes estadounidenses? ¿Son feministas que luchan por la libertad o son antifeministas, versiones islamistas de las Siervas de Atwood que han tomado el velo voluntaria y gustosamente? Son parecidas a las mujeres que apoyaron a la milicia femenina del ISIS y que ellas mismas participaron activamente en ella. Aplicaron un Manifiesto que era mucho más extremo que la visión de Hitler de que las mujeres pertenecían a la guardería, la cocina y la iglesia.

En 2015, el ISIS publicó su Manifiesto en árabe. Ordena el matrimonio infantil con hombres adultos; el velo facial y corporal; suprime los salones de belleza y la ropa moderna “que son «instrumentos del diablo»”; limita la educación de las niñas, y señala la educación occidental de las mujeres como causante de “la emasculación de los hombres musulmanes”.

El ISIS también organizó subastas públicas en vídeo de esclavas sexuales desnudas y capturadas. La esclavitud sexual, así como todas las formas de esclavitud, tanto negra como blanca, son costumbres ancestrales entre los musulmanes y ya he escrito sobre ello muchas veces.

Curiosamente, las mujeres del ISIS continuaron aterrorizando y torturando a otras mujeres musulmanas, principalmente sirias e iraquíes, en el campo de refugiados de al-Hol y no olvidemos a las desafortunadas mujeres yazidíes.

Hamás es ISIS con esteroides.

Y, sin embargo, estas mujeres estadounidenses (y europeas) que apoyan la misoginia del islam, aplauden ahora la violación, tortura, humillación pública y asesinato de mujeres, niños y ancianos israelíes por parte de terroristas islamistas y su asesinato y secuestro de civiles varones israelíes de todas las edades.

No existe en absoluto ninguna equivalencia moral entre los terroristas de Hamás que atacan deliberadamente a civiles inocentes y el ejército de Israel, que ahora necesita destruir, por completo, de una vez por todas, el dominio de Hamás sobre los civiles de Gaza, a los que han utilizado como escudos humanos, del mismo modo que han incrustado sus bombas, cohetes y puestos de mando en mezquitas, hospitales, ambulancias, escuelas y edificios residenciales como potencial carne de cañón civil en aras de la propaganda.

Y los medios de comunicación mundiales y otras élites siguen cayendo en la trampa. O fingen hacerlo.

Estas manifestantes occidentales —y sus muchas aliadas feministas de izquierdas— han sido cuidadosamente adoctrinadas para creer grandes mentiras, a saber, que Israel es un Estado nazi y de apartheid de “colonos coloniales” que han robado la tierra y encarcelado a un pueblo indígena. Este es el mantra que pretende justificar la destrucción del Estado judío.

Esto no debe ocurrir nunca. Israel debe hacer lo que sea necesario, cueste lo que cueste, para librar de Hamás tanto a Israel como a los árabes palestinos no pertenecientes a Hamás.

¿Cómo pueden las mujeres, presumiblemente el sexo más compasivo, apoyar semejante crueldad, semejante barbarie feroz?

Como autora de La inhumanidad de la mujer hacia la mujer, el sexismo interiorizado entre las mujeres y la crueldad de mujer a mujer no me sorprenden. En las culturas tribales, las mujeres asesinan a sus nueras, intentan asesinar a sus coesposas, apoyan y llevan a cabo la mutilación genital y el crimen de honor de sus hijas. En Occidente, algunas mujeres votan a tiranos machistas, compiten ferozmente contra otras mujeres, les roban el trabajo y a sus cónyuges.

La mayoría de las mujeres no abrazan automáticamente la libertad y la verdad más de lo que lo hacen la mayoría de los hombres.

Sobre el autor: Prof. Phyllis Chesler

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