La negociación para la investidura de Pedro Sánchez «avanza», aunque ni el presidente en funciones ni ninguno de los ministros implicados en las conversaciones con sus futuros aliados muestran estos días un optimismo desbocado. La dificultad de encajar las peticiones de Junts y ERC, y la decisión de Sánchez de querer cerrar un acuerdo de legislatura y no solo para el día de la investidura hacen de estas negociaciones una misión muy complicada.

La posibilidad de aprobar una ley de amnistía del ‘procés’, exigencia de los independentistas catalanes, monopolizó este jueves los corrillos de la tradicional recepción que ofrece Felipe VI en el Palacio Real tras el desfile militar de cada 12 de octubre. Fuentes socialistas aseguraron que Sánchez ve imprescindible que en la exposición de motivos de la futura norma se deje claro que Carles Puigdemont y Junts se comprometen con «el diálogo» y la «seguridad jurídica», es decir, que renuncian a la unilateralidad. El compromiso a que los amnistiados no volverán a repetir los actos de 2017 es considerado como indispensable para que el Tribunal Constitucional no pueda tumbar la norma. El Gobierno de Quim Torra, en 2018, ya mostró su respeto la «seguridad jurídica» en la llamada Declaración de Pedralbes que selló con Sánchez.

Sánchez no quiere enturbiar las negociaciones y evita descartar una conversación telefónica con el ‘president’




En el PSOE admiten que Junts no ha hecho todavía «gestos» determinantes como para dar por seguro que Puigdemont va a acabar apoyando la investidura de Sánchez. Fuentes de la dirección de los socialistas dan por hecho que todos los negociadores están «en la liturgia de la negociación», incluido Gabriel Rufián (ERC) cuando asegura que no van a conceder un acuerdo a Sánchez para cuatro años, con Presupuestos Generales para el 2024 incluidos, y que solo quieren cerrar ahora la investidura. El miedo del líder del PSOE es ser reelegido a cambio de aprobar la ley de amnistía y que poco después Junts y ERC puedan dinamitar la legislatura. La repetición electoral en ese escenario sería catastrófico para los socialistas. Por eso, Sánchez no quiere dar nada por cerrrado hasta que todo, también los Presupuestos, esté atado.

Los retos: Ejército, ETA, Catalunya

Sánchez defiende ante los suyos su decisión de resolver la crisis territorial española en la próxima legislatura. Cree que es el reto que le ha tocado como presidente del Gobierno, así como el de Felipe González fue democratizar el Ejército y el de José Luis Rodríguez Zapatero, acabar con ETA. En un corrillo informal con la prensa, Sánchez subrayó que en estos momentos varios grupos parlamentarios, además del suyo, defienden que se apruebe una medida de gracia para las personas que siguen con cuentas pendientes de la justicia por el ‘procés’. Sumar, ERC, Junts, PNV y EH Bildu han mostrado su apoyo a la amnistía.

El presidente en funciones no quiso aclarar qué calendario tiene en la cabeza. Si alcanzará el acuerdo antes de que acabe el mes, como Moncloa dejó entrever estas semanas atrás, o si apurará el plazo para poder someterse a la votación de investidura, que finaliza el 27 de noviembre.

Para los socialistas es una ventaja que Junts y ERC estén negociando con las elecciones catalanas en el horizonte (deben celebrarse antes de febrero de 2025) y que Salvador Illa (PSC) fuera el más votado en los últimos comicios, además del resultado de las generales en las que que el PSC arrasó.

Sánchez dejó entrever que está al frente de la negociación y fue voluntariamente ambiguo cuando los periodistas le preguntaron, en numerosas ocasiones, si estaba dispuesto a telefonear a Puigdemont y hablar directamente con él. No lo descartó, aunque tuvo muchas oportunidades para hacerlo, mostrando su voluntad de no enturbiar las relaciones. “Estamos en plena negociación, estamos en plena negociación», repitióEl secretario general del PSOE dijo que él se reúne «con los grupos parlamentarios», aunque se encogió de hombros cuando se le recordó que habló hace unos días con Oriol Junqueras, líder de ERC, pese a que no tiene escaño en el Congreso. También aclaró que la relación del PSOE y los republicanos catalanes es distinta a la mantenida con Junts hasta el momento.

El corrillo con Sánchez se produjo pocos minutos antes de que tuviera lugar el primero de Leonor de Borbón en la recepción del 12 de octubre. La Princesa, con uniforme de cadete, acompañada por su madre, la reina Letizia, estuvo charlando animadamente con los periodistas unos minutos.

Feijóo: “Los abucheos son un clásico”

Por parte del PP acudieron el presidente, Alberto Núñez Feijóo; la secretaria general, Cuca Gamarra, y los 12 presidentes autonómicos con los que cuenta el partido tras su victoria en las elecciones de mayo. Poco antes de abandonar el Palacio Real, Feijóo negó que su partido hubiera alentado los abucheos que sufrió Sánchez durante el desfile militar. “Será una broma. Son un clásico en este acto, aunque quizá esta vez han sido un poco más”, dijo, en referencia a la negociación abierta con los independentistas. “No hay un solo dirigente del PP que haya organizado ni mandado”, justificó.

Poco antes el presidente en funciones se había quejado de que Vox y PP, con dirigentes que evitan criticar o directamente promueven algunas de las consignas que se utilizan en las protestas de la calle —se escuchó “que te vote Txapote” en presencia de los Reyes incluso—, contribuyen a la crispación actual. Sánchez cree que el respeto institucional “debería estar por encima”.

En mitad de la ofensiva política que el PP mantiene contra una posible amnistía, con comunidades como la Región de Murcia que ya han avanzado que recurrirán contra la ley que se apruebe, Feijóo afirmó que su partido utilizará “todos los mecanismos del Estado de Derecho” para frenarla o revertirla. El dirigente gallego abandonó el acto acompañado de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.